Los ángeles del deseo
Galicia
El mundo a los cuatro vientos El desfile que cada año organiza la firma de lencería Victoria's Secret en Nueva York se ha convertido en un icono de la moda, el erotismo y el glamur mundial
14 Nov 2003. Actualizado a las 06:00 h.
Desde 1995, cada año es más espectacular. Victoria's Secret, la carísima y refinada marca de lencería, ha hecho de su desfile anual una cita imprescindible en el mundo de la moda. Lo ha conseguido limitando (y mucho) el cásting -cientos de top model se presentan a las pruebas de las que sólo salen las mejores, este año 24-, restringiendo al máximo el número de invitados -sólo prensa y compradores, aunque hay un trapicheo de entradas con miles de dólares en juego- y sobre todo apostando por un montaje tan efectista como sofisticado. ¿Quién no desea ver a la felina Naomi Campbell desvestida con un conjunto de lencería blanco enmarcado en unas magníficas alas de ángel? ¿Quién no se deslumbra ante el marabú y el cristal resplandeciente de un desfile hecho para provocar? Porque ese es el objetivo: convertir los deseos en material de compra. Para eso lo pasan por la televisión desde hace dos años y es seguido por unos quince millones de personas. Para eso se lucen alhajas maravillosas entre los encajes y blondas, como un diamante valorado en once millones de euros. Y ayer, los poco más de mil afortunados disfrutaban de todo ese lujo y lujuria, y sus sueños se convertían en notas en la voz de Sting y Mary Blig, en las transparencias que contoneaba Gisele Bunchen, la pedrería que titilaba en el cuerpo de Heidi Klum o el escote violeta con lazo de raso de la nueva reina de la pasarela, Adriana Lima. Kurkova daba nueva forma a las ligas y, como en los cuentos, Tyra Banks era un hada que con su varita ha hecho del desfile neoyorkino un icono sólo comparable al calendario Pirelli.