La Voz de Galicia

El tratamiento de la basura cuesta a los gallegos 62 millones al año

Galicia

carlos punzón vigo / la voz
Los gallegos generamos cada año alrededor de un millón de toneladas de basuras, de las que solo se recicla el 10 %, mientras que más de la mitad es enterrada.

Con la recogida en los concellos, cada familia paga una media de 110 euros

07 Jan 2012. Actualizado a las 20:42 h.

Cada gallego genera 1,16 kilos de residuos cada día. Y aunque el volumen de basura por cabeza se ha reducido en 65 gramos en los últimos cuatro años, la cantidad de desperdicios ha acabado por aumentar en 346 gramos por persona desde que Galicia se dotó en 1998 de un plan de gestión de sus residuos. En diez años ha sido necesario gestionar nada menos que 11,2 millones de toneladas de basuras, lo que se ha convertido en uno de los principales problemas medioambientales de la comunidad, y eso sin incluir en dicha cifra el tratamiento de los lodos que genera la depuración de aguas residuales o los desechos de la construcción, cuya erradicación es todavía más dificultosa.

La escasísima conciencia colectiva en favor del reciclaje y la reutilización -Galicia recupera el 10 % de sus residuos, frente al 15 % estatal o el 24 europeo- hace que los gallegos se hayan visto obligados a gastar 62,4 millones de euros en el 2011 en el tratamiento de sus basuras, según los datos que la Administración gallega maneja de los tres sistemas destinados a tal fin en la comunidad.

Los 296 ayuntamientos adscritos a Sogama abonaron el año pasado 44,4 millones de euros por las 963.000 toneladas enviadas en camiones y trenes a Cerceda, ingresos a los que la Sociedade Galega de Medio Ambiente sumó otros 4,92 millones de euros de las empresas de reciclaje que le compraron los residuos reutilizables apartados de las bolsas de basuras, y los 41,2 millones más que le supuso la venta de energía obtenida en la incineración de desperdicios.

Precio en cada sistema

La gestión de Sogama representa, según datos de la Consellería de Medio Ambiente, un coste de 46,1 euros por tonelada a cada concello asociado, a lo que deben sumar el de la recogida en las calles de sus municipios.

Los nueve concellos de Barbanza que vierten en su propia planta (Ames, Brión, Carnota, Lousame, Muros, Noia, Pontecesures, Porto do Son y Rois) abonaron el pasado año a la sociedad de la mancomunidad 3,07 millones de euros por 33.700 toneladas. El coste por cada una alcanzó 91,2 euros, precio que se vio reducido por el compost logrado y en 2,2 millones por materiales reciclados.

A 80 euros ascendió el precio por cada tonelada de basura tratadas en Nostián a los ayuntamientos de A Coruña, Betanzos, Abegondo, Arteixo, Bergondo, Cambre, Culleredo, Carral y Oleiros, que de todas formas derivan a Cerceda más de la mitad de las 188.000 toneladas que generan, al no tener capacidad su planta para procesarlas.

Tomando en conjunto los tres modelos, el tratamiento de los residuos tiene un coste de 22,3 euros al año por cada gallego, que ascienden a 110 euros de media por familia al añadirle la tasa que cada concello suma al recibo por la recogida local.

El precio como baza

El coste es la baza en la que más incide la Xunta para apostar por el sistema Sogama, y extenderlo a la planta prevista para el 2015 en O Irixo, donde al igual que en Cerceda, tras clasificar los residuos y separar el material reciclable, se incinerará parte del sobrante para obtener energía, mientras que los complejos de Barbanza y Nostián apuestan por la generación de compost, lo que hace que cuente con el respaldo de grupos ecologistas. Medio Ambiente prevé utilizar también dicha técnica poniendo en marcha ocho plantas antes del 2020 dedicadas a tal fin, pero las críticas arrecian sobre el plan de la Xunta al volver a optar en el futuro complejo ourensano por la incineración, vista en el caso de Sogama como uno de los principales focos de contaminación de la comunidad. La Administración gallega niega con multitud de informes su carácter nocivo, el último, incluso, realizado por el Hospital de Cruces, aunque sí reconoce el mal diseño del vertedero de Cerceda, en fase de ampliación tras llegar al borde de su saturación.


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