La Voz de Galicia

«Se le murió a su familia; se le murió a Galicia; se le murió a España»

Galicia

Efe
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, su esposa, Elvira Fernández, y el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, en el Obradoiro antes del funeral.

El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, recuerda la figura del expresidente de la Xunta.

21 Jan 2012. Actualizado a las 15:23 h.

El arzobispo de Santiago, Julián Barrio, ha calificado hoy al expresidente de la Xunta Manuel Fraga como «una persona de bien» para la que la conciencia «era algo sagrado», según ha manifestado en la homilía del funeral institucional en su memoria en la catedral compostelana.

Al concluir su homilía, Barrio ha enviado a Fraga el «agradecimiento, afecto, estima y oración» de todos los presentes y ha invocado la misericordia de Dios para que sea «compasivo» sobre su historia y su persona.

En este acto en la catedral, al que acude el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tres de los ministros de su Gabinete, así como el titular de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y su Gobierno en pleno, Barrio ha destacado que Fraga «supo mirar lejos, con amplitud y profundidad».

El arzobispo también apuntó que el expresidente de la Xunta fue un hombre que nunca olvidó sus raíces, así como que «no ocultó nunca su fe» y «amó profundamente a Galicia» mientras defendía «los grandes valores de la civilización occidental de Europa».

Para el arzobispo compostelano, Fraga «se le murió» no solo a su familia, sino también a toda Galicia y toda España.

«Don Manuel se le murió a su familia, a la que quiso entrañablemente como hijo, hermano, esposo, padre y abuelo; se le murió a Galicia, a la que conoció profundamente porque amó intensamente a su historia, a su cultura, y la de sus gentes; se le murió a España, a la que sirvió en su vocación política con dedicación generosa y honradez admirable», ha destacado Barrio.

El arzobispo, quien ha asociado el destino de Fraga a la vida y la muerte de Cristo, ha recordado una cita del expresidente gallego, quien dijo que «para un cristiano, la muerte carece de problemas y de dramatismos, porque está superada por la resurrección que es el dogma esencial».


Comentar