El marchante de Parga niega las acusaciones de su expareja
Galicia
Rosales confesó al FBI que Knoedler adquirió cuadros a una sociedad del marchante, pero un allegado dice que en la galería no lo conocen
01 May 2014. Actualizado a las 06:00 h.
El marchante y coleccionista gallego Carlos Bergantiños «no se reconoce» en las declaraciones realizadas por su expareja Glafira Rosales a los agentes del FBI que investigan el caso de la presunta trama de blanqueo de capitales y comercialización de obras falsas en que está presuntamente implicado. Eso es lo que dicen fuentes cercanas al marchante lucense, que instan a no realizar juicios sobre la actuación de Bergantiños hasta que los jueces que llevan el caso lancen su veredicto.
Además, dicen que el gallego, con el que han hablado a lo largo de los últimos días, sostiene que nunca tuvo relación con Knoedler, la galería que supuestamente comercializó las obras presuntamente falsas, porque era su expareja la que hablaba con los directivos. «Allí no lo conocen», explican esas fuentes. Por ello, opinan que Bergantiños no es más que un chivo expiatorio.
Como conocedores del funcionamiento del comercio de obras de arte, apuntan además que resulta extraño que las autoridades norteamericanas no hayan imputado al dueño ni a la directora de la galería Knoedler. O que tampoco estén acusados los que realizaron todos los certificados de autenticidad de las piezas adquiridas por las ahora presuntas víctimas de la trama. De hecho, varias han interpuesto denuncias contra la galería neoyorquina. «Nadie compra una obra de tal valor que no tenga los certificados de autenticidad correspondientes, ni los papeles que acreditan la trayectoria de la pieza desde su creación hasta ahora. Además, una galería de la talla de Knoedler debe ser un buen aval en este sentido. El nombre ya basta para legitimar la autenticidad de la pieza», explican.
El escrito de acusación contra Bergantiños realizado por la Fiscalía de Nueva York, al parecer en base a las declaraciones de Rosales, o Gladys, como la conocen sus más allegados, dice, entre otras muchas cosas, que el gallego surtía de materiales al artista chino Pei Shen Qian, quien supuestamente hacía las copias. Además, lo acusa de ocultar millones de dólares a las autoridades norteamericanas, un dinero que presuntamente procedía de la comercialización de dichas obras. Buena parte de esos montantes eran ingresados, recoge el citado escrito, en cuentas de una sucursal bancaria de Lugo. De hecho, la ocultación y blanqueo de capitales son otros de los delitos que le imputan.
El escrito habla de que además la galería compró a Kings Fine Art —sociedad en la que está Carlos Bergantiños, dice el escrito— y Glafira Rosales Fine Art unas cuarenta obras de arte por 20,7 millones de dólares. Por todas, según el escrito del fiscal, Knoedler habría obtenido un beneficio de unos 43 millones de dólares.