Los papeles secretos del vuelo 118
Galicia
El Gobierno desclasifica 41 años después el informe sobre la tragedia del avión que se estrelló en Montrove. Se llegó a hablar de explosiones en el aire antes de caer
17 Aug 2014. Actualizado a las 07:00 h.
El accidente del vuelo 118 de Aviaco fue la mayor tragedia aérea ocurrida en Galicia. El avión, modelo Caravelle, se estrelló en Montrove (Oleiros) poco antes de las doce de la mañana del 13 de agosto de 1973. Esta semana se cumplieron los 41 años de un siniestro del que se sabe casi todo, pero del que hasta ahora quedaban algunas incógnitas.
La Voz ha tenido acceso, por primera vez desde entonces, a los papeles secretos de aquella tragedia, a documentos clasificados por la Dirección General de Seguridad y remitidos al gobernador civil, desclasificados finalmente 41 años después.
El informe, fechado un días después del impacto, apuntaba que las causas se atribuían «de momento» a la espesa niebla. Pero por entonces todavía se barajan otras posibilidades de las que hasta ahora no se había hablado: «El personal de este servicio orientó inmediatamente sus gestiones respecto a las observaciones de posibles testigos presenciales, mucho más por cuanto alguno de ellos hablaba de una explosión en vuelo», reza el documento.
El texto recuerda que el avión sobrevoló la zona antes de caer durante casi una hora, «y que apareció sobre el lugar de Montesinos inclinado, y que uno de sus planos hizo colisión con unos altos eucaliptos allí existentes, enderezándose en vertical para precipitarse inmediatamente echando humo». Los agentes comprobaron que en el monte oleirense había «tres eucaliptos derribados y varias copas cercenadas». Esa fue la causa oficial de la tragedia.
Los agentes creen que el piloto decidió entrar pese a la mala visibilidad para evitar molestias a los viajeros y que tras volar demasiado bajo, por error, e impactar con los árboles, «el piloto forzó la única turbina rompiendo la relación potencia-resistencia lo que debió determinar la explosión del motor, añadiendo que el mismo accidente fue el que provocó el siniestro del súper avión soviético Tupolev recientemente sobre el aeropuerto de Orly».
El siniestro, al minuto
Además de al informe secreto, La Voz también ha tenido acceso a otros documentos reservados, uno interno del Gobierno Civil, que cuentan cómo fue la gestión del siniestro desde el minuto uno. «Avión líneas regulares Madrid - La Coruña se estrelló esta mañana. Se desconocen más datos», fue el primer mensaje enviado esa mañana al gobernador civil.
A las 12.20 horas, solo media hora después del impacto del Caravelle, sale del Gobierno Civil un nuevo mensaje. Entonces habla de que «se han retirado nueve cadáveres y que se continúa el rescate de posibles víctimas».
A las 12.55 informan de nuevo de que no hubo víctimas entre la población porque «cayó en una zona deshabitada», una inexactitud propia de la precipitación y de las urgencias del momento ya que el aparato se empotró precisamente contra una vivienda.
El recuento de cadáveres sigue creciendo de mensaje en mensaje. A las 16.05 horas iban 31 computados. Cinco minutos después ya sumaban diez más. «Existen muchas dificultades para la identificación de las víctimas», transmiten a sus mandatarios desde el Gobierno Civil. Tan difícil fue que la mitad de los 85 fallecidos serían enterrados en fosas en San Amaro.
Los despachos enviados son un estremecedor recuento de víctimas que no dejó de crecer. El último de la jornada, a las 20.00 horas, resulta estremecedor en su parquedad: «Comunica que han sido recuperados 82 cadáveres del accidente aéreo, repartidos de la siguiente forma: hembras: 22; varones: 34; niños: 3; niñas: 5; sin identificar: 18».
El único superviviente
El único superviviente murió unas horas más tarde en el Juan Canalejo. Al final, 85 fallecidos, todos los que iban en el avión. Cuarenta acabaron en tumbas sin nombre en San Amaro. Todos aquellos fallecidos recuperaron finalmente sus nombres esta misma semana. Más de cuatro décadas después un monumento recuerda en el departamento cuarto del camposanto a cada uno de los fallecidos en el siniestro. Al menos ya hay un lugar donde dejar flores a quienes fallecieron en Montrove.
El informe secreto apunta también otros datos, como la dificultad que los servicios de emergencia y los forenses se encontraron para identificar a los fallecidos. «El rol de viajeros no ha sido de la eficacia debida por la perniciosa costumbre de las compañías de reservar los pasajes con un solo apellido e incluso con un nombre simbólico», dice. Esa costumbre se suprimiría poco después. En el listado de Aviaco no había, en muchos casos, más de un apellido. El Gobierno Militar estaba especialmente interesado en evitar que la tragedia sirviera para fomentar los localismos en la defensa de otros aeródromos. Circulan comentarios «que hacen referencia a que tanto ese aeropuerto como el de Vigo carecen de condiciones para el tráfico de reactores y que tanto la construcción de ambos como la puesta en servicio de aviones de este tipo se deben en parte a problemas de rivalidades políticas», apunta. De hecho, se llegó a censurar a algún medio de comunicación.