La Voz de Galicia

Condenados a 35 años los hombres que esclavizaban a indigentes en Culleredo

Galicia

alberto mahía a coruña / la voz

Obligaban a golpes a las víctimas a trabajar sin cobrar y en condiciones infrahumanas

06 Sep 2016. Actualizado a las 05:00 h.

Joaquín y André dos Anjos, cuñados y, hasta que fueron desenmascarados, residentes en un poblado de Ledoño (Culleredo), fueron condenados por la Audiencia Provincial de A Coruña a 35 años de prisión. Porque entre el 2011 y el 2015 recogieron de la calle a cuatro indigentes con problemas físicos y psíquicos para llevarlos a la suya y tenerlos como esclavos. También para quedarse con sus pensiones. A veces, a golpes. Y sometidos a amenazas de muerte si osaban escapar. Los obligaban a hacer los trabajos más duros sin nada a cambio. Los tenían durmiendo en viejos galpones o cabinas de camión, sobre colchones roídos, sin luz ni agua caliente. Ni un baño. Hasta que el 20 de enero del 2015, una de las víctimas contó todo su infierno en la Cruz Roja. La policía acudió al domicilio de los ahora condenados y se encontraron con otros tres esclavos más. El tribunal no les creyó ni media palabra cuando en el juicio celebrado hace un mes declararon ser hombres de gran humanidad que ayudaban y mimaban a personas sin recursos, ofreciéndoles «trabajos remunerados y una vida digna». 

Sus esposas no irán a prisión

Sus respectivas esposas también fueron castigadas, pero a penas de entre seis meses y un año de cárcel respectivamente por imposición de tratos degradantes y tenencia ilícita de armas. No ingresarán en la cárcel por carecer de antecedentes. Ellos sí lo harán. Ambos como autores de 4 delitos de trata de seres humanos, otros tantos de tratos degradantes, lesiones y hurto.

Según se cuenta en la sentencia de la sección segunda de la Audiencia Provincial de A Coruña, contra la que cabe recurso ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, los procesados, feriantes de profesión, se valían de indigentes con graves dolencias para esclavizarlos y quedarse con sus pensiones. Iban a buscarlos a la calle. A unos los convencían ofreciéndoles un trabajo y unas condiciones que luego nada tenían que ver con lo prometido. A otro hasta lo metieron a la fuerza en su furgón cuando dormía bajo el escaparate de una tienda. Todos padecían importantes mermas.

El primero al que sometieron lo buscaron en Malpica a principios del 2011. Con un grado de minusvalía del 67 % y con una esquizofrenia paranoide diagnosticada, lo trasladaron al poblado chabolista de A Pasaxe, en A Coruña, donde estuvo recibiendo golpes varios meses bajo las órdenes de Joaquín dos Anjos. Hasta que logró huir de nuevo a Malpica. Pero tres años después, y debido a que sus facultades volitivas eran prácticamente nulas, fueron a buscarlo y con engaños y amenazas lo retornaron de nuevo al poblado de Ledoño, situado a unos 15 kilómetros de A Coruña. Aquel hombre les interesaba tenerlo bajo su amparo, pues percibía una pensión que los procesados querían para sí. No recuperó la libertad hasta que la policía se presentó en el lugar en un amplio despliegue en enero del año pasado y puso fin a semejantes vejaciones. 

Víctimas con graves dolencias

El segundo de los indigentes fue captado por los procesados en el 2011, en las cercanías de un albergue coruñés. Este presentaba atrofia cerebral, epilepsia, demencia y encefalomalacia. Logró escapar un día, pero lo regresaron a golpes. Hasta que en el 2013 una epilepsia lo llevó al hospital y ahí fue rescatado por su madre, que se lo llevó a casa al conocer por lo que había pasado su hijo.

Otra de las víctimas, esta con párkinson, conoció a los condenados mientras mendigaba en A Coruña. Joaquín y André dos Anjos le ofrecieron trabajar para ellos a cambio de un sueldo, un techo y comida a la mesa. Pero hicieron con él lo que con los otros. Le sacaron su cartilla del banco y a golpes lo obligaban a trabajar. Intentó huir dos veces, pero lo alcanzaron y hasta lo intimidaron con una pistola.

Al último hombre liberado en Ledoño (Culleredo), lo sacaron a la fuerza del saco de dormir en el que pasaba la noche en un soportal de A Coruña y lo introdujeron en una furgoneta. Fue el 7 de enero del 2015. Padecía importantes limitaciones físicas y sordera casi total.

Cuando los dos procesados y sus respectivas esposas fueron detenidos, negaron cualquier explotación, afirmando desde entonces que les daban un trato «muy humano». Incluso reconocieron que era algo habitual que en «su mundo» siempre había sido norma tener a gente de escasos recursos y sin un techo fijo trabajando para ellos. Pero a cambio de un sueldo. Sin golpes.

 

La policía liberó a 3 de los secuestrados cuando uno de ellos pudo contarlo en la Cruz Roja

La esclavitud de tres de los cuatro indigentes liberados en enero del año pasado en un monte de (Culleredo) -solo uno logró huir de aquello- llegó a su fin horas después de que una de las víctimas pudo contar a una voluntaria de la Cruz Roja por lo que estaba pasando.

El 20 de enero del 2015, Andrés dos Anjos cogió a su esclavo y lo llevó a varias entidades bancarias para que firmara y así podría cobrar él la pensión. Pero para ello era necesario un trámite en la Cruz Roja. Y allá se fueron. Según la denuncia, nada más entrar apareció una voluntaria que se dirigió al hombre preguntándole dónde se había metido esos días, que lo echaban de menos. Luego la responsable de la entidad pidió al indigente que la acompañara a su despacho. El ahora condenado se quedó fuera y ahí esperó una hora. Al cabo de ese tiempo salió de nuevo la mujer para decirle que se fuera, que la persona con la que había acudido se iba a quedar allí, que no se iba a ir con él. La misma persona llamó de inmediato a la policía.

«No entendí por qué», declaró entonces el procesado. La policía lo arrestó en su casa de Ledoño. Le encontraron una pistola y, pegado a su chabola, un pequeño cobertizo con el pestillo por fuera, donde residía el hombre que, según él, le pidió cobijo. Una vez que los agentes vieron lo que allí había, comenzaron a echar un ojo por las chabolas de alrededor, pues el indigente rescatado les indicó que en la misma situación que él había más personas. Tenía razón. Así fue como encontraron a dos víctimas más.

En su primera declaración, Andrés dos Anjos sostuvo que acogió al denunciante de buena fe. Y que acudió junto a él a Cruz Roja. «Si lo tuviera secuestrado no saldría con él a la calle» y, mucho menos, «lo hubiera acompañado a la Cruz Roja a por un papel».


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