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La crisis de Ryanair, en diez frases polémicas de su jefe

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Michael O'Leary niega la falta de pilotos y asegura que tiene a 2.500 llamando a su puerta

20 Sep 2017. Actualizado a las 15:17 h.

«A Ryanair no le faltan pilotos, hemos sido capaces de operar con nuestro personal durante el periodo más intenso del calendario de verano, pero nos hemos liado con la asignación de vacaciones anuales en septiembre y octubre porque intentamos colocar todas las vacaciones de un año entero en un periodo de nueve meses, entre abril y diciembre». Así ha salido al paso el consejero delegado de la compañía aérea irlandesa de bajo coste Michael O'Leary tras el caos generado en toda Europa por la cancelación de más de dos mil vuelos en las próximas semanas. Pero la figura del controvertido CEO de Ryanair, exponente del «más por menos» -aplicado a los beneficios a corto plazo por encima de cualquier otra premisa- acostumbra a lanzar declaraciones polémicas a fin de justificar la deriva de la compañía y su propia labor. Pise a quien pise y vilipendiando a sus propios trabajadores.

La noruega Norwegian ha pescado en río revuelto y se ha hecho con los servicios de 140 pilotos de Ryanair. O'Leary niega la mayor y, como en otras ocasiones en la que se puso en evidencia su gestión, echa balones fuera. «No estamos cortos de pilotos. Es solo que no tenemos suficiente personal en reserva para hacer frente a los trastornos sufridos, como los provocados por los controladores o la climatología». En cualquier caso, a su entender, no es para tanto: «Es un desastre, pero en el contexto de la compañía, que opera unos 2.500 vuelos diarios, es relativamente pequeño».

Sus palabras altivas

La gallina de los huevos de oro ya no pone. La fórmula explotada para los vuelos baratos llenaba también la boca del directivo con palabras jocosas tiempo atrás: «La gente me pregunta cómo conseguimos que los billetes sean tan baratos y yo les contesto que nuestros pilotos trabajan gratis». Más de un centenar de estos profesionales le han hecho ahora un roto considerable poniéndose a las órdenes de su potencial competidor con el argumento de mejoras laborales. Los noruegos se llevan así el talento y la experiencia. Otrora, O'Leary espetó: «Si esto es una mina de sal y yo soy un ogro, ¿por qué están trabajando todavía para mi aerolínea? Si cualquiera de estos colegas no está contento con las actuales condiciones, es libre de marcharse a otra parte. Buena suerte a todos ellos». Y en eso están. El «miedo» como medio para mantener a sus empleados «motivados y felices» ya no sirve. Ahora la compañía irlandesa ofrece a los comandantes una bonificación de 12.000 euros y a los primeros oficiales (o copilotos) un bono de 6.000 euros por aceptar trabajar al menos uno o dos bloques de cinco días libres en las próximas semanas para mitigar así el desaguisado.

Su soberbia fue aún más allá. Objetivo: el pasaje. Ironía, tal vez. Pero en boca de un directivo, con reputación de bocazas, de cuya gestión depende el día a día de miles de viajeros y que, además, recibe subvenciones millonarias para operar en ciertos destinos, como es el caso de Galicia: «Si las ventas de bebidas en el avión no son las adecuadas, tenemos pilotos que pueden provocar turbulencias. Eso suele aumentar las ventas». A O'Leary también pertenecen otras perlas como «¿por qué no poner películas pornográficas a disposición de los pasajeros?», o «cobrar más a los obesos», incluso «pagar por utilizar el baño». El todo vale. «¿Vamos a pedir perdón por nuestro pobre servicio al cliente? Por supuesto que no». Y ácido: «No queremos oír vuestras historias lacrimógenas. ¿Qué parte de 'no hay reembolso' no habéis entendido?».

O'Leary sostiene que la aerolínea «no tiene problema alguno para contratar comandantes» y que acumula una «lista de espera» de 2.500 pilotos que desean unirse a su plantilla. Quiere encontrarlos en Brasil y en Europa, según el diario dublinés Irish Independent. «Buena suerte a todos ellos».


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