Caso Diana Quer: «La metí en el coche, le até las manos y dio patadas todo el rato. En Rianxo la estrangulé»
Galicia
Mientras se buscaba el cuerpo de Diana, Enrique Abuín dijo: «Quise violarla y no pude. Era la primera vez que lo intentaba»
02 Jan 2018. Actualizado a las 07:57 h.
Diana Quer acabó en el pozo de una nave abandonada con dos bloques de cerámica atados al cuerpo. El culpable no buscaba dinero ni raptarla, quería violarla. José Enrique Abuín Gey, el Chicle, es el autor confeso. El domingo por la mañana, en Asados (Rianxo) y tras 48 horas detenido por este crimen y un intento de secuestro el día 25 en Boiro, acompañó a la Guardia Civil en el registro de la nave, mientras los buzos recuperaban el cuerpo de la joven que él mismo introdujo en la madrugada del 22 de agosto del 2016. A cuentagotas, y gracias a la mano izquierda de los agentes que lo custodiaban, se vino abajo definitivamente, según explican testigos. «La vi en A Pobra, iba sola, la cogí y la metí en el coche, le até las manos y no paró de dar patadas durante todo el viaje. Al llegar a Rianxo -no aclara en qué ubicación- la estrangulé, pero me puse muy nervioso al verla muerta, así que vine a la fábrica y la tiré al pozo», expuso en presencia de casi una decena de personas.
Abuín Gey, apodado el Chicle porque de pequeño su dicción era mala y parecía que al hablar tenía goma de mascar en la boca, decidió seguir confesando. Añadió que la nave le resultaba familiar. Sus padres viven a unos 120 metros y él come casi a diario en su casa, por lo que el Chicle estuvo durante los últimos 16 meses pasando muy cerca del cuerpo de Diana asegurándose de que su gran secreto seguía a salvo. También reconoció que la nave estando ya en desuso le sirvió para alijar tabaco y fardos de coca.
Lo peor de la repentina confesión -se incluirá en las diligencias policiales, pero no se considera declaración formal- llegó cuando Abuín Gey aseguró: «Quise violarla y no pude. Era la primera vez que lo intentaba». Lo recuerdan fuentes de la investigación que estaban presentes y que añadieron ayer: «Creemos que la hubiera matado igual, ya le había visto la cara a él y eso la dejaba en una situación muy complicada». Los resultados de la autopsia determinarán si la confesión del Chicle es cierta. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) adelantaba ayer que el informe preliminar no encontró signos de violencia, pero sí indicios de criminalidad.
La versión oficial de la defensa, recogida en declaración oficial, difiere bastante. Para empezar, anunció ayer que recurrirá a un perito psiquiátrico para plantear si su cliente está loco. Alega también que todos los hechos ocurridos implican un homicidio no doloso, que la atropelló y se asustó. El motivo del pánico, según expone el acusado, es una condena por tráfico de coca de 2 años y 6 meses de cárcel que arrastra desde el 2007 y que está recurrida en el Tribunal Supremo: «Él pensó que podría traerle consecuencias penales». También acumula delitos menores, como una detención en los últimos meses por robar gasoil en Barbanza). Luego, expone el letrado, decidió esconder el cuerpo en un sitio conocido, «eso sí fue un error».
A Teixeiro
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Ribeira, de guardia esta semana, asumió en nombre de su titular el desenlace del caso: confesión del autor, denuncia del intento de secuestro de una joven en Boiro y localización del cadáver de Diana. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1, encargado del caso Diana Quer, reabrirá hoy la investigación, que fue archivada de forma provisional hace casi nueve meses por la falta de avances y para agotar los plazos establecidos para la instrucción. El auto judicial incide en «que existe riesgo de fuga y de reiteración delictiva», así como de «ocultación, alteración o destrucción de pruebas», y aclara que se trata de una mujer probablemente de entre 18 y 20 años, de cabello largo y oscuro. La causa de la muerte se encuentra «bajo estudio».
Abuín Gey durmió esta noche en la prisión de Teixeiro acusado de detención ilegal en grado de tentativa y robo con violencia e intimidación también en grado de tentativa en relación con el caso del 25 de diciembre. Puntualiza el TSXG que «sin perjuicio de los delitos relativos a la integridad física y psicológica que se hubiesen podido cometer», y adelanta la «posible corroboración de los indicios que advierten, ya en este momento inicial, de que la finalidad del investigado pudo haber sido la de atentar contra la integridad sexual o contra la vida de la víctima».
Se le investiga también por un delito de detención ilegal y un homicidio doloso en el caso de Diana Quer. Todo ello, indica la jueza, «con la provisionalidad propia del momento procesal» y sin perjuicio de que el avance de la investigación pueda permitir otras calificaciones más graves, como la de asesinato.
El Chicle se fue a trabajar después de matar a Diana y explicó cómo deshacerse de un cuerpo
José Ramón Abuín Gey raptó a Diana Quer en A Pobra do Caramiñal y trasladó el cadáver a Rianxo. La mató y la escondió en el pozo de una nave abandonada. Luego regresó a casa, también en Rianxo, durmió, y ya por la mañana regresó a A Pobra para trabajar en una conservera, como cada día. Poco después de la una fue a comer con algunos compañeros. En ese momento, la denuncia de la desaparición de la joven madrileña empezaba a coger fuerza, y la noticia, a través de los móviles, llegó a la mesa. El Chicle estaba tranquilo, su conciencia no le impidió comer ni dejar pasar la oportunidad de aleccionar al resto de comensales sobre cómo deshacerse de un cadáver.
Lo recordaba ayer uno de los compañeros presente: «En el trabajo tampoco es que hablara mucho, era más bien reservado, siempre en un segundo plano. Aunque, ¡ojo!, tiene pronto y le gustaba fanfarronear de temas turbios». En efecto, este individuo alardeó de que la ría es el mejor escondite posible, y que él no lo dudaría de verse en la situación: «Dijo que nada mejor que fondearla en la ría o algo similar, no lo recuerdo, pero sí que aseguró que la ría era lo mejor para hacer desaparecer algo». La verdad es que unas once horas antes sí se había visto en la tesitura, y apostó por la nave abandonada que en su día fue la sede de las gaseosas Pitusa.
Ahora que Abuín Gey es el autor confeso del crimen, los trabajadores de la citada conservera en A Pobra no salen de su asombro. Algunos recordaban ayer que su actitud no varió a medida que la dimensión social que alcanzó la desaparición de la joven madrileña se disparaba. «Iba a lo suyo, y eso que en A Pobra no se hablaba de otra cosa. El pueblo estaba lleno de medios de comunicación, se decía que había muchos agentes de la Guardia Civil de paisano haciendo su trabajo, pero él se mantuvo muy entero y pasando desapercibido. En todo caso, él traficó con coca, pero cómo podía pensar alguien que el culpable estaba entre nosotros cada día».