Asunta empezó a sospechar que algo malo le estaban haciendo
Galicia
Se quejó a sus profesoras de música de que sus padres le estaban dando unos «polvos blancos»
21 Sep 2018. Actualizado a las 15:09 h.
La autopsia demostró que, además de la gran dosis de lorazepam que se le suministró a Asunta el día de su asesinato, a la niña la habían estado drogando con esa misma sustancia desde al menos tres meses antes del crimen. Un tiempo en el que la pequeña, de 12 años, comenzó a sospechar de que algo malo le estaban haciendo sus padres.
Esos últimos tres meses de la vida de Asunta coinciden con episodios extraños que los padres de la niña no fueron capaces de explicar durante el juicio. Por la sala de vistas pasaron sus profesoras de música y relataron los días en los que la vieron como drogada, sin reaccionar, y que al preguntarle ella les dijo que llevaba dos días seguidos durmiendo y que su madre le daba «unos polvos blancos» que le explicaba que eran para la alergia, una dolencia que la pequeña negaba padecer. «Yo no tengo alergia, yo no tengo alergia y nadie me quiere decir lo que pasa», relató la profesora que le dijo y que luego le añadió: «No sé lo que me está pasando».
Asunta les explicó que esos polvos blancos se los daba su madre, aunque la propia Rosario Porto le replicó al juez que tendría que referirse a su padre, porque fue con él con quien durmió la noche antes de ese incidente en la escuela de música. Otro hecho probado que señalaba a Basterra es que fue él quien compró grandes cantidades de Orfidal antes del crimen.
Otro incidente extraño que hizo sospechar a Asunta en sus últimos meses de vida tuvo lugar el 4 de julio del 2013. Esa noche, según denunció la madre, un extraño con guantes de látex entró en el piso en el que ambas vivían aprovechando que se habían dejado las llaves puestas por fuera. Porto declaró que oyó un ruido, que se levantó y que vio cómo el intruso trataba de estrangular a su hija, que dormía.
Hoy me han intentado matar
Aquel incidente causó un gran impacto en Asunta, que al día siguiente se lo contaba a una amiga por WhatsApp a través de un mensaje que decía: «Hoy me han intentado matar». La interlocutora le preguntó que quién, y ella le respondió: «Mañana te llamo y te cuento. No hables de esto con nadie». Para los agentes que investigaron el caso, estas palabras, así como que después también narrara el incidente a la madre de otra amiga, ponen de manifiesto que la pequeña había comenzado a sospechar de sus padres. Quizás, incluso, que la noche del hombre de los guantes de látex fuese un primer intento del asesinato que después se consumó.