La Audiencia Nacional juzga a un narco fugado 14 años por una causa de 1999
Galicia
Pombar, de A Pobra, se escondió en África hasta su arresto, en diciembre, en Panamá
30 May 2019. Actualizado a las 05:00 h.
José Carlos Pombar entendió siempre la importación de cocaína de forma grandilocuente. Nada que no bajase de la tonelada y media. Eran los años noventa en Barbanza, y en la orilla norte de Arousa también surgían organizaciones criminales, asociadas con colombianos, que buscaban adueñarse del negocio en España. Pombar fue uno de aquellos aspirantes a la corona de oro blanco hasta su caída en desgracia. Mientras, en su pueblo natal, A Pobra do Caramiñal, se cuidaba mucho de la imagen que ofrecía. Alegaba que los rumores y las primeras investigaciones contra él eran mentira.
Fue director de la oficina de Caixa Galicia hasta su salida por presuntas irregularidades y participó del movimiento asociativo en la villa. Incluso ponía su honorabilidad a la altura de la más pulcra amenazando a periodistas con denuncias por difamación. Una cortina de humo que duró hasta que se estableció en Marruecos huyendo de la Justicia en el 2004. Se le ubicó siempre en África hasta su caída, el pasado mes de diciembre, en un aeropuerto de Panamá identificándose con un pasaporte de Guinea-Conakry.
El juicio comienza hoy y el barbanzano aún tiene una vista pendiente por otro alijo de 3.100 kilos Los investigadores creen que Pombar se habría desplazado al paraíso fiscal para solucionar gestiones financieras. Y es que la Policía Nacional lo acusa, durante estos 14 años, de salir a buscar toneladas de coca al Atlántico para almacenarlas en Mauritania, Guinea-Bisáu, Guinea-Conakry o Nigeria. Una especie de hombre franquicia y de confianza en el continente negro para sus colegas del negocio en Galicia que, desde hoy, empezará a rendir cuentas con la Justicia de su país.
José Carlos Pombar regresa a la Audiencia Nacional para ser juzgado por la operación Madera, ejecutada en 1999 de forma simultanea con la Temple, ambas dirigidas por el juez Baltasar Garzón. En la segunda operación, en la que figura como líder otro nombre propio del narcotráfico en Barbanza, Arousa y España, José Manuel Vila Sieira, O Presidente, se decomisaron diez toneladas de coca en el Atlántico con destino a Galicia. En la operación Madera no hubo alijo porque el barco tuvo una avería y no llegó a la entrega. El porte, según consta en la instrucción, sería de dos a tres toneladas más de droga.
Más cuentas pendientes
Pombar arrastra otra importante acusación por narcotráfico que igualmente será juzgada en la Audiencia Nacional. Se trata de la operación Percebe Miño, del 2004. Se le acusa de estar al frente de un cargamento de 3.100 kilos de coca, camuflados entre café, apresado a bordo del pesquero White Sands. Pombar, durante la operación, estaba en Marruecos y decidió esconderse en la magnitud de África, pues ese alijo era el último de otros que ya arrastraba y le auguraban al menos un par de décadas entre rejas.
El otro cargamento de coca (1.800 kilos) que se le atribuye fue aprehendido en el 2002 coincidiendo con la operación Candil. De otros 2.000 kilos, en este caso a bordo del Meniat, salió bien parado por la decisión del juez instructor de aplicar el principio de in dubio por reo, locución latina que expresa el principio jurídico de que en caso de duda, por ejemplo por insuficiencia probatoria, se favorecerá al investigado o acusado.
Enlaces de narcos sudamericanos captan drogadictos en Galicia para hacer de mulas
El ingenio de las mafias internacionales del narcotráfico sorprende prácticamente cada día con sofisticados métodos para esquivar los controles e introducir la droga en Europa. Uno de los sistemas tradicionales es el de las mulas, por el que utilizan a personas para transportar las sustancias, bien sea en el interior de sus cuerpos o en equipajes. Según parece, enlaces de organizaciones sudamericanas están captando drogadictos en Galicia para ejercer un papel no exento de riesgos, de hecho, se sospecha de que un grupo de media decena de barbanzanos han sido detenidos en Quito, la capital de Ecuador, cuando se disponían a regresar al Viejo Continente con cocaína. Sin embargo, solo se tiene constancia de la existencia de una denuncia por la desaparición de un ribeirense.
Al parecer, los enlaces contactan con individuos que atraviesan dificultades económicas para satisfacer su adicción a los que prometen sustanciosos ingresos si aceptan hacer de mulas e incluso les facilitan la documentación y billetes para realizar el viaje de ida y vuelta. Con el fin de convencerlos, incluso les aseguran que no tendrán problema porque está todo controlado en los aeropuertos, lo que suele ser falso y, además, utilizan a los captados para desviar la atención sobre otros transportistas a pequeña escala.