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Las víctimas gallegas del nazismo: «Mi abuela nunca pudo ser reconocida como viuda»

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Familiares sostienen una vieja foto de Manuel Rey Cruz, buenense muerto en el campo de Gusen

La mujer de Manuel Rey, buenense que murió en el campo de Gusen, sospechaba del fatal destino de su marido pero durante décadas nadie se lo confirmó

10 Aug 2019. Actualizado a las 22:14 h.

Para sus captores era el preso 3.547 del campo de Gusen, vinculado a Mauthausen, en la Austria anexionada por los nazis. Solo un número. No alcanzaba a ser ni siquiera un nombre. Para su familia en Bueu era un esposo y padre de tres hijos, y su ausencia dejó un vacío que aún hoy no se ha llenado. La emoción embarga a sus parientes al recordarlo. Fueron muchos años de silencio, sin pistas.

Manuel Rey Cruz fue uno de los al menos 109 gallegos que sucumbieron a manos de los nazis. Este buenense murió a los 43 años sin que sus vecinos supiesen de su destino. Nada. Ni una palabra durante décadas. «Mi abuela nunca pudo ser reconocida como viuda», señala Conchi Rey, nieta de Manuel.

La publicación de su nombre, junto con los de cuatro mil españoles más, en el BOE de este pasado viernes es el primer paso para que en el Registro Civil Central se inscriba su muerte. Parece increíble que el Estado haya necesitado tanto tiempo -la Segunda Guerra Mundial acabó hace 74 años-, pero la burocracia es así. Para sus familiares resulta incomprensible. Este reconocimiento, en opinión de la nuera de Manuel, María Ríos, «tardou moito en chegar». En todos estos años nadie desde la Administración se puso en contacto con ellos. Todo lo que saben es por asociaciones o publicaciones como Grial, donde apareció por primera vez su nombre y que sirvió como pista para desenredar el nudo gordiano del silencio de medio siglo.

Los tres hijos de Manuel son actualmente muy mayores. Dolores Rey Portela, tiene 94 años. José y María Rey Agulla tienen 85 y 87 años respectivamente. «Mi abuelo se casó en segundas nupcias», precisa su nieta. Eran una familia unida, que se quería. «A miña sogra sempre me contaba que o seu marido fora moi boa persoa, moi traballador, que sempre se preocupaba polos seus fillos», relata su nuera.

La vida no era fácil a mediados del siglo XX para una familia humilde en Galicia. Manuel era marinero y tuvo que irse fuera para ganarse la vida. Su nieta cuenta que se operó en Algeciras y que la Guerra Civil lo sorprendió en Andalucía, en la zona que controlaba la República. Temeroso de volver a Bueu por si había represalias, se fue a Barcelona y trabajó en una línea mercante entre la ciudad condal y el puerto de Niza.

En la Francia del régimen de Vichy, los españoles no eran queridos. Manuel fue detenido y conducido a un presidio francés. El 25 de enero de 1941 fue deportado. El 30 de mayo se registró su muerte en el campo de concentración. A Bueu nadie mandó aviso.

En Galicia, su mujer, que aunque sospechaba ser ya viuda nunca pudo probarlo, sostuvo a sus hijos con el sueldo de cocinera de la fábrica Massó. José, el más pequeño, no conoció a su padre. Tenía dos años cuando estalló la guerra. De su progenitor, solo le quedan una foto y los recuerdos de su madre y hermanas.


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