La Voz de Galicia

La ley declara muerta a María José Arcos

Galicia

xurxo melchor santiago / la voz

Pese al dolor que les supuso, la familia solicitó la declaración de fallecimiento para poder resolver la herencia de la madre

10 Jan 2020. Actualizado a las 18:57 h.

María José Arcos desapareció el 15 de agosto de 1996 sin dejar más rastro que su coche, un Seat Ibiza, abandonado junto al faro de Corrubedo (Ribeira). Estaba cerrado y en el interior se encontró la documentación, un bolso y la cazadora de esta compostelana que entonces contaba con 35 años y trabajaba en el servicio de Extensión Agraria de la Xunta. Esa fecha quedará para siempre marcada a fuego en la piel de la familia Arcos y muy especialmente en la de sus hermanas Rosa y Manuela. Como también el 2007, que es el año en el que la Justicia ha fijado su fallecimiento oficial después de que ellas se viesen obligadas a solicitarlo para poder resolver la herencia de su madre.

Cuando falleció Purificación Caamaño, la madre de las hermanas Arcos, la ley situó a la familia de la desaparecida ante una dolorosa encrucijada. Necesitaban solicitar a la Justicia que declarase oficialmente fallecida a María José para poder cerrar la herencia «pero esa era unha decisión que nunca quixemos tomar», señala Rosa Arcos, que ha actuado estos más de 23 años como portavoz familiar. Reconocerla muerta sin que una sentencia firme explique qué le paso aquel aciago día de agosto en el que salió de casa para ir a la playa y ya no regresó fue desgarrador.

Esa ausencia de una certeza legal no les ha hecho modificar en todo este tiempo ni un ápice sus convicciones. Los Arcos siempre han creído que María José fue asesinada y sus miradas han permanecido fijas en el único imputado que hubo por este asunto, Ramiro Villaverde, un antiguo amigo de la mujer que fue detenido en el 2011 pero que quedó después en libertad por falta de pruebas. Antes se registraron tres fincas del sospechoso, pero no se encontró nada y el caso se archivó.

Aquello fue un golpe duro para los Arcos que nunca llegarán a asimilar. Les queda, aseguran, el consuelo de que la opinión pública sabe que su hermana fue asesinada y, aunque admiten no ser optimistas, «sempre tes aí a esperanza de que algún día se resolva o caso», asegura Rosa Arcos. «A Policía nunca deixa de investigar, mais este é un expediente vivo, pero non activo», añade. La familia, advierte, nunca dejará de requerir que el caso se reabra cada vez que se presente la oportunidad «porque da forma en que se arquivou todo quedámonos ca sensación de que non hai xustiza».

La declaración oficial de fallecimiento de María José Arcos no afecta en modo alguno a la investigación del caso. «Tan só era algo que tivemos que facer obrigados porque, ao non ter ela máis herdeira que nosa nai —no tenía ni marido ni hijos— e ao falecer nosa nai, foi o propio xulgado o que nos instou a resolver a liquidación de bens, algo que nós non queriamos facer», recuerda.

Lo que no acaban de comprender es por qué el juzgado finalmente ha decidido que su hermana falleció en el 2007 y no en la fecha que ellos le propusieron, que coincidía con la de su desaparición. «Son cuestións administrativas que non se acaban de comprender», explica Rosa Arcos.

El trámite, que se resolvió después del verano, pone fin al caso, pero tan solo con unos puntos suspensivos. Quizás algún día los avances tecnológicos, la declaración de un testigo hasta ahora desconocido o un golpe de suerte permitan saber qué le pasó a María José Arcos.

Sonia Iglesias, Elías Carrera o Alfonso Mozos también desaparecieron de forma misteriosa

La de María José Arcos no es la única desaparición misteriosa que sigue sin resolverse en Galicia y sobre las que en muchas ocasiones planea la sombra de un posible asesinato. El caso más reciente es el del psiquiatra Alfonso Mozos Ansorena, al que se le perdió el rastro el 5 de diciembre del 2017. Su coche apareció en el puente sobre el Ulla que une Vedra con A Estrada. Los buzos buscaron varias veces el cuerpo en el río, pero siempre sin éxito, lo que ha impedido esclarecer si se quitó la vida o si se la quitaron, como sospecha su familia.

En el 2013, el 17 de julio, desapareció en Ourense el taxista Elías Carrera. Salió de casa y ya nada más se supo de él, lo mismo que le sucedió a José Manuel Mañana, de Arteixo, al que se vio por última vez en el Chuac de A Coruña el 2 de diciembre del 2012. Su familia cree que alguien pudo hacerle algo malo.

También sospechan de un asesinato los familiares de Rogelio Núñez, un jardinero de Bergondo que desapareció el 11 de enero de 1999. La Guardia Civil llegó a detener a su socio y buscó su cuerpo con un georadar, pero sin éxito.

El caso que más similitudes guarda con el de María José Arcos es el de la pontevedresa Sonia Iglesias, a la que se vio por última vez el 18 de agosto del 2010 en la ciudad del Lérez. El principal sospechoso también fue su expareja, Julio Araújo, al que se imputó por el presunto homicidio de la mujer, pero la causa también fue archivada porque nunca apareció el cuerpo.


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