La Voz de Galicia

Ourense y Lugo reivindican un impulso real a sus infraestructuras

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miguel ascón ourense / la voz
De la A-56, entre Lugo y Ourense, solo está en servicio un tramo de 8,8 kilómetros. En Vilamarín (en la foto) se ejecutaron 400 metros antes de paralizarse las obras

Las capitales del interior llevan dos décadas esperando por su autovía

22 Mar 2021. Actualizado a las 20:03 h.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, y el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, se reunieron la semana pasada para desbloquear proyectos clave en Galicia, como por ejemplo el traspaso de la AP-9. Mientras, en Ourense y Lugo escuece un poco que se hable tanto de esa autopista y, en general, de las infraestructuras del eje atlántico, cuando las dos capitales del interior ni siquiera tienen una vía de alta capacidad que las conecte. Existe sobre el papel desde que fue incluida en el año 2003 en el Plan Galicia, se llama A-56 y, después de casi veinte años de idas y venidas, solo se han ejecutado unos pocos kilómetros. Los 400 metros que se hicieron en Vilamarín antes de que se paralizasen las obras simbolizan la desidia con la que las Administraciones tratan ciertos proyectos.

Al llegar a Ourense, entre Eirasvedras y Quintela, la A-56 permitiría que la ciudad tuviese su primera vía de circunvalación, porque ni siquiera eso tiene la tercera ciudad de Galicia. De ese modo, se podría liberar de tráfico el acceso a través de la carretera N-120 desde Vigo, que se convertiría en un «bulevar termal», un viejo proyecto que ayudaría a potenciar los recursos termales que hay en las riberas del Miño. Pero, además de por la estética, la autovía entre Lugo y Ourense urge por la economía.

«Os políticos nunca fixeron forza suficiente», lamenta Lisardo González, empresario del sector maderero en Vilamarín, del lado ourensano, que echa en falta una mayor movilización de base. «A cidadanía parece que está medio adormilada», dice González, que remarca que «no eixo interior de Galicia non temos nin aeroportos, nin portos, nin ferrocarril, nin carreteiras dignas». Ahora mismo de la A-56 solo se ha ejecutado un pequeño tramo de 8,8 kilómetros que tardó doce años en construirse y que es poco operativo. Solo resulta útil para los desplazamientos entre la capital lucense y Vigo a través de O Carballiño y O Ribeiro.

«Ourense e Lugo teñen moitísimas cousas en común e resulta que estamos de costas. Imos buscar aos madrileños para que nos veñan ás termas e esquecémonos dos nosos veciños», lamenta González, que comparte esa visión con Miguel Ángel Areán, responsable de una empresa de comercialización de castañas en Chantada (Lugo). «A autovía serviría para vertebrar o interior de Galicia. As reivindicacións polas peaxes da AP-9 son xustas, claro que si. Pero, con todos os respectos, xa me gustaría a min ter unha AP-56 aínda que tivera que pagar peaxes. Polos menos, que teñamos a posibilidade de decidir se pagamos ou non pagamos e que nos dean a infraestrutura dunha vez», dice Areán, que añade: «Lugo e Ourense somos as provincias con máis problemas de despoboamento e peor nos irá se non nos atenden».

 

Ourense-Ponferrada

En Valdeorras se sienten la periferia de la periferia. A pesar de la importancia de su sector pizarrero o vitivinícola, llevan décadas reclamando con escaso éxito una autovía, la A-76 (que, curiosamente, enlazaría con la A-56 al llegar a Ourense). Serviría para conectar a los valdeorreses con la capital de la provincia ourensana y con la A-6 en Ponferrada. «No sé cuál es la causa, pero aquí siempre se retrasa todo», dice Araceli Fernández, bodeguera y presidenta de la asociación de empresarios de Valdeorras. Ella, y otros muchos, resisten, pero teme por el futuro: «¿Quién va a querer montar una empresa aquí? Estamos perdiendo muchísima población y no se ve solución. Tenemos que preguntarnos qué queremos ser dentro de cuarenta años y me temo que vamos camino de la desaparición».

La patronal valdeorresa reivindica con insistencia la autovía y últimamente también una mejora de la carretera que une la comarca con A Gudiña para así llegar más rápido a la estación del AVE de esa localidad.

Santi M. Amil

Los trenes son lentos, escasos y con malos horarios

El tren entre ambas capitales tampoco responde adecuadamente a las necesidades de sus habitantes. Se trata de una infraestructura obsoleta que, precisamente, esta misma semana se comprometió a modernizar la presidenta de ADIF, la gallega Isabel Pardo de Vera. Sus planes pasan por invertir más de 500 millones de euros en esa actuación, pero ourensanos y lucenses temen que con esa promesa ocurra como con otras muchas, que su tramitación y ejecución se eternice. Por ahora, los trenes son escasos y lentos. Para viajar mañana de Ourense a Lugo, por ejemplo, solo hay cuatro y el más rápido hace el recorrido en una hora y 35 minutos.

Los precios oscilan entre 6,90 y 11,75 euros y los horarios no son todo lo operativos que podrían ser. El primer convoy en salir de la capital ourensana lo hace a las 11.50 horas, por ejemplo, lo que imposibilita utilizar ese medio de transporte para ir a trabajar por la mañana o incluso para hacer gestiones. «Llegas y las Administraciones están cerrando», lamenta el ourensano Manuel Mosquera, de Galicia Baleira, una plataforma creada el año pasado por las federaciones vecinales de Lugo y Ourense para defender las inversiones públicas en ambas provincias. «Tienen que ejecutar cuanto antes tanto la autovía como la mejora del ferrocarril. No puede ser que aquí las promesas siempre caigan en el olvido», remarca Mosquera.

Dos actuaciones fundamentales para mejorar la conexión por tren serían las variantes de Rubián, en Lugo, y de Os Peares, justo en la frontera de ambas provincias. Con esas intervenciones se reduciría notablemente el tiempo de viaje hasta quedar en aproximadamente una hora. El PP echa en falta un impulso más decidido a estos dos proyectos por parte del Gobierno central y sus diputados de Lugo y Ourense se reunieron este sábado en la estación de Monforte de Lemos para abordar el asunto. Han pedido la comparecencia de Ábalos y de Pardo de Vera para que aclaren sus «verdadeiras intencións» con esas obras.


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