Miguel Corgos, un técnico con experiencia que deberá negociar la nueva financiación autonómica
Galicia
Además de los presupuestos, que están iniciando su periplo ejecutivo y legislativo, el nuevo conselleiro de Facenda tendrá que asumir frentes mucho más amplios y de enorme responsabilidad
17 Oct 2021. Actualizado a las 08:14 h.
El presidente de la Xunta suele recurrir a tres caladeros para cubrir los puestos de máxima responsabilidad: el partido o el grupo parlamentario cuando busca perfiles con más peso político; o la propia estructura del Gobierno autonómico, si se trata de asumir áreas más técnicas. En este relevo tan indeseado como necesario ha optado por promocionar al que ha sido el gran dominador de las cuentas públicas gallegas desde que el PP recuperó la Xunta en el 2009. Trabajó con tres conselleiros distintos, por lo que conoce bien los mantras de su nuevo jefe directo: mantener el rigor contable y el equilibrio financiero para no comprometer la autonomía administrativa y fijar con prudencia las previsiones y objetivos de crecimiento.
El momento en el que se produjo la repentina muerte de Valeriano Martínez, con los presupuestos a punto de iniciar su periplo ejecutivo y legislativo, puso el foco en el carácter contable de la Consellería de Facenda, pero los frentes que asume son mucho más amplios y de enorme responsabilidad, porque también se trata del departamento que abona las nóminas de los cerca de cien mil empleados públicos de la Xunta. Además, se encarga de la formación de los funcionarios, de las negociaciones laborales con los sindicatos y de las ofertas públicas de empleo, en plena ola de reemplazos, y también por delante el reto de pagar a los miles de proveedores de la Administración gallega, una cuestión en la que Galicia siempre consigue buenos tiempos de respuesta.
Un frente de comunidades
Un frente estratégico que no es desconocido para Corgos es el de la financiación autonómica. Será, si la inestabilidad política lo permite, el gran debate sobre el que pivotarán buena parte de las polémicas territoriales de los próximos meses, porque supone definir a largo plazo el reparto de los fondos desde la caja común estatal a las comunidades.
El posicionamiento de Galicia está muy definido. La Xunta aspira a que las transferencias cubran los costes reales de los servicios públicos, más altos allí donde hay más población dispersa y envejecida, pero para conseguir ese objetivo antes hay trabajo de fontanería por hacer para conformar un bloque de presidentes en la misma sintonía. Ocho líderes autonómicos se reunirán en Santiago el 2 de noviembre para tejer una alianza frente a comunidades con economías más pujantes y con mayor dinamismo demográfico, que optan por otros modelos de reparto. Y después está Cataluña, que exige su propia negociación bilateral.
Para Corgos, el legado de Valeriano Martínez será técnico, organizativo y emocional, pero también económico. El último triunfo contable del de Aldán fue sonado, porque suyo fue el empeño de pelear por los 212 millones que el Ministerio de Hacienda dejó de pagarles «aos galegos», como él decía, por una mensualidad de IVA no transferida, cuestión que acabó ganando en los tribunales. Esa partida llegará pronto, porque está recogida en los Presupuestos estatales, pero quedan todavía otras batallas con Madrid, como la reclamación de 170 millones que la Xunta demanda por haber cumplido con el equilibrio financiero en dos ejercicios, un compromiso incumplido del Gobierno.