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Del prejuicio al orgullo: ¿Por qué se reivindica la «Galicia profunda»?

Galicia

Manuel Varela redacción / la voz
La imagen que compartió Feijoo de bebé junto a las campañas de Podemos y BNG

Especialistas defienden la «resignificación» de las palabras de la jueza marbellí en algo potente: «Recollen o insulto e rínse desa apreciación estereotipada»

28 Oct 2021. Actualizado a las 17:06 h.

Hubo quien lo recibió como una ofensa, y hubo quien lo relativizó con humor, ilustrando con una mina a cielo abierto dónde estaba la «Galicia profunda» o alertando de que lo único profundo en Muros era el mar. Pero hubo, sobre todo, cientos de mensajes en redes sociales reivindicando esta semana esa Galicia que una jueza, desde Marbella, empleó de forma peyorativa como uno de los argumentos para quitar a una madre de la parroquia de Torea la custodia de su bebé. Lo que había sido un elemento despreciativo terminó por convertirse en un motivo de orgullo, y lo hizo para personas de distinto perfil político o social. «Que mínimo que reaccionar así e censuralo. Resignificouse o termo da Galicia profunda», explica Helena Miguélez-Carballeira, profesora en la Universidad de Bangor (Gales) y autora del ensayo Galiza, um povo sentimental? (Através Editora, 2015).   

La filóloga destaca la «resposta de orgullo» que se produjo de forma transversal y que vincula a sacudirse los prejuicios entre el ámbito urbano y el rural. «Todos os procesos de desenvolventismo, de urbanización rápida que sufriu España no franquismo, levaron á sociedade a asociar a vida urbana coa modernidade. É preocupante que exista xente que o conceptúe como unha forma de vida normal e digna fronte a un rural que non o é», expone esta socia del espacio de investigación Clara Corbelhe. Y más preocupante aún, entiende Miguélez-Carballeira, si esa visión parte de una jueza: «Que ideoloxía a asiste para usar este termo nunha sentenza?». Frente a eso surge la confrontación unánime a la magistrada, siendo Galicia uno de los pocos territorios que conservan un estilo de vida «non eminentemente urbano» y que todavía saca provecho a la economía y sociedad rural. «Claro que hai que reaxir con orgullo. Vivimos ademáis nun momento histórico no que eses valores do rural estarán de novo en alza se queremos salvarnos», añade. 

El antropólogo Manuel Mandianes habla desde lo que él mismo denomina «Galicia profunda», en las montañas ourensanas próximas a la raia. «A sentenza da xuíza é froito da ignorancia. Está influenciada polo concepto da España vaciada, abandonada, na que non hai servizos nin xente coa que falar», afirma. En cambio, a su alrededor hay colegio, médico e infraestructuras que lo conectan con el resto del mundo.

Un pueblo dolido

Para el escritor ha habido dos tipos de reacciones. Una, como la suya, de la necesidad de «aclarar o positivo que ten a Galicia profunda, que conserva as tradicións». Otros, en cambio, habrían encontrado un «inimigo común» en la juzgadora tras haber permanecido ajenos a las zonas rurales.

 

 

La antropóloga de la Universidade de Santiago Beatriz Busto Miramontes, doctora con la tesis La Galicia proyectada por NO-DO, advierte del «carácter colonial» y de los estereotipos cargados de prejuicios en el texto de la jueza. «É interesante o que pasa porque a reacción mostrada é máis de indignación que de oposición», reflexiona sobre la respuesta al auto, que deja de ser oposición y recae «de xeito perverso en estereotipos de profundismo». «Hai unha violencia coa autoasunción de fórmulas carcelarias que levan décadas instaladas e nos esencializan en lugares moi limitantes para todos nós», continúa. Desde el punto de vista de su especialidad, «hai un pobo doído que volve sentirse insultado». Observa que, de nuevo, se asocia a Galicia con un estereotipo de «primitivismo e cousas que non mudan», una Arcadia en la que todo sigue igual.  

Beatriz Busto argumenta que la expresión de la magistrada viene de fuera, pero termina alimentándose dentro. «O estereotipo chega de fóra, dunha persoa do mundo xudicial nun territorio estrano e cunha imaxe prexuizosa do que é Galicia, ignorante dunha realidade social e cultural e cunha perspectiva de clase que habería que analizar, porque remite aos cartos e ao poder do posto de traballo do pai», pero que una vez llega a la comunidad, el cliché se acaba acentuando con la molestia y rabia en las respuestas o con las imágenes de postal para defender esa Galicia rural. «Tratando de axudar a reventar o estereotipo, publícanse fotos cun profundismo tremendo e escuridade, cunha constante alusión á beleza galega, como se Galicia non puidese ser fea e punto!», ríe la antropóloga. 

Y de ahí parte también el esfuerzo por otorgar una nueva connotación a las palabras de la jueza. Las respuestas que asumen ser parte de esa Galicia profunda son «moi potentes», entiende la doctora, ya que recogen el insulto y «devólveno con humor e ironía, rínse desa apreciación estereotipada». 

Para Helena Miguélez-Carballeira, la reacción demuestra hasta qué punto el contacto con el estilo de vida rural sigue siendo hegemónico en Galicia. «Mesmo para os que nacemos en cidades e tivemos relación directa coa nosa xente do rural, como avós e pais. Somos moitos e esa é unha experiencia que determina a vida de todos nós», reivindica sobre una generación para la que los posibles complejos de décadas anteriores han desaparecido. 

Llega a la política

Los políticos no tardaron en descubrir esa hegemonía rural en el imaginario popular de los gallegos a partir de las reacciones en redes sociales. Analistas consultados en partidos con representación parlamentaria apuntan a que hay una reivindicación «máis social que política» y que la expresión empleada por la magistrada tocan un resorte sobre los prejuicios que los gallegos sienten desde fuera.

La polémica llevó a Alberto Núñez Feijoo y a Ana Pontón a reafirmarse como niños criados en la aldea. «Entre medrar nunha aldea como Chorente ou nun lugar como Marbella, teño clara a miña elección», respondió la líder nacionalista, mientras el presidente de la Xunta compartía una foto de bebé en Os Peares. Partidos como Podemos publicaron postales bucólicas de esa Galicia Profunda y el BNG inició una campaña con la etiqueta #ProfundamenteGalego/a. La formación incluso impulsó una declaración en el Parlamento que fue aceptada por todos las fuerzas políticas. 

«Ao mellor, hai uns anos, había un proxecto politico que buscaba deslindarse desa Galicia rural e agora a recoñecen a nivel cultural e simbólico», considera Miguélez-Carballeira. Apunta a un complejo generacional que se inculcó a los gallegos en décadas anteriores y que hoy ya no existe, por lo que los partidos tienen una estrategia a seguir. Beatriz Busto ve «unha campaña moi similar» a anuncios comerciales que estereotipan Galicia, pero no cree que exista un márketing detrás de estas iniciativas: «O feito de que as redes sexan tan invasivas esixe unha resposta política. Están obrigados a dicir algo porque é un caldo de cultivo moi polémico, cunha muller que quere vir a Muros co seu neno e non lle deixa unha xuíza».  


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