¿Quién es María Jamardo, la gallega que ha minusvalorado el bombardeo de Guernica?

Cuando Mario Conde presentó su partido, Sociedad Civil y Democracia (SCD) en Santiago, una periodista viguesa abordó al exbanquero para ofrecer sus conocimientos para trabajar a favor del proyecto político que el que fuera presidente de Banesto trataba de poner en marcha para abrirse un hueco en el espectro derecho del tablero. María Jamardo (Vigo, 1979) comentó a Conde y a Daniel Movilla, su hombre de confianza, que contaba con una empresa de comunicación y experiencia, lo que el banquero enseguida captó, aceptando su ofrecimiento para nombrarla responsable de prensa en Galicia primero, y jefa de campaña en las elecciones del 2012 con las que el exbanquero trató de ganar de nuevo popularidad y e intentar hacerse con un escaño en el Parlamento de Galicia para convertirlo en su altavoz tras haber fracasado en su intento anterior del año 2000. 

Aquellos comicios, en los que lo que más se comentó de Conde fue el marcado y exagerado acento gallego que lució en sus mítines, marcó el final de su aventura política al cosechar en toda la comunidad 15.781 votos. Pero la retirada del exbanquero le dio a María Jamardo la oportunidad de coger el traspaso en el 2013. Venció en unas elecciones internas con 100 votos frente a los 28 y 17 de sus oponentes y se hizo con el mando bajo el lema de «no pensemos en qué futuro dejamos a nuestros hijos, sino en qué hijos dejamos a nuestro futuro». Su carrera política, como la de su mentor, fue corta. A los cinco meses presentó su dimisión. «Tuvimos la sensación de que había sido tentada por Ciudadanos», comenta un compañero de aventura respecto a aquel capítulo en el que se debatió SCD antes de desaparecer en medio de corrientes internas que llevaba a sus pocas ya militantes a pensar en C's o Vox. 

«Perdió ilusión al marcharse Mario Conde. Pero ella de tonta no tiene un pelo», comenta otro militante de la misma formación. Jamardo aludió entonces a «motivos personales y profesionales» para explicar su abandono, pero insinuando «filtraciones interesadas, difamaciones e informaciones falsas» para cortar su vinculación con la siglas que presidió y que ella misma había convocado para debatir su desaparición.  

De su incursión política saltó a los medios digitales después, como Libertad Digital, OK Diario y ahora El Debate, además de en tertulias televisivas y radiofónicas en esRadio, Telemadrid o Telecinco, cadena en la que dentro del programa Ya son las 8, mostró su disconformidad el martes con la comparación que hizo de la invasión de Ucrania con el bombardeo de Guernica el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en su alocución al Congreso de los Diputados. «Me ha parecido mal, porque yo creo que hay que recordar que, en aquel momento, el socialismo y el Partido Comunista estaban del lado o tenían el apoyo de Stalin», dijo Jamardo en el debate abierto sobre las palabras del líder ucraniano. Y continuó: «Ni el que bombardeaba era bueno, ni los bombardeados eran tan buenos tampoco. Ni el que bombardeaba era malo, ni los que eran bombardeados eran tan buenos», añadió, para discrepar que se pueda comparar una guerra civil con la guerra desatada en Ucrania.

La conductora del programa, Sonsoles Ónega, ha pedido perdón por las palabras de Jamardo, desmarcándose de su puntos de vista. «Ayer, en este programa, una colaboradora expresó una opinión personal sobre el bombardeo de Guernica a raíz de las palabras del presidente Zelenski. Y quiero decir algo desde aquí: este es un espacio abierto, donde tienen cabida todos los criterios. A veces pasa, y ayer ocurrió, que esos criterios han resultado ofensivos para las convicciones de nuestros espectadores e incluso injustos con la historia. No pasa nada por pedir disculpas y lo hacemos, a quienes se han sentido injuriados, entre los que se puede encontrar este equipo. Se hizo un mal uso de la libertad de expresión, que Telecinco garantiza siempre, y reitero en nombre de esta empresa, que es mi casa, que esa forma de interpretar la historia más dolorosa de España, no coincide en absoluto con nuestra forma de pensar y, desde luego, no con la mía».