Así serán las nuevas residencias para mayores: habitación individual, grupos reducidos y más cuidadores
Galicia
El acuerdo entre Gobierno y autonomías decreta el final de las sujeciones y de los «pastillazos» para inmovilizar y controlar a los residentes en un máximo de tres años
28 Jun 2022. Actualizado a las 20:13 h.
Todo nueva residencia de mayores o discapacitados, sea pública o una privada que quiere concertar sus servicios, deberá ser pequeña, tener prácticamente todas las habitaciones individuales, funcionará en torno a grupos muy reducidos de convivientes (de un tamaño casi hogareño) que tendrán sus propios espacios comunes y cuidadores, la ratio de personal crecerá hasta en el 60 %, deberán pasar controles permanentes de calidad, el acceso a la sanidad del residente será igual al de cualquier vecino de la zona, los internos serán quienes digan cómo quieren vivir y decorar sus estancias, tendrán voz y voto en el funcionamiento del centro, y verán como se destierran para siempre de su vida las sujeciones o los pastillazos para mantenerlos fácilmente controlados. Así serán los nuevos centros, pero muy semejantes acabarán siendo también las actuales, que dispondrán de un período máximo de siete años (hasta diciembre de 2029) para adaptarse a las principales exigencias del nuevo modelo.
El Ministerio de Derechos Sociales, dirigido por Ione Belarra, y los responsables autonómicos han cerrado hoy, por la mínima y tras tensas y duras negociaciones, un acuerdo que podría calificarse de revolucionario en un país que cada vez tiene una población más envejecida. Reunidos en el Consejo Territorial de Servicios Sociales han pactado, por diez votos a favor y nueve en contra, el nuevo documento de requisitos mínimos para la acreditación y control de calidad de los centros y servicios que atienden a los dependientes, con especial protagonismo del nuevo modelo de residencias de mayores y de discapacitados, pero también con notables cambios en la atención domiciliaria, los centros de día y la teleasistencia. Belarra lo tiene claro: «Es uno de los acuerdos más importantes de la legislatura».
La conselleira de Política Social, Fabiola García, lamentó la «improvisación e o escurantismo» del Gobierno en su modelo. Interpreta que «dificulta o acceso» de los ciudadanos a los cuidados y supondrá «a pérdida de prazas e postos de traballo».
El acuerdo ha contado con el voto en contra de cuatro de las autonomías del PP (Madrid, Murcia, Andalucía y Galicia) y de la socialista Castilla-La Mancha, que lo consideran de máximos y sin financiación, y de Cataluña y Euskadi, que creen que invade competencias. Las socialistas de Extremadura, que hace un mes bloquearon el pacto al sumarse al veto de las populares, engrosaron hoy el sí tras saber que se negocia con Hacienda que unos 4.000 millones de los fondos europeos se destinen entre 2023 y 2026 a financiar las reformas y adaptaciones precisas en las residencias antiguas.
El cambio de modelo no es ajeno al escándalo social desatado tras conocerse las lamentables condiciones en las que se vivía en muchísimas residencias de mayores de este país, sacadas a la luz por la terrible mortandad causada en estos centros por la pandemia de coronavirus. Masificación, falta de personal y de cualificación de los cuidadores, desconexión con los servicios públicos de salud, deshumanización, desatención o ausencia de controles de calidad fueron algunos de los males más repetidos, lo que llevó al cierre de algunas residencias y a cientos de denuncias ante los tribunales.
Los nuevos mínimos buscan decir adiós al vetusto concepto de asilo e inaugurar el de hogar colectivo, donde la norma general será el tamaño familiar y la atención personalizada. Estos son algunos de los cambios más importantes:
Unidades de 15 convivientes. Un sitio lo más parecido a un hogar. Será la estructura básica organizativa de cada residencia. Grupos de convivientes estables con ese número máximo, con los mismos cuidadores y educadores e instalaciones propias (sala de estar, comedor, cocina), conexión a internet y estancias personalizadas y decoradas al gusto de los usuarios. El modelo rebaja la ansiedad y la depresión, reduce el uso de psicofármacos y aumenta la movilidad y las relaciones.
Un 65% de habitaciones individuales. Las nuevas residencias deberán tener al menos el 65% de habitaciones individuales con baño adaptado y el resto dobles. Podrán personalizarse con los objetos y muebles del residente. En el caso de las actuales, esta exigencia no será obligatoria para las de menos de 35 plazas y el mínimo de cuartos individuales podrá no pasar de un 25% en ciudades y de un 10% en zonas rurales.
Un cuidador por cada dos internos. Se establece un calendario progresivo para el aumento de personal de atención directa a los residentes, que en 2029 deberá haber logrado un crecimiento del 60% en los centros de mayores y del 20% en los de discapacitados (donde ya hoy es más exigente). La ratio de las residencias de mayores pasará de 0,27 cuidadores por residente a 0,43 en no más de siete años, lo que supone que haya prácticamente un cuidador por cada dos internos.
Tope de 120 plazas. El tamaño de las residencias nuevas mermará. Se acabaron los macrocentros. El tope será de 120 plazas en las instalaciones de mayores ubicadas en las ciudades y de 50 en las de discapacitados. Los centros de jubilados de áreas rurales no podrán tener más de 75 internos y los de los pueblos no pasarán de 90.
Adiós a las sujeciones. En un plazo máximo de tres años ningún centro de mayores o discapacitados podrá usar sujeciones físicas, mecánicas o farmacológicas para inmovilizar o controlar a sus residentes. La excepción, si se da el caso, será una situación de urgente necesidad en la que corra peligro físico el propio residente, un cuidador o un tercero y en la que se hayan agotado otras alternativas menos agresivas.
Conectado a la vida social. Los nuevos centros deben estar próximos a espacios de actividad social y comunitaria. Nada de aislar a los mayores, la preferencia es el suelo urbano. Los internos tendrán las mismas facilidades de acceso a los centros de salud y hospitales públicos que el resto de vecinos de su barrio.
Vivir como te guste. Los centros deberán realizar planes de convivencia personalizados, con atención a las preferencias de vida y ocio del residente, para poder darle los apoyos y cuidados necesarios. También deberán ofrecerle ayuda para hacer testamento vital y recoger sus últimas voluntades.
Consejo de residentes. La dirección del centro creará un órgano de asesoramiento, consultivo y con competencias para hacer propuestas de mejora que estará formado por representantes elegidos por y entre los residentes (y en su caso también por familiares).
Evaluaciones públicas. El acuerdo obliga a los servicios de inspección de las autonomías a evaluar la calidad de funcionamiento y el cumplimiento de los parámetros mínimos en todos los centros, evaluaciones que serán públicas y que tendrán repercusión en la firma o renovación de conciertos.
Participación de las familias. Se dará protagonismo a familiares y allegados en el proceso de adaptación al centro, habrá canales de comunicación permanentes, reuniones de intercambio periódico de información y las visitas serán libres siempre que se desee.
Personal formado y establece. El personal de todos los niveles tendrá que tener cualificación profesional acreditada, recibirá planes de formación y se favorecerá con más financiación a los centros que disminuyan la temporalidad y las jornadas parciales de sus plantillas. Todos tendrán que estar dados de alta en la Seguridad Social o en el régimen de autónomos.
Refuerzo de la atención a domicilio. Aunque el grueso del acuerdo se centra en las residencias, prevé muchas medidas de refuerzo de la atención a domicilio de dependientes, pues su casa es el lugar donde quieren residir la inmensa mayoría de los mayores españoles. La asistencia se dará a través de pequeños equipos de proximidad, que atenderán a las mismas personas de las mismas zonas para minimizar desplazamientos y rotaciones y poder dar un trato más personal y familiar. El acuerdo prevé aumentar de aquí a 2023 lo suficiente la plantilla como para poder cumplir una ratio mínima de 7,20 trabajadores por cada 1.000 horas de asistencia mensuales. Los coordinadores de este servicio deberán realizar al menos una visita domiciliaria al beneficiario cada año y los cuidadores dispondrán de un 5% del tiempo para tareas de organización del servicio.
Mejora de los centros de día. Los centros de día para mayores y los de discapacitados tendrán un notable aumento de personal antes del 31 de diciembre de 2023. Los primeros elevarán la ratio de personal por cada cliente un 31% (hasta alcanzar 0,25), lo que supone un profesional por cada cuatro residentes, y los segundos elevarán la plantilla en igual plazo en un 36% (hasta alcanzar la ratio 0,30), o lo que es lo mismo, tres profesionales por cada diez usuarios.
Teleasistencia relanzada por inteligencia artificial. La nueva teleasistencia otorgará la misma importancia a la relación con el cliente y su situación emocional que a los aspectos meramente asistenciales, dejando atrás el dispositivo conectado a la línea fija telefónica y evolucionando hacia dispositivos y sensores de 'internet de las cosas' que ya están en el día a día de muchos hogares o lo estarán en el corto plazo. Podrá haber detectores de actividad, de caídas, de apertura de puertas, dispensadores de medicación o geolocalización fuera del domicilio, por ejemplo. El control de datos a gran escala y la aplicación de inteligencia artificial permitirá obtener información y detectar cambios significativos en los patrones de comportamiento de la persona en situación de dependencia, facilitando una atención personalizada y proactiva.