La Voz de Galicia

Los interrogantes del nuevo contenedor marrón que llegará en el 2023

Galicia

Mónica P. Vilar
El programa Composta incorporó a la recogida de Pontevedra un nuevo contenedor de color marrón

Europa obliga a separar los residuos orgánicos antes de que acabe el próximo año, pero el modelo que se empleará aún se desconoce en la mayoría de los concellos

19 Dec 2022. Actualizado a las 17:01 h.

El año que estamos a punto de estrenar debería ser el de la implantación generalizada del conocido como contenedor marrón. Una directiva europea establece que antes de que termine el 2023, todas las localidades deberán contar con una manera de recoger por separado los residuos orgánicos (o bien de reciclarlos en origen, mediante el compostaje casero, por ejemplo).

Como toda novedad, llega envuelta en algunas dudas. La que resulta más importante aclarar de cara al buen funcionamiento de este nuevo recurso es qué se deposita en ese colector. Para empezar, hay que saber que su objetivo es dar una nueva vida a los biorresiduos, es decir, los relacionados con la comida o las plantas. Convertirlos en compost de calidad (un tipo de fertilizante natural) es la mejor manera de valorizarlos. Para eso es muy importante separar bien los residuos orgánicos y no contaminarlos con otros que puedan impedir o degradar esa materia fertilizante.

¿Qué meter entonces en el cubo de la basura orgánica? Todo tipo de restos de alimentos (pieles de frutas y verduras, huesos, espinas de pescado y conchas de marisco, cáscaras de huevo, pan reseso, cortezas de queso...) y las sobras de las comidas ya cocinadas, pero también los posos del café o las bolsitas de infusiones, las servilletas y el papel de cocina usados (pero sin manchar de aceite), o los tapones de corcho natural de las botellas. Pero también podemos tirar aquí los ramos de flores y pequeños restos plantas y césped (eso sí, en los que no se hayan usado pesticidas o insecticidas, y siempre que no sean ramas de buen tamaño procedentes de podas).

Hay otras cosas que pueden generar dudas, pero que nunca deben ir al contenedor marrón. El aceite, aunque se haya utilizado en la cocina, no puede tirarse en él. Tampoco los pañales ni las compresas o los tampones. Chicles, toallitas húmedas, colillas o arena para gatos también quedan excluidos. Y sobre el cubo de la materia orgánica tampoco debe hacerse ese gesto tan común de vaciar el depósito de la aspiradora o el recogedor después de barrer.

Contenedores con llave en Carballo

Más difícil es explicar cuál será el modelo concreto de recogida de estos biorresiduos en cada municipio, ya que las competencias en esta materia recaen en los ayuntamientos, y cada uno puede organizar su propio sistema, decidiendo tipo de contenedor, ubicación, acceso, períodos de recogida...

 Algunos, aunque no son mayoría, ya tienen en marcha desde hace tiempo el contenedor marrón. Uno de ellos es el Concello de Carballo (gobernado por el BNG). Hace unos seis años empezó con el compostaje doméstico individual en las parroquias rurales, y poco después se sumó a una experiencia piloto promovida por Sogama para todo el núcleo urbano, que hoy ya está bien consolidada. ¿Cómo lo hacen? En este municipio han optado por que los vecinos interesados en separar la materia orgánica se inscriben en el programa de recogida. A partir de ahí reciben un kit con un cubo de diez litros, bolsas compostables (para no tirar los restos en una bolsa plástica y que puedan ir directos al compostaje), un tríptico informativo y, además, una llave para poder tirar esta basura en los colectores marrones que hay repartidos por la localidad. No en vano, el proyecto se ha denominado 'Ti tes a chave'.

«Cremos que a participación neste proxecto ten que ser voluntaria e moi consciente, para que os residuos veñan ben separados, sen materiais impropios que contaminen o material que se vai compostar. Se os contedores non teñen chave e están abertos a calquera, a xente mete máis cousas que non debe, e se non vai todo ben separado, é máis difícil valorizar os biorresiduos», explica Luis Lamas, concejal de Obras e Servizos de Carballo. Al anotarse, quienes dejan sus residuos en el contenedor marrón son gente especialmente interesada en el reciclaje y en separar adecuadamente. El Concello calcula que ya hay más de 1.400 familias y 125 empresas comprometidas con la gestión responsable de los residuos orgánicos. «É moi importante, porque a materia orgánica supón máis do 40 % dos residuos que xeramos», puntualiza Lamas, que destaca la buena calidad de los biorresiduos que Carballo entrega a Sogama, con un bajísimo porcentaje de materiales impropios.

Poner en marcha el contenedor marrón supuso algo de trabajo (reparto de material, campañas de concienciación, colocación de contenedores, que hay que mantener muy limpios, vaciado cada cinco días...) y también un encarecimiento del servicio, que Lamas calcula en torno al 10 %. «Encareceu a recollida e o transporte, pero temos claro que é necesario. Hai que concienciarse, para nós é unha pata máis da consigna integral que levamos a gala de 'Carballo limpo'. Estamos a falar de deixar un mundo mellor aos que veñen detrás, hai que se comprometer», defiende el concejal.

Isletas de cinco contenedores abiertos en Arteixo

A pocos kilómetros de Carballo, en el municipio de Arteixo (gobernado por el PP), también existe desde hace años el contenedor marrón, aunque el modelo es otro. Este concello municipalizó el servicio de recogida de basuras en el año 2018 y optó por implantar un sistema de separación y reciclaje más acorde con los estándares europeos. Así, decidió instalar isletas de cinco contenedores, de manera que en cada punto puedan dejarse a la vez todas las posibles fracciones de la basura: el vidrio (depósito verde), el papel y el cartón (azul), los envases ligeros (amarillo), la materia orgánica (marrón) y el resto (gris, con lo que no va en ningún otro contenedor o no se ha separado). «Somos pioneros en Galicia en la contenerización de cinco, que es lo que se hace en las comunidades más avanzadas. Los vecinos tienen mucho más cerca de sus domicilios todos los posibles contenedores, facilitamos las cosas, porque no todo el mundo está dispuesto a caminar e ir a distintos puntos para dejar cada tipo de residuo», defienden fuentes del Concello.

En el caso de Arteixo, el contenedor marrón está abierto y accesible a cualquier vecino, como el resto de los depósitos, y aunque aseguran que está funcionando bien, reconocen que están estudiando probar un sistema de acceso más restringido, en el que el container se abra con una tarjeta, para lograr residuos aún más limpios.

¿El nuevo sistema de cinco contenedores encareció la recogida? Asegura el Concello arteixano que no, porque se adquirieron depósitos de extracción vertical y camiones automatizados, que puede llevar una sola persona y con los que la recogida es más eficiente. «Además, separar los residuos supone ingresos. Ecovidrio o Ecoembes pagan al Concello por tonelada recogida de cada material, es decir, recibimos dinero por reciclar. No es que pague el servicio completo, pero sí nos permite tener el recibo más bajo de la comarca», apuntan. De hecho, Arteixo está recaudando unos 120.000 euros anuales por el envase ligero reciclado, 30.000 anuales por el vidrio, y entre 9.000 y 15.000 euros trimestrales por el papel  y el cartón.

Por los contenedores con llave optarán también en O Barco de Valdeorras, un concello que, pese a apostar por el reciclaje (comenzaron con el compostaje doméstico hace más de quince años), es crítico con las obligaciones que se imponen a los ayuntamientos en esta materia. «No se puede implantar esto de un día para otro, hay que organizar las infraestructuras. No es solo contenedores y recogidas, también tiene que haber plantas cercanas a las que llevar los residuos», dice el alcalde, Alfredo García (PSdeG), que se queja de que «se legisla mucho en los despachos sin saber cuál es la realidad de los ayuntamientos, dicen ''hay que hacerlo'', y no piensan cómo, parece que los concellos siempre estamos al servicio de las otras Administraciones».

Otras opciones fuera de Sogama

Otros municipios que en lugar de enviar sus residuos a Sogama lo hacen a la planta de tratamiento de Nostián, como el de A Coruña, tienen desde hace años un contenedor aparte para la materia orgánica, en el caso de la ciudad herculina abierto y disponible para toda la población, ya que el compostaje fue la bandera inicial de la planta que gestiona Albada. Aquí se permite que los biorresiduos se tiren en bolsa plástica normal, e incluso que se dejen pañales usados.

También los concellos acogidos al complejo medioambiental Serra do Barbanza tienen desde hace tiempo recogida selectiva de la fracción orgánica de la basura para convertirla en compost.

Más infraestructuras para valorizar los residuos orgánicos

La separación de la fracción orgánica y su recogida sería inútil sin infraestructuras para recoger esos residuos y tratarlos. Dado que la gran mayoría de concellos (295) están adscritos a Sogama para el tratamiento de su basura, la entidad ha diseñado un plan para aumentar la red a lo largo del año próximo. Según explican, habrá cuatro plantas de biorresiduos, una por provincia: Cerceda, en A Coruña -ya en funcionamiento-; Cervo, en Lugo; Vilanova de Arousa, en Pontevedra; y Verín, en Ourense. Pero además se prepararán trece plantas de transferencia de apoyo con puntos de trasvase para la materia orgánica (por ejemplo, añadiendo tolvas específicas a plantas ya existentes), desde las que luego se llevaran los biorresiduos a los puntos de tratamiento.

El objetivo, apuntan, es que cualquier ayuntamiento disponga de una planta de biorresiduos o de transferencia a menos de 50 kilómetros de distancia. Desde Sogama aseguran que ya se han comenzado los trabajos y que todas las instalaciones irán entrando en servicio a lo largo del 2013.


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