El rey emérito se reencuentra con el Bribón en el puerto de Sanxenxo
Galicia
Juan Carlos I ha vuelto a pasar la tarde en casa de su anfitrión, Pedro Campos; por la mañana salió a entrenar con su embarcación durante más de dos horas por la ría de Pontevedra
20 Apr 2023. Actualizado a las 23:14 h.
Tras un primer día de estancia en Galicia en el que Juan Carlos I apenas se dejó ver en público, este jueves el rey emérito sí ha visitado el puerto deportivo de Sanxenxo, la localidad pontevedresa en la que, hospedado por su amigo Pedro Campos y su esposa, Cristina Franze, prevé estar hasta el domingo, en la que es su segunda visita a España desde que en el 2020 se fue a vivir a Abu Dabi.
Pasaban las once de la mañana cuando el padre de Felipe VI abandonaba la casa de sus anfitriones en Nanín a bordo de un Volvo, con Campos al volante y él ocupando el asiento del copiloto, la misma disposición de este martes cuando el empresario y regatista le recogió en el aeropuerto de Vigo para trasladarlo hasta Sanxenxo. Igual que entonces, tampoco hubo declaraciones a los numerosos medios que aguardaban a la puerta, ni bajó, como en otras ocasiones, las ventanillas. La mano derecha levantada a modo de saludo fue todo lo que las cámaras pudieron captar tras el cristal.
Juan Carlos I se reencuentra con el Bribón en Sanxenxo
En un día bastante gris y más fresco que las últimas jornadas, el emérito llegó al puerto de la localidad donde, aquí sí, además de expectación mediática había bastantes curiosos aguardando en el espigón. Vestido con pantalón azul marino, chaleco oscuro y polo blanco con el logo del Xacobeo 21-22, el exmonarca salió del coche y departió unos minutos con un grupo de conocidos, antes de bajar a los pantalanes para revisar el estado de su embarcación, el Bribón, y saludar a parte de su tripulación.
Descendió la escalera ayudado por otra persona y con cierta dificultad (tiene 85 años y prótesis en cadera y rodilla, por lo que suele utilizar un bastón), trastabillando un momento antes de alcanzar el barco, con el que este fin de semana se espera que compita en las regatas de la Copa de España de la categoría de veleros de seis metros de eslora.
Ya con don Juan Carlos a bordo, el monocasco se hizo a la mar alrededor de las doce del mediodía, remolcado por una lancha auxiliar del náutico en la que iba su amigo Pedro Campos, momento en el que unos espectadores gritaron hasta en dos ocasiones: «¡Don Juan Carlos! ¡Viva el rey! ¡Viva España!» y se escucharon algunos aplausos sueltos. La salida también coincidió con la aparición en el horizonte de dos helicópteros que, desde hace varios días, hacen maniobras en la zona.
Una vez rebasado el espigón del puerto, el Bribón se desenganchó y desplegó la vela, y empezó su entrenamiento por la ría de Pontevedra, de cara a las regatas se disputarán el fin de semana. La tripulación la conforman, además de Juan Carlos I y Pedro Campos, los deportistas Lino Pérez, David Louzao, Roi Álvarez y Eduardo Marín.
Según fuentes informadas, todo el equipo, incluido el emérito, comió a bordo, antes de regresar a tierra, al filo de las tres de la tarde, tras más de dos horas y media de navegación, durante las que en Sanxenxo se abrieron claros y la temperatura mejoró notablemente. Una vez de vuelta a puerto, el padre del rey Felipe VI se volvió a montar en el Volvo con Pedro Campos, en el que ambos abandonaron el náutico de Sanxenxo rumbo al chalé del regatista, sin que transcendieran los planes que tienen para esta tarde.
Antes de eso, se produjo un momento curioso. Aún con la puerta del vehículo abierta, pudo verse a don Juan Carlos agitar una pandereta, que le regaló un programa de la TVG. El emérito pidió que alguien fuera a recogerla para traérsela y preguntó el nombre del espacio televisivo, para enviar una carta de agradecimiento.
Aunque esta visita privada no tiene agenda oficial, la navegación y el disfrute de la gastronomía serán, según su entorno, las principales ocupaciones del emérito durante su estancia en Galicia, con epicentro en Sanxenxo, cuyo puerto deportivo es una de las referencias náuticas de las Rías Baixas y lleva el nombre del monarca emérito, nomenclatura que el gobierno del popular Telmo Martín se negó a cambiar mientras otros municipios próximos como Pontevedra lo retiraban hasta del callejero. En Sanxenxo, Juan Carlos I se sabe bienvenido y las características de la ría pontevedresa, excelentes para la navegación a vela, actúan como un irresistible imán para él.
Otra tarde discreta sin salir de la casa de su anfitrión Pedro Campos
La discreción sigue marcando, por el momento, esta segunda estancia del rey emérito en Galicia. Tras su entrenamiento de la mañana en aguas de la ría no se le ha vuelto a ver. Al igual que el miércoles, ha vuelto a pasar la tarde sin salir de la casa de sus anfitriones, el chalé unifamiliar situado en el lugar de Nanín.
Aunque se rumoreó que esta noche podría optar por ir a cenar a algún restaurante de la zona, todo apunta a que finalmente la salida no se producirá, y los fotógrafos se quedarán sin la instantánea. Tampoco habrá posibilidad de unas palabras para los medios, que llevan buscando alguna declaración desde que pisó suelo gallego.
Don Juan Carlos mantiene así un perfil más bajo que el de su visita del año pasado, más acorde con lo que Zarzuela, y concretamente su hijo Felipe VI, le reclamaron entonces.