La Voz reúne a su plantilla para reafirmar su compromiso con Galicia y la prensa libre
Galicia
«Cada uno puede hacer mucho por preservar el legado de independencia», dijo el presidente
16 Dec 2024. Actualizado a las 09:54 h.
La Corporación Voz convocó ayer en sus instalaciones de Sabón a toda su plantilla para celebrar una jornada de «confraternidad y celebración», tal y como la definió el presidente de La Voz de Galicia, Lois Blanco Penas. Un encuentro en el que se reafirmó el compromiso del grupo con Galicia, la prensa libre y el futuro de la comunicación.
Unas 400 personas se reunieron en un acto en el que estuvo muy presente la memoria del editor del periódico Santiago Rey Fernández-Latorre, fallecido el pasado verano. «Estaría feliz de vernos aquí, juntos, en su museo, unidos en el propósito común que él mismo decidió», destacó Blanco Penas, tras comunicar que desde el pasado viernes las cenizas de Santiago Rey Fernández-Latorre reposan en la sede del periódico en Arteixo, en un monumento creado en una nueva zona ajardinada frente a la entrada principal del medio al que tanto tiempo y esfuerzo dedicó.
El presidente de La Voz de Galicia confió en que el encuentro servirá para unir más a todo el grupo: «Fortalecerá el espíritu de equipo y servirá para conjurarnos en que cada uno de nosotros puede hacer mucho por preservar y defender el legado de independencia recibido», aseveró ante la mirada de trabajadores y directivos, y también de los patronos de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre, entre ellos la viuda del editor, Salomé Fernández-San Julián Martínez.
Fue la de ayer una reunión en la que se miró al pasado y también al futuro. Como nexo, los propios trabajadores de la Corporación. La jornada arrancó con la entrega de las insignias de oro al personal que en el 2023 y el 2024 ha cumplido veinticinco años al servicio de la organización. Recibieron la distinción 127 personas, entre ellas redactores de las distintas delegaciones de La Voz de Galicia —hay trece, a través de las que se cubre la actualidad de toda la comunidad—, pero también del resto de departamentos que hacen posible que cada día el periódico llegue a todos los gallegos, así como personal de otras empresas del grupo, como Radio Voz o Voz Audiovisual.
Los primeros en recibir la distinción fueron Manuel Areán Lalín y José Francisco Sánchez, miembros del Patronato de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre, que a continuación se sumaron a Lois Blanco, al director del periódico Xosé Luís Vilela y al director gerente de la Corporación Voz de Galicia, Santiago Pérez, para entregar las insignias a los trabajadores, en un acto celebrado en la rotativa del periódico y en el que los homenajeados estuvieron arropados por los aplausos de sus compañeros.
«Gracias por vuestro trabajo, por vuestra capacidad de evolucionar, de afrontar los cambios para adaptarse a los nuevos tiempos. Vuestra evolución ha permitido la evolución de la empresa. Gracias por vuestra lealtad», agradeció Lois Blanco a los empleados distinguidos por su cuarto de siglo de compromiso con la comunicación, en un discurso que inició con referencias al año 1999. «Hace 25 años cobrábamos en pesetas y solo 15 millones de españoles usaban teléfonos móviles. 1999 fue el año en el que Blackberry introdujo el correo electrónico en el teléfono y en el que nos tuvo a todos atemorizados el posible efecto 2000. Se temía un caos por un fallo en la programación de los ordenadores, lo que demuestra que ya había empezado entonces una aplastante dependencia de la tecnología», recordó el presidente de La Voz, destacando que hace 25 años, empresa y trabajadores «eran analógicos», pero también que la comunicación ha estado siempre en permanente revolución, desde la irrupción del telégrafo. Sin embargo, resaltó Lois Blanco, esa revolución se ha acelerado en el último cuarto de siglo «adquiriendo una velocidad abrumadora, provocando grandes cambios y con ellos, grandes retos». Retos que La Voz de Galicia y toda la Corporación Voz han afrontado y seguirán afrontando con la independencia y con los intereses de los gallegos como bandera.
Los trabajadores: «No nos vamos a rendir, todavía nos quedan muchas cosas por contar»
La jornada festiva sirvió también para reconocer a los trabajadores que han cumplido los 25 años en la Corporación, 127 personas que recibieron sus insignias de oro y en nombre de los cuales habló Begoña R. Sotelino, redactora en la delegación de Vigo. Una encomienda que asumió «no solo en nombre de los periodistas, sino de todas las personas que hacen posible que el periódico llegue cada día al portal antes de que los churros se enfríen».
En estos 25 años han cambiado muchas cosas. «Hace 25 años juro que era antes de ayer», afirmó, pero ya nada es como antes de ayer. Empezó recordando cuando «llevaba el carrete al Castromil» para que las fotos pudiesen llegar a la central del periódico, o cuando se lidiaba con los primeros programas informáticos. Ella, y los compañeros que ayer celebraron su 25 aniversario en la empresa, han sido testigos y protagonistas de una vertiginosa evolución tecnológica. Pero siempre, antes con las máquinas de escribir, después con los primeros ordenadores, y hoy con la inmediatez de internet, movidos por el mismo objetivo, el de «hacer emocionante cada día la vida de los demás».
«Veinticinco años son 219.000 horas», echó cuentas Sotelino. Suficientes para «crear nuestra Orden de la Jarretera», una «familia paralela» formada a base de acumular «arrugas y páginas». Ha pasado un cuarto de siglo, incluso han pasado 142 años, casi 143, desde que se fundó La Voz de Galicia, pero «no nos vamos a rendir, todavía nos quedan muchas cosas por contar», concluyó.
Una comida navideña de confraternidad que congregó en el museo a 400 trabajadores
El museo de La Voz de Galicia, un lugar que simboliza la historia del periodismo a lo largo de siglos, congregó ayer en Sabón a 400 trabajadores de la Corporación en una comida de confraternidad que reunió al capital humano que conforma las distintas empresas del grupo. Una reunión en la que se citaron distintas generaciones, desde quienes nacieron en el mundo del papel y analógico y se han adaptado a los nuevos tiempos hasta quienes abanderan la destreza en la nueva era más tecnológica. Una comida de cuyo menú se ocupó Árbore da Veira, el restaurante de Luis Veira, distinguido con una estrella Michelin, y con la que La Voz recupera una de las grandes tradiciones del que fuera su editor, Santiago Rey Fernández-Latorre: reunir a su plantilla en las vísperas de las fiestas navideñas. Las mesas desplegadas en las instalaciones del museo de La Voz reunieron a trabajadores llegados desde todos los puntos de la comunidad en lo que constituye, desde hace ya muchas décadas, una de las señas de identidad de la principal empresa de comunicación de Galicia: su gran implantación territorial, su vocación de dar información hasta en el último rincón de la comunidad. Una singularidad que explica su incontestable liderazgo en el sector.
El personal de las 13 delegaciones de La Voz, de la Redacción central, de los distintos departamentos (recursos humanos, publicidad, finanzas), del Instituto Sondaxe, de Radio Voz, de Voz Audiovisual y de la rotativa del periódico compartió mesa y mantel durante más de dos horas en una comida amenizada en los postres con la celebración de dos sorteos. Un encuentro festivo de marcado carácter lúdico, amenizado con música, en el que los trabajadores disfrutaron de un menú regado con los mejores vinos y compuesto por entrantes (jamón, foie y croquetas), ensaladilla, ternera y milhojas.
Sorteo de experiencias y viajes
A los postres tuvo lugar la celebración de sorteos en los que se repartieron varios premios: cinco estancias en Oporto de una noche con visitas a bodegas y cata de vinos incluida; menús degustación para dos personas en los restaurantes Terra de Fisterra; Árbore da Veira; A Tafona, Nova, Yayo Daporta, Miguel González, Culler de Pau y Retiro da Costiña (en este caso con alojamiento); también se sortearon cuatro estancias de una noche en balnearios (grupos Caldaria e Iberik), cinco relojes, una bicicleta eléctrica y, por último, dos viajes: uno a la isla de Tenerife (cuatro días y tres noches) y otro a Punta Cana, en la República Dominicana, de nueve días.