La Voz de Galicia

Charlene de Mónaco, la más criticada

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Chance / Europa Press

Corinna Sayn-Wittgenstein, la amiga íntima del rey Juan Carlos, acompaña y asesora a la princesa

20 Mar 2014. Actualizado a las 23:29 h.

Desde que llegó a Mónaco ha sido centro de todas las miradas. Cada paso, cada vestido y cada aparición pública Charlene de Mónaco ha sido y es, mirada con lupa. Y es que pasar de ser nadadora olímpica a Alteza Serenísima del segundo Estado más pequeño del mundo es un cambio difícil de llevar.

Charlene Wittstock llegó a Mónaco proveniente de Sudáfrica donde estaba más acostumbrada a ir todo el día en bañador, como ha confesado en alguna ocasión, en vez de vestir de alta costura e ir a actos protocolarios. Vanity Fair se reunió con una persona que conoce muy de cerca a la princesa, pero que prefiere quedar en el anonimato. «El ambiente que se vive en palacio es muy hostil», cuenta la fuente. «Hay que darse cuenta de que Charlene proviene, además, de otro mundo. Un mundo en el que ha visto la muerte y la pobreza de cerca. Al principio, el contraste fue tal que lo pasó muy mal. Ahora está aprendiendo a sobrellevarlo».

Charlene y Alberto de Mónaco contrajeron matrimonio en julio del 2011, y desde entonces numerosos han sido y son los rumores sobre su relación y la descendencia. «Charlene ha sido víctima de muchas presiones y comentarios hechos con la única intención de hacerle daño», reveló a Vanity Fair una fuente cercana a lo que añadió: «Y esas críticas se han vertido principalmente desde la corte».

Al final han logrado transmitir una imagen de princesa triste que no se ajusta a la realidad pero que, a fuerza de repetirse, se ha convertido en real. Una tensión que según revelan, ejerce la propia familia del príncipe. «Quien más la crítica es la princesa Carolina quien, por otra parte, prefiere que fracase y no tenga un bebé para que su hijo mayor, Andrea Casiraghi, sea el heredero». Una descendencia que de momento no llega pero que no es cuestión de crisis de pareja como apuntan muchos, sí no que debido a la situación de estrés que vive la princesa, su pasado como deportista y sus 36 años lo hagan un poco más difícil.

La publicación se ha puesto en contacto también con el principado, desde donde niegan que exista una guerra familiar. Desmienten que hayan celos por parte de Carolina, quien hasta la boda de Alberto y Charlene ejercía de primera dama de Mónaco, «Es más inteligente que eso...», dice uno de los portavoces de palacio.

Pero a pesar de las críticas, Charlene ha conseguido poco a poco convertirse en lo que se esperaba de ella: en una sucesora de Grace Kelly. Aunque todavía le queda mucho camino por recorrer, ahora cuenta con la ayuda, entre otras personas, de Corinna Sayn-Wittgenstein, la amiga íntima del rey Juan Carlos. Vive en la zona más cara de Mónaco, y además de asesorar a la princesa, es consejera del príncipe Alberto en sus relaciones con Rusia.

Además de contar con la ayuda de Corinna, Charlene también tiene como consejera a Agnés Falco, directora de la Fundación Princesa Charlene y gerente del banco privado Lloyd's Bank. Cuando le preguntan que cómo definiría a la princesa, Falco dice: «Diría de ella que es una mujer con determinación y muy activa. Muy inteligente y con muchas ideas. Y, sobre todo, con gran capacidad para analizar a la gente. Enseguida sabe si una persona es buena o no. Y no se equivoca nunca». A la hora de trabajar con ella asegura que es muy fácil, ya que «es una persona paciente, con una gran capacidad de escuchar, comprender una idea y después tomar una decisión reposada».

Una mujer que lucha por convertirse en una soberana europea, pero cuyo entorno se lo pone difícil. Una atleta que llegó a Mónaco para reinar, lleva ya más de dos años en el principado pero parece que las rencillas no cesan.


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