La Casa de Alba, una historia de más de nueve siglos con origen mozárabe
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La historia de los antepasados de los duques de Alba está unida a Toledo
20 Nov 2014. Actualizado a las 20:17 h.
La historia de los antepasados de los duques de Alba está unida a Toledo (ciudad de la que viene el linaje Toledo) y se remonta hasta el siglo XII con el caballero mozárabe Esteban Illán como cabeza visible de una amplia parentela.
Algunos de sus descendientes fueron importantes oficiales de la administración castellana como García Álvarez de Toledo, que adoptó el apellido con el que la familia será conocida en Castilla desde el año 1326, según recoge la propia Fundación en torno a la historia de la Casa de Alba.
Entre los más importantes de sus descendientes puede mencionarse a Gutierre Gómez de Toledo, que junto a su sobrino Fernán Álvarez de Toledo, futuro conde de Alba, fueron dos grandes personajes de la política castellana del siglo XV.
El segundo conde, García de Toledo, fue duque de Alba desde 1472, sucediéndole en 1488 su hijo Fadrique, que tuvo una activa participación en algunos de los principales episodios del reinado de los ryes Católicos. Posteriormente, Fadrique de Toledo fue el único de los grandes que permaneció fiel a Fernando el Católico en su pugna con Felipe el Hermoso.
No obstante, Fadrique tuvo que soportar la muerte de su hijo primogénito, García de Toledo, en la desastrosa jornada de los Gelves, volcando en adelante todas sus esperanzas nobiliarias en su joven nieto Fernando, el futuro tercer duque de Alba y que desempeñó una importante actividad política y militar bajo el mando de Carlos V y Felipe II durante 50 años.
Pasados los años y una serie de sucesores sin un importante papel activo, la casa de Alba renacería tras terminar su línea principal con el duque Antonio Martín. El hermano de su padre, Francisco de Toledo, había hecho un matrimonio muy ventajoso con Catalina de Haro y Guzmán, titular del marquesado del Carpio, del ducado de Olivares y del condado de Monterrey, además de otros títulos de menor importancia nobiliaria.
De esta unión nació María Teresa Álvarez de Toledo y Haro, con la cual por primera vez el título ducal de Alba recayó en una mujer, que se casó con Manuel de Silva, conde de Galve. El hijo mayor de ambos fue Fernando Silva Álvarez de Toledo, el famoso duque de Huéscar, ya que este fue el título que utilizó durante la vida de su madre.
Convertido años más tarde en 12º duque de Alba, también con él se produjo un fenómeno de evidente significación sentimental ya que el apellido Toledo, el primero del linaje y usado desde muchos siglos atrás, pasaba a un segundo término al ser sustituido por el de Silva, propio de su padre.
Duque de Huéscar
El duque Fernando solo casó en una ocasión, quedando viudo muy pronto y de su matrimonio nació su hijo Francisco de Paula, duque de Huéscar, destinado a suceder a su padre. No obstante, éste murió en 1770, aunque a su muerte dejaba una hija nacida en 1762, María del Pilar Teresa Cayetana.
Según la Fundación Casa de Alba, por intereses de linaje, su abuelo concertó su boda con un cercano pariente, José Álvarez de Toledo, duque de Fernandina y marqués de Villafranca, con lo cual, además de organizar un matrimonio en el que se juntaba dos personas que reunían en sus manos un gran número de títulos nobiliarios, conseguía devolver al tronco de los Alba el apellido Toledo, a la sazón perdido desde dos generaciones atrás.
Ambos eran personas cultas y refinadas, pero la duquesa se convirtió en personaje de leyenda y algunas circunstancias de su vida han servido de argumento a multitud de novelas y películas relativas, por ejemplo, a supuestos amoríos con el pintor Francisco de Goya.
El palacio de Líria
La duquesa falleció sin descendencia en 1802 y la sucesión del ducado de Alba y los otros títulos agregados recayó en su sobrino Carlos Miguel Fitz-James Stuart, 7º duque de Berwick, miembro de la familia descendiente de la reina María Estuardo de Escocia y cuyos antepasados se habían establecido en España a principios del siglo XVIII, consiguiendo el título español de duques de Liria.
Sin embargo, para hacerse cargo de los intereses familiares permaneció en España su hijo Jacobo, segundo duque, también militar y diplomático. El sucesor en títulos fue Jacobo Fitz James Stuart, tercer duque de Berwick, que mandó erigir el palacio de Liria de Madrid.
Finalmente, el séptimo duque Carlos Miguel ha pasado a la posteridad genealógica, ya que con él tuvo lugar la unión de las casas de Berwick y Alba en 1802 como consecuencia de la muerte sin descendencia de su lejana pariente, la duquesa de Alba.
Con este personaje comienza una época en la historia familiar que llega hasta nuestros días, ya que los viejos apellidos españoles que siempre acompañaron a los duques de Alba, desaparecen para ser sustituidos por el de Fitz-James Stuart.
Amistad con Alfonso XIII
Finalmente, ya en el siglo XX, la actividad política de la Casa de Alba, «tan apagada» durante el siglo XIX, adquiere una nueva significación gracias a la figura de don Jacobo Fitz-James Stuart, decimoséptimo duque de Alba y que mantuvo una gran amistad con Alfonso XIII.
En 1920 se casó con María del Rosario Silva y Gurtubay, marquesa de San Vicente e hija única del duque de Híjar, don Alfonso Silva y Campbell. De este matrimonio nacería la actual duquesa de Alba, Cayetana Fitz James Stuart y Silva.