Alexander Mostovoi: «Pasé de querer irme lejos a sentirme en casa; soy un celtista más»
Grada de Río
Las ocho temporadas de Mostovoi en Vigo
La estrella rusa repasa lo vivido con el Celta 20 años después de su fichaje
20 Jul 2016. Actualizado a las 15:59 h.
«¿20 años? ¡Es increíble eso!». Así responde Alexander Mostovoi al saber el tiempo que ha pasado desde su fichaje por el Celta. Habla con cariño del que considera su «segundo equipo» y recuerda cómo de querer irse lejos en sus primeros meses, pasó a rechazar cualquier oferta por sentirse ya como en casa. Y rebate la idea que de él ha quedado más allá del talento y la calidad: «Lo mío no es carácter complicado, ¡es carácter ganador!».
-Verano del 96, tiene contrato con el Estrasburgo, pero termina en Vigo. ¿Cómo lo recuerda?
-Estaba a gusto y quería quedarme. Pero los directivos no quisieron mejorar el contrato, aparecieron ofertas y me dieron un ultimátum: o encontraba equipo en una semana o seguía allí. No sé cómo, apareció el Celta. Me dijeron si quería ir a la liga española y como estaba un poco enfadado, me daba igual. Luego habló conmigo Félix Carnero y en unos días estaba en Vigo.
-¿Le sonaba de algo el Celta?
-Nada de nada de nada. Y eso que cuando llegué fui a un restaurante a Samil y me repetía que aquella playa me sonaba. Resulta que había jugado un torneo en Vigo con el Spartak unos cuantos años antes. Pero no lo recordaba.
-Los inicios no fueron fáciles. ¿Le costó adaptarse?
-No es que a mí me costara. Es que esperaba otra cosa. Era una liga de primer nivel y no contaba con no tener campo, ciudad deportiva ni agua caliente en las duchas. Y el equipo no estaba habituado a estar arriba, sino a luchar por no descender. Nos costó cambiar esa mentalidad.
-¿Pensó en marcharse?
-Claro. Durante tres o cuatro meses solo pensaba en irme lejos cuanto antes. Me costaba mucho ese día a día y los resultados tampoco acompañaban.
-¿En qué momento empieza a sentirse a gusto?
-Al año siguiente. Vinieron futbolistas fuertes, nos mentalizamos para jugar bien y para luchar por otras metas. Se habló de cambiar las instalaciones y se fue haciendo. Empezamos a sentirnos futbolistas. Pasó el tiempo y me llegaban ofertas de muchísimos clubes. Pero me decía: ‘¡Para qué voy a cambiar con lo a gusto que estoy en el Celta!’.
-Mostovoi siempre destacó en aquellos años. ¿Qué otros nombres propios señalaría como artífices de aquellos éxitos?
-Todos son importantes. Juegan once, pero también aportan los del banquillo. Diría a Mazinho, Karpin, Makelele, Djorovic, Míchel Salgado, Giovanella, Juan Sánchez, Patxi Salinas, Gustavo López, Dutruel, Cavallero... ¡Tantísimos! Cualquiera podría haber jugado en cualquier equipo. Por todos nosotros el Celta también estaba entre los grandes.
-Dicen algunos de sus compañeros precisamente que Mostovoi no jugó en un grande español, pero a cambio hizo grande al Celta.
-No lo sé, lo que hice siempre fue dar el 100 % en el campo, hasta quedarme muerto.
-¿Cuál fue su momento más feliz?
-Creo que del tercer año al último, que fue muy malo porque la directiva no hizo bien las cosas, fueron años muy felices. Por eso quise quedarme tantas temporadas en el Celta.
-¿Algún partido inolvidable?
-En negativo, la final de Copa. Luego, muchísimos. Siempre se recuerdan los derbis y los partidos contra los grandes. Eran especiales y me motivaban mucho.
-Entre 72 goles también será imposible elegir...
-Sí. Cuando me preguntan en Rusia y hablo de esas cifras no me creen. Llevo diez años retirado y para mucha gente queda lejos.
-¿Se considera celtista?
-Claro, soy uno más. Es mi segundo equipo: Spartak y Celta. Siempre estoy pendiente de los partidos.
-¿Cómo vivió el regreso a Europa tanto tiempo después?
-Con mucha alegría. Envié un par de mensajes al Toto para felicitarle por su impresionante trabajo y también para decirle que se acuerde de mí (risas). Ojalá le siga yendo así de bien.
-¿Qué recuerdo guarda de la afición del Celta?
-Después de haber pasado tantos años allí y recibido tanto cariño, para mí son los mejores. Me hicieron sentir en casa. Solo el primer año, con el cristo que montamos en Gijón, me gritaban ‘cabrón’. Pero a los pocos meses me decían: ‘Gracias a ti estamos aquí ahora’. Son cosas del fútbol. Para mí, repito, los mejores.
-¿Qué papel diría que juega en la historia del club?
-No soy yo quien debe valorarlo. Lo que tengo que decir es que estoy muy agradecido a todos los que estaban conmigo entonces y me ayudaron.
-Y si se pone a hacer balance, ¿cómo resume su etapa celeste?
-Del uno al cinco, que es como se puntúa en Rusia en el colegio, le pondría un cuatro. Es una nota muy buena, pero no es un cinco porque nos faltó ganar un título. Me queda la pena de no poder decir que ganamos esto o lo otro cuando la gente me pregunta, pero sí que estoy muy orgulloso de lo que conseguimos en esos años tan buenos para todos.