Charlas en grupo y con el capitán en una sesión con caras largas
Grada de Río
Miguel Cardoso comenzó la sesión con una larga conversación con la plantilla y luego se mantuvo en un segundo plano
18 Feb 2019. Actualizado a las 05:00 h.
Los jugadores del Celta saltaron ayer muy puntuales, a las 10.30 horas como estaba previsto, al campo habitual de entrenamiento del Celta B para la primera sesión tras la derrota ante el Levante. Cardoso, con rostro serio durante toda la mañana, llegaba conversando con Wesley Hoedt en una de las varias charlas que mantendría en los siguientes minutos.
La siguiente fue a toda la plantilla. Formando un círculo los jugadores con el preparador luso en el centro, el técnico estuvo durante diez minutos dirigiéndose a los jugadores, gesticulando continuamente y ofreciéndoles indicaciones antes de pasar a un segundo plano. Porque a partir de ese momento en el que los jugadores comenzaron a ejercitarse, Cardoso pasó la mayor parte del tiempo observando y echando una mano con algunos balones mientras el peso de las indicaciones caía sobre el resto de componentes de su cuerpo técnico.
La presencia de los jugadores que habían sido titulares frente al Levante sobre el césped fue un visto y no visto. Dedicaron unos minutos a hacer carreras y luego realizaron algunos ejercicios de recuperación. Menos de tres cuartos de hora permanecieron en el campo antes de retirarse de forma definitiva.
El último en marcharse de quienes habían estado en el once fue Hugo Mallo. El capitán del Celta mantuvo una larga conversación con Miguel Cardoso en la que ambos, en tono cordial, intercambiaron impresiones, con el futbolista también gesticulando y exponiendo su punto de vista ante su entrenador, que le pasó la mano por el hombro y se mostró muy cercano con el de Marín, al que se pudo ver con rostro contrariado. Pese a ello, el jugador accedió a fotografiarse con una aficionada que se lo pidió cuando se dirigía a los vestuarios.
Poco antes que Hugo se retiraron Okay Yokuslu y Wesley Hoedt, que se quedaron a ayudar a recoger el material que se había utilizado en el entrenamiento. El central holandés abandonaba el campo junto al utillero Edu, que le contaba en español -el jugador lo comprende perfectamente y se defiende hablándolo- los episodios más recientes de la historia del club vigués. «Descendimos un año que jugábamos en Europa y luego estuvimos cinco años en Segunda. Ahora llevamos siete temporadas en Primera», comentaba ante la atenta mirada de uno de los últimos futbolistas en incorporarse a la disciplina del equipo.
Para los futbolistas que no fueron de la partida el sábado la sesión se prolongó durante más tiempo, partidillo incluido. «Si no tenemos el balón, más intensidad», se oía al segundo de Cardoso mientras este se mantenía como mero observador y Sergio se encargaba de dar indicaciones y ánimos a sus compañeros. El de Catoira también hizo trabajo específico con Nando Villa junto a Pablo Vázquez guardameta del filial que no estaba convocado ayer para el derbi ante el Pontevedra. Cardoso se interesó por él en un momento en que recibió un golpe. «¿Estás bien? Pero bien jodido», le dijo en uno de los pocos momentos en que se le pudo ver sonriente, felicitándole al mismo tiempo por la acción que había evitado un gol.
No más de una decena de aficionados se acercaron a ayer a A Madroa para ser testigos del entrenamiento en medio de un silencio sepulcral.