«El carácter competitivo de Karpin y Mostovoi arrastraba al resto»
Grada de Río
Yago Yao recuerda su paso por el Celta, agradecido porque «el cariño del celtismo es impagable»
22 Apr 2020. Actualizado a las 08:57 h.
Yago Yao (1979) llegó a Vigo desde el Sporting de Gijón en el año 2000 para formar parte de algunas de las temporadas doradas del Celta. Aunque le queda la espina de que sin las lesiones las cosas podían haber sido de otra manera, guarda buenos recuerdos de aquella etapa y, afincado en Vigo con su familia y sus tres hijos celtistas, el actual entrenador del Cultural Areas mantiene un gran cariño por el club vigués.
-Verano del 2000 y el Celta se interesa por usted. ¿Qué le decidió a fichar?
-Sin duda, ea un club muy apetecible que estaba en sus mejores años, era el equipo de moda, con una gran plantilla y en un gran momento. Tenía 20 años, me había salido una buena temporada en el Sporting y tenía unos cuantos equipos que seguían mis pasos, entre ellos el Celta. Había jugado contra ellos en Copa y a raíz de ahí, a final de temporada se fraguó el traspaso.
-Fueron siete temporadas vinculado, aunque con varias cesiones de por medio. ¿Qué balance hace de aquel período?
-Cuando te retiras es cuando te das cuenta de lo que has vivido. Mientras estás en activo, vas partido a partido y no tienes tiempo para pararte a pensar. Además, teníamos competición europea y jugábamos domingo y miércoles. Fueron años bonitos, con mucha competencia en todas las líneas, muchos jugadores internacionales. Me vienen a la cabeza el ascenso del 2005 y la final de La Cartuja, una de mis experiencias más tristes como deportista.
-¿Esperaba haber tenido un papel más protagonista?
-Empecé jugando mucho, pero luego perdí esa presencia en las alineaciones. Traté de buscar una salida, pero la secretaría técnica no me dejó y seguí. Más adelante si tuve una saluda y me vino bien. Me había hecho con el puesto de titular, pero me llegó la lesión de rodilla y vuelta a empezar. Estuve parado mucho tiempo y fueron momentos complicados, aunque al final te fortalecen.
-¿Cómo llevaba tener un rol secundario?
-Mal. A veces los entrenadores piden paciencia porque eres joven, pero al jugador le cuesta verlo. Yo venía de ser titular y protagonsita en el Sporting y no estaba acostumbrado al papel de secundario. Es difícil digerirlo y lo llevé mal pero en cuanto a mí, personalmente, no que repercutiera en mis compañeros ni tuviera una actitud negativa. Me enfocaba en entrenarme más y mejor para cuando llegada la oportunidad. Quería demostrar lo que valía.
-¿Queda la duda de lo que pudo haber sido sin esos problemas físicos?
-Sí, porque dentro de que las lesiones nunca son bienvenidas, aquello me cortó la progresión. Y luego en mis últimos años en el Celta, en el 2007, acabé la temporada jugando, pero lamentablemente descendimos. Me queda la sensación de no haber podido rendir al máximo y no haber tenido una continuidad mayor, la espina de no haber podido demostrar lo que podía haber aportado, por unas cosas o por otras. Al principio era joven en una plantilla con experiencia, y cuando llega tu momento, te lesiones. Fue una pena, pero si algo me llevó y me ha quedado en el corazón es el cariño de la afición y eso no se paga.
-Con el Celta tuvo oportunidad de disputar competición europea. ¿Qué supuso?
-Son grandes recuerdos de partidos realmente bonitos, ante grandes clubes, con un ambiente increíble que se respiraba. Haber pertenecido a esas plantillas tan importantes son recuerdos increíbles para mí.
-¿Qué partidos le han quedado marcados?
-Mi debut contra el Valencia en Mestalla, y luego un partido especial para mí fue la vuelta de la eliminatoria contra el Estrella Roja en Balaídos. Habíamos empatado en la ida fuera y en casa, en una cesión entre Cavallero y yo, Drulic marcó y se nos puso cuesta arriba. En esos momentos te pasan muchas cosas por la cabeza y fue una remontada épica, acabamos ganando 5-3 y terminé el partido que se me saltaban las lágrimas de la emoción.
-Se acordará de aquel gol en el Calderón.
-Sí, el único que marqué con el Celta. Es un buen recuerdo porque era un partido importante para tener opciones de permanencia en las últimas jornadas. Aunque luego no se consiguió la salvación, fue muy emotivo.
-¿Cómo era compartir vestuario con Mostovoi, Karpin y compañía?
-Muy bueno. Teníamos jugadores de muchas nacionalidades: brasileños, argentinos… Y nacionales poquitos. El ambiente era muy bueno, correcto y profesional, con muchos pesos pesados. Recuerdo mucho el carácter de Valeri Karpin. En mi primer año, la temporada 2000/2001, había muchos jugadores nuevos como Doriva, Vagner, Catanha o yo y nos costó arrancar, pero luego hicimos una segunda vuelta muy buena. En los momentos complicados él, que era un ganador, dio un paso al frente con Mostovoi y mostró su peso en el vestuario. Ellos dos, sobre todo, tenían un carácter competitivo y arrastraban al resto del gupo.
-Antes mencionaba la final de Copa del 2001. ¿Qué pasó?
-A veces en un partido así te pueden atenazar y pasar factura los nervios, la extramotivación… Puede ser contraproducente. Veníamos con dinámicas diferentes, nosotros muy positiva después de haber eliminado al Barcelona y a un Mallorca con un equipo muy importante en aquel momento. Empezamos con ese gol de Mostovoi y todo fue alegría y euforia, pero luego, por lo que fuera, no fuimos capaces de realizar un partido como veníamos haciendo y, lamentablemente, perdimos una oportunidad única de conseguir un título. Lo tuvimos cerca y fue un momento muy triste para mí.
-¿Mantiene contacto con compañeros de esa época?
-Sí, las redes sociales ayudan mucho en ese aspecto. Tengo contacto con Edú, Manolo, Borja Oubiña… Con unos cuantos. Compartimos muchos recuerdos.
-¿Y sigue al Celta actualmente?
-Sí, por supuesto, me considero celtista. Llegué muy joven, ya de Asturias casado con mi mujer, trabajo aquí y desde el principio me he sentido muy querido. Mis hijos son celtistas y dos de ellos nacieron aquí. Para mí es un orgullo haber vestido esa camiseta.