Paralelismos con las circunstancias de la portería en la salvación del 2013
Grada de Río
Rubén era entonces el portero inexperto que, de forma inesperada, tenía que asumir la responsabilidad
09 Jul 2020. Actualizado a las 05:00 h.
La situación que tiene ante sí el Celta en lo que se refiere a la portería guarda similitudes con lo ocurrido en el año 2013. Entonces, Rubén estaba en el lado opuesto y era el portero inexperto que, de forma inesperada, tenía que asumir la gran responsabilidad de ponerse bajo palos en partidos decisivos para conseguir el objetivo de la salvación. Entonces fue por la lesión en pleno partido de Javi Varas en Valladolid, y dándose la circunstancia, como ahora, de que Sergio estaba también lesionado.
A diferencia con aquel Rubén de 17 años, Iván Villar cumple hoy mismo los 23 y sus minutos frente al Atlético de Madrid no eran los de un debutante. El guardameta de Aldán recibió la alternativa hace ahora algo más de tres años, en mayo del 2017, cuando Eduardo Berizzo, con la temporada ya resuelta, le dio un partido frente al Alavés en Mendizorroza que acabó con resultado de derrota por 3-1. Pero aquello quedaba tan atrás en el tiempo, sin que hubiera vuelto a tener ninguna oportunidad entre medias con el primer equipo en partido oficial, que de algún modo era como estrenarse de nuevo. Y en unas circunstancias mucho más adversas.
Aparte de los muchos años a sus espaldas en A Madroa que tienen en común Villar y Blanco, la capacidad de mantener la calma es otro rasgo que comparten. Del mosense llamaba la atención su tranquilidad siendo prácticamente un niño, y Villar parece dar muestras de un carácter similar. El martes solo estuvo unos pocos minutos en el campo -saltó a los 81 minutos al no poder seguir su compañero-, pero fueron suficientes para realizar una parada de mérito y dar tranquilidad al equipo en el momento en que más lo necesitaba.
Seguro de sí mismo
También ha mostrado Iván Villar una gran confianza en sus posibilidades. Quedó patente en el verano del 2017, tras el debut siendo jugador del filial. El cangués no quiso continuar en el B y se acogió a una opción en su contrato para ser jugador del primer equipo y luchar por un puesto con Rubén y Sergio. Finalmente, no logró hacerse un hueco en aquella temporada con Juan Carlos Unzué al frente y se fue cedido al Levante. Al no salir bien tampoco -no llegó siguiera a debutar en el conjunto valenciano-, regresó al filial para reencontrarse a sí mismo en la temporada 2018/2019.
Este curso se proponía luchar nuevamente con los que llevan años siendo sus compañeros de entrenamientos. Pero de nuevo había partido como tercer portero, siéndolo siempre que los tres estuvieron disponibles. Él mismo pasó también por una lesión de rodilla que le obligó a pasar por el quirófano este año, pero que ha quedado atrás.
Confianza plena
«En tus manos ahora, Iván», fue el mensaje de Rafinha Alcántara ayer en redes sociales, acordándose de su compañero tras destacar que están «ya centrados en El Sadar tras el buen punto» cosechado frente al Atlético. Un gesto que corrobora lo que afirmaba la noche anterior Óscar García Junyent: «Tenemos plena confianza en él y los compañeros también». Le valoraba también el catalán como «un portero de nivel», destacando su trabajo diario durante todos estos meses y celebrando que la parada que hizo «le va a dar confianza» para el futuro.
Internacional con las categorías inferiores de la selección española, Iván Villar fue incluido en el año 2018 en el once ideal de Fútbol Draft. Promesa de la cantera celeste desde hace tiempo, tiene contrato con el Celta hasta el año 2023 y ahora se enfrenta a su primera gran oportunidad de demostrar su valía en Primera.