La Voz de Galicia

La boda celtista de Pablo y Marta con Aspas y Mostovoi «invitados» en forma de chaleco reversible

Grada de Río

LA VOZ VIGO

Una pareja monfortina de celtistas se casó el sábado del Las Palmas-Celta con su equipo muy presente

15 Oct 2024. Actualizado a las 11:57 h.

Pablo Vila y su ya mujer, Marta, naturales de Monforte de Lemos, contrajeron matrimonio el sábado 5 de octubre en el Pazo de Bentraces, en Ourense. Un enlace entre dos celtistas -sobre todo, él- que dejaron patente esa condición en la celebración que, además, coincidía con la disputa de un Las Palmas-Celta que dio una alegría adicional en un día de por sí especial a esta pareja con novio peñista de Irmandiños 1923.

Vila compartió en un tuit las cuatro claves celtistas de su enlace. «La entrada fue con el himno del centenario de C. Tangana, Oliveira dos cen anos, que interpretó de maravilla Insieme con un violín y un piano», detalla el contrayente. No fue el único momento en el que sonó esa melodía, sino que, ya a su ritmo habitual, la bailaron y saltaron luego junto a sus invitados. «Lo más normal era cerrar la fiesta cantando Oliveira subidos a unos altavoces del DJ, que era de R DJ's, de Vigo», concreta.

Además, la entrada al banquete la hizo Pablo con la bufanda que siempre lleva a Balaídos y al ritmo «de la canción con la que se celebraron toda la vida los goles» en el municipal vigués, cambiada hace un par de años. Pero el detalle más llamativo y especial seguramente sea el chaleco reversible que vestía; en la parte que lució solo en la fiesta posterior a la ceremonia, aparecen Mostovoi, Aspas, Mazinzho, Gustavo López, Karpin, Gudelj, Oubiña, Míchel Salgado y Makelele, recita de memoria esperando no dejarse a ninguno. «Me lo hizo una sastrería de Madrid, Pugil», cuenta.

La novia «no es tan celtista» como Pablo, pero aceptó de buen grado los toques celtistas de la boda. «Me conoció así, así que estuvo de acuerdo. Fue algo divertido, sencillo, no fue una frikada», aclara divertido. Quería que su pasión celeste estuviera presente, pero sin que toda la boda girara en torno a ella. Y así lo hicieron, pero orgullosos de haber presumido de equipo. «Soy sodio desde hace quince años y voy a Balaídos siempre que puedo, aunque vivamos en Madrid. Ese día no estaba viendo el parido, aunque algún invitado me iba informando». Al final, tres puntos para redondear un día único.


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