Mario Casas se vuelve a poner el uniforme de policía en «Grupo 7»
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La película, que se estrena el día 30, recrea la lucha de un grupo de policías contra el trapicheo de heroína en las calles de Sevilla
08 Jan 2013. Actualizado a las 12:59 h.
El Grupo 7 está formado por cuatro agentes que trabajan para «limpiar» las calles de Sevilla de delincuentes y drogadictos antes del gran acontecimiento mundial que fue la Expo'92, capaces de cualquier cosa y rudos como solo pueden serlo hombres que ya eran policías durante el franquismo. Así explica Alberto Rodríguez el argumento de su quinto largometraje que, a pesar de las apariencias, es todo ficción.
«El Grupo 7 nunca existió», ha explicado Rodríguez, acompañado del resto de los protagonistas de la cinta: los policías Ángel (Mario Casas); Rafael (Antonio de la Torre); Miguel (José Manuel Poga) y Mateo (Joaquín Nuñez), y Elena, la «esposa» de Ángel, Inma Cuesta. El guion, escrito a medias con Rafael Cobos, guionista también de After, su anterior película, partió de un sumario de un pequeño caso de corrupción. «Era una cosa muy miserable, muy doméstica, y de ahí sacamos el ambiente», detalla Rodríguez. Los sucesos que salpican la cinta los tomaron de los diarios de la época; de hecho, confiesa el director, «hay una escena entera con diálogos sacados de un artículo de Interviú».
La pelea de los policías locales por acabar con el trapicheo de heroína que está esquilmando las calles de Sevilla lleva al más joven de los agentes a dar un paso más. Y, aunque su «estrategia» da buenos resultados a corto plazo, las vidas de las personas quedan afectadas. «Aunque esto sea una película de acción, al final es una película de personajes; era lo que me interesaba más y lo que tienen en común las películas que he hecho, que hablan de la condición humana, y la condición humana está llena de contradicciones. Eso es lo que llena un personaje, que piensa de una manera y actúa de la contraria», resume Rodríguez.
La película, «de hombres», en la estela de Celda 211 -referencia que al director no molesta en absoluto-, está contada de forma cronológica desde 1987, año que comienza a trabajar el grupo, hasta 1992, fecha de la Expo, salpicada por imágenes reales de la construcción del entramado que puso patas arriba la ciudad y situó a Sevilla en el mundo.
La España de la Expo «dejaba atrás el franquismo y tocaba enseñar al mundo la Sevilla moderna; la casa tenía que estar limpia, y si no daba tiempo -ironiza el actor Antonio de la Torre- pues se mete lo que haga falta debajo de la alfombra. Y los policías hacen lo que pueden». Su Rafael, explica, le hace «contar sin contar, es un personaje que no habla, muy distinto a como yo soy y nada que ver con lo que he hecho antes».
También muy distinto el registro de Mario Casas, a quien le costó «más que las palizas físicas, estar en un bar con alguien con quien no hablas y tienes que contarlo todo con la mirada. Esas son las secuencias que te vuelven loco, que te dan vueltas en la cabeza y con las que llegas a casa 'rayao'». Casas reconoce que Ángel tiene un tono diferente, pero sobre todo «es más adulto y va un paso más allá de lo que he hecho hasta ahora».
La película es masculina, y machista, solo en el sentido de que «tres de los cuatro policías del grupo lo eran en la época franquista: hay que ponerlos en contexto», pide el director quien opina que, por contra, el personaje más sólido es una mujer, una prostituta llamada La Caoba.
Aunque no hay muchas mujeres en Grupo 7 son importantes, añade el director: «Recuerdan constantemente que la tierra está aquí y ponen a los hombres en su sitio, como un espejo». Inma Cuesta destaca que «los personajes están llenos, cada uno con su historia personal y no se quedan en la forma: no son policías y pistolas, sino lo que les pasa a cada uno de ellos», en su opinión, una muy digna competencia para el cine americano.
La mayor preocupación de Poga era «dar veracidad» a su policía, «a la hora de coger las armas, o detener al malo», dice. Para ello, tuvieron el asesoramiento de agentes de verdad, mientras la mayor exigencia para Nuñez fue «sacar la parte oscura de Mateo», un policía «un punto corrupto y con una doble vida». La película se estrena el viernes 30 de marzo.