La Voz de Galicia

Ferrocarril Transiberiano: más de 9.000 kilómetros, siete franjas horarias distintas

Información

La Voz

El trayecto que cruza Rusia de punta a punta, de Moscú a Vladivostok, cumple cien años. Su billete oscila entre los 400 y los 100 euros, aunque la cosa cambia si lo que deseamos es un tren con caviar y vodka

05 Oct 2016. Actualizado a las 15:26 h.

El Ferrocarril Transiberiano es la vía continua más larga del mundo. Desde hace cien años atraviesa la descomunal Rusia, de Moscú, casi en el extremo occidental, a Vladivostok, en la otra punta. Y tiene todo lo que hay que tener para ser el mito que es: más de 9.200 kilómetros de vía de tren (equivalente a ir 15 veces consecutivas desde Santiago de Compostela a Madrid), serpenteando por siete franjas horarias distintas, de un continente a otro.

El Ferrocarril Transiberiano cuenta con dos ramales (el Transmachuriano, que concluye en China, y el Transmongoliano, también con final en Pekín, pero pasando por Ulán Bator), pero el recorrido clásico transcurre durante una semana por las siguientes ciudades: Moscú, Nizhny Nóvgorod (km 442), Perm (1436), Ekaterimburgo (1816), Omsk (2712), Novosibirsk (3335), Krasnoyarsk (4098), Irkutsk (5185), Ulán-Udé (5642), Chitá (6199), Jabárovsk (8521) y Vladivistok (fin de trayecto, 9288).

El Ferrocarril Transiberiano nació para ofrecer una solución al aislamiento de Siberia, casi incomunicada con el resto del país. Tan solo los ríos (navegables únicamente durante algunos meses del año, y helados el resto, en un trayecto que comprendía al menos un mes y medio) servían para malconectar esta inhóspita región con el resto del mundo. El precio de su construcción alcanzó los 40 millones de euros de la época, cifra que acabó triplicando el presupuesto inicial. Su implantación no fue sencilla. En ella trabajaron miles de obreros (la gran mayoría eran presos) repartidos en ocho grandes tramos que tuvieron que enfrentarse desde ataques de tigres siberianos hasta a las enfermedades más comunes de la época. Muchos perdieron la vida. 

La primera locomotora del Ferrocarril Transiberiano partió de Moscú un 21 de julio de 1904. Esta línea, que todavía hoy continúa siendo la más extensa del planeta, se convirtió en la principal eje vertebrador económico de la Unión Soviética. Hoy todavía continúa existiendo, y a pesar de lo que se piensa, su uso no ha quedado reducido exclusivamente al turismo. Continúa siendo una importantísima vía de comunicación entre los dos extremos del país. Además, muchos piensan que es un servicio de lujo, pero en realidad no es así. La mayoría de los trenes son bastante viejos, aunque es cierto que en temporada alta parten desde la estación algunos clásicos perfectamente conservados.

El precio de un trayecto del Ferrocarril Transiberiano normal desde Moscú a Vladivostok ronda entre los 400 euros (segunda clase) y los 150 en tercera. Pero varía mucho en función del día y de la antelación con la que se adquieran los billetes. Por supuesto, para el que no quiera o pueda realizar el trayecto completa, el precio será acorde con los kilómetros de trayecto. Estos trenes solo te dan derecho únicamente a viajar en su interior. 

Como decíamos, existe una visión generalizada de que el Ferrocarril Transiberiano es un tren de gran lujo. Y aunque no es lo habitual, sí hay convoyes que se dedican a este sector turístico, que a través de agencias de viajes programan excursiones sobre las míticas vías del tren. Suelen ir más lento y con paradas en lugares de interés (en función de la empresa explotadora). En este tipo de viajes los precios pueden oscilar desde los 4.000 euros hasta los 15.000 euros (una cifra a la que hay que añadir los billetes de avión a Moscú), pero en ellos se incluye todo tipo de detalles. Por ejemplo, en el Golden Land, uno de los más famosos, dan desayuno, comida y cena, guías durante todo el trayecto, servicio de alquiler de coches para aprovechar el tiempo en las paradas, servicio médico a bordo, un picnic a orillas del Lago Baikal, una degustación de caviar y vodka o una cena de gala en la que se puede dar cuenta de un exquisito pato laqueado.

La ruta del Ferrocarril Transiberiano nació destinada a figurar entre las legendarias que dejaron su huella en la historia, como el Oriente Exprés, el primero de los grandes rápidos transeuropeos. Su viaje inaugural tuvo lugar en junio de 1883. Fue el más lujoso de Europa y unía París y Constantinopla (actual Estambul), vía Viena, Budapest, Belgrado y Bucarest. Entre su clientela figuraban los dignatarios de las cortes reales de Austria y de los países balcánicos, así como la flor y nata cosmopolita de las artes y las letras y de los negocios. Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, el tren fue desviado por Italia, vía Milán, Venecia, Belgrado y Sofía. Cambió de nombre para llamarse el Simplón Oriente Exprés. Desde 1982 la línea finaliza en Venecia. Su construcción fue un grandioso desafío: hacer la línea férrea más larga del mundo a través de taigas, bosques vírgenes y montañas. En 1891, el futuro zar Nicolás II colocó el primer riel. La línea, de vía única, fue terminada en 1904. Un segundo Transiberiano, llamado BAM (Baikal- Amur Magistral), de 4.275 kilómetros, reemplazó al primero. Finalizado en 1985, termina en el puerto de Nakhodka, unos mil kilómetros al norte de Vladivostok. Otros trenes legendarios son el Trans América Express, que une el Atlántico al Pacífico a través de 22.000 kilómetros por grandiosos paisajes norteamericanos, el Tren Azul y el Rovos Rail en África del Sur.


Comentar