La elección entre Merkel o Merkel
Internacional
Nadie pone en duda que la «chica de Kohl» seguirá al mando. La pregunta es quién la acompañará, aunque los liberales son los favoritos para estar al lado de la canciller
27 Sep 2009. Actualizado a las 12:16 h.
Nadie pone en duda que Angela Merkel seguirá siendo canciller. Pero la pregunta que se hacen todos en Alemania es la misma que en el 2005: ¿Conseguirán conservadores y liberales la mayoría necesaria para formar un Gobierno de centroderecha? Más de 60 millones de alemanes están llamados hoy a decidir la composición del Bundestag.
Angela Dorothea Merkel es la primera mujer canciller y la primera que abandonó el país a menos de 72 horas de unas legislativas. Viajó a la cumbre del G-20 en Pittsburgh para ejercer de lo que es: canciller de la primera economía de Europa. Ayer estaba nuevamente en Berlín, dando su último mitin, una de sus sesenta apariciones en público durante el mes de campaña.
Nadie pone en duda la reelección de esta mujer que la revista Forbes ha calificado, por cuarto año consecutivo, como la más poderosa del mundo y que comparan con la británica Margaret Thatcher. A sus 56 años, Merkel tiene en común con la dama de hierro la tranquilidad que, según ella, es la base de su fuerza.
«Alemania no puede permitirse experimentos», ha repetido durante los últimos días, en los que defiende «un Gobierno estable» de centroderecha, junto con los liberales del FDP, a imagen y semejanza del Gobierno de Helmut Kohl. No obstante, ha evitado los ataques directos a su vicecanciller y ministro de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, con el que -de no lograr la mayoría suficiente- podría tener que seguir compartiendo Gabinete cuatro años más. No le tiene gran estima, dicen, por considerarlo «demasiado débil», pero Merkel deja las críticas para el secretario general de su partido, la CDU. La canciller ejerce de canciller, de moderadora de la gran coalición. Ahora que está en el poder, prefiere no hacer promesas programáticas, que podrían pasarle factura.
Giro en su vida
La biografía de esta protestante del norte da un giro inesperado cuando su padre, pastor luterano, asume la dirección de una iglesia en la Alemania comunista y se traslada con toda su familia a Templin (Brandemburgo), a 80 kilómetros de Berlín.
Aquí pasó su juventud Merkel, que decidió estudiar Físicas para evitar precisamente compromisos políticos. Como buena científica, tiene un discurso claro y directo, y un talento para encontrar el consenso en la arena internacional y al mando de la gran coalición formada por socialdemócratas y conservadores desde el 2005.
Ejerce de mujer normal que sigue viviendo en su domicilio del centro de Berlín con su marido, el químico Joachim Sauer, que evita toda aparición pública. Da poca importancia a su aspecto físico, excepto el que le dictan sus asesores. Lleva en política no más de veinte años, los que hace que cayó el Muro.
Tras las primeras elecciones democráticas se convirtió en ministra para la Mujer y la Juventud de Helmut Kohl y cuatro años más tarde asumió la cartera de Medio Ambiente. Fue la «chica de Kohl» ( mein Mädchen , así la llamaba el canciller de la reunificación) hasta que la CDU fue derrotada en 1998. Comenzó entonces el proceso de emancipación de su mentor y fue hace nueve años cuando rompió el cordón umbilical con él para convertirse en presidenta de un partido de hombres, conservadores y católicos.
Y llegó al poder
Cuando se enfrentó a Gerhard Schröder nadie daba un duro por ella. Cuatro años después ha demostrado que puede ser la «canciller de las reformas», que ha preparado al país para tiempos difíciles, siguiendo la senda emprendida por su antecesor con la impopular Agenda 2010 y llevar adelante otros dolores recortes del estado de bienestar, como retrasar la jubilación hasta los 67 años.
Ha modernizado su partido, al que ha sabido dotar de un perfil más social, algo que no le perdona el ala más conservadora de la Unión Cristianodemócrata. La califican de socialdemócrata, pero si algo no tolera Angela Merkel son las críticas internas y más de uno ha sentido eso en sus propias carnes.