La Voz de Galicia

El fin de la solución de los dos Estados

Internacional

Miguel A. Murado

25 Sep 2011. Actualizado a las 06:00 h.

Ahora que el sobre con la propuesta de ingreso de Palestina en la ONU está ya camino del Consejo de Seguridad para su votación, cabe esperar lo siguiente: Ban Ki-moon hará lo posible por retrasar el procedimiento. Esto dará a Washington más tiempo para hacer que algunos países cambien su voto en el Consejo y así, quizás, evitar tener que usar su veto (lo que resultaría devastador para su imagen). También se intentará forzar a los palestinos a que se sienten a negociar con los israelíes de inmediato. Con la credibilidad de Obama por los suelos, lo harán por medio de terceros. Ya se intentó a través del Cuarteto para Oriente Medio. Otro fiasco. La propuesta era un calco de la israelí: negociación sin detener la construcción de asentamientos.

Obama no podrá hacer mucho más. Ahora es más rehén que nunca de Netanyahu. Algunos hablan de la posibilidad de que Europa tome el relevo como mediador. El sueño de Sarkozy, sin duda. Pero es casi imposible. Los israelíes no lo aceptarán. Aunque la UE les es solo ligeramente menos favorable que Washington, no tendrían la garantía de poder alargar la negociación indefinidamente, como hasta ahora. Y para ellos las negociaciones tenían ese sentido: el de ganar tiempo para completar el proceso de anexión no declarada de lo que queda de Palestina.

Ese proceso, en realidad, prácticamente ha concluido ya. Basta mirar un mapa de Cisjordania para comprender que la «solución de dos Estados» es ya imposible, si es que alguna vez hubo voluntad de aplicarla. El éxito de los israelíes es total, pero no exento de problemas para ellos. Obliga a los palestinos a plantear, a medio plazo, una reivindicación mucho más inquietante para Israel: derechos plenos en el país al que que se les ha obligado a pertenecer. Es un temor que siempre ha revoloteado sobre la sociedad israelí y basta hacer números para comprender por qué: sería un país de mayoría árabe en el que su condición de Estado étnico judío resultaría incompatible con la pretensión de ser una democracia.

Por ahora todavía no se ha llegado ahí, pero la marcha en esa dirección es inexorable; y no porque unos y otros lo deseen, sino porque esa es la dinámica que se puso en marcha el mismo día en que la ONU votó, en 1947, la partición de Palestina.


Comentar