Rusia elige entre Vladimir Putin y nada
Internacional
04 Dec 2011. Actualizado a las 06:00 h.
C uando, el mes pasado, el público de un estadio de artes marciales recibió con abucheos a Vladimir Putin algunos creyeron ver algo histórico en esa bronca. ¿Era el comienzo de un cambio radical en Rusia? ¿La repetición de la famosa escena final de Rocky IV de Stallone?
Es cierto que las encuestas previas a las elecciones de hoy muestran un declive de Rusia Unida (el partido de Putin) respecto a las de hace cuatro años. El juego de sillas de Putin y Medvédev ha resultado demasiado incluso para un pueblo tan dócil como el ruso. Y no solo para el pueblo. El «voto» del dinero es significativo: desde que Putin avisó de que volvía han salido del país entre 50 y 70 mil millones de dólares del país.
Pero esas mismas encuestas todavía le dan a Rusia Unida por encima del 40 % de los votos, como mínimo, lo que traducido a escaños supone una clara mayoría en un Parlamento en el que una alternativa es imposible (los demás partidos se aliarían con Putin antes que entre sí). Y además, ¿a quién le importan las encuestas? Fuera del país ha hecho reír la promesa del gobernador de Chechenia, el putinista Kadirov, de que conseguiría para Putin un 110 % de los votos. En Rusia no les hace tanta gracia: saben que hace cuatro años obtuvo un 90 %.
Lo que sí es posible es que Rusia Unida no logre esta vez la mayoría de dos tercios que le permite hacer y deshacer en la Constitución. Pero, ¿es eso una brecha en el escudo de poder absoluto? No mucho. Rusia no se gobierna en el Parlamento sino en los despachos. Una vez que Putin se haya asegurado una mayoría suficiente en la Duma este año y la presidencia el que viene, la élite política y económica, por mucho que se resista ahora, no tendrá más remedio que cerrar filas en torno a él. Rusia funciona así: es un poder único, exento, personal. El declive no cambia las cosas demasiado: solo proporciona incertidumbres, no alternativas.