El silencioso ascenso de Marine Le Pen
Internacional
Descartada, de momento, para el triunfo final, la dirigente ultraderehista puede provocar un terremoto en la primera vuelta.
21 Jan 2012. Actualizado a las 15:42 h.
Las aguas de las presidenciales francesas comienzan a bajar turbias para el Elíseo. A tres meses de la primera vuelta -el 22 de abril-, los últimos datos ofrecidos por el Instituto Ipsos esta pasada semana muestran un declive del presidente Nicolas Sarkozy, con un 23 % de intención de voto, con un retroceso de tres puntos respecto al sondeo de diciembre, frente a un 29 % del favorito, el candidato socialista François Hollande, que cae un punto. Frente a ellos, dos aspirantes cotizan al alza: la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, con un 18 %, un punto arriba, y el centrista François Bayrou que alcanza un 14 %, el que más sube con un incremento de siete puntos. El objetivo de ambos es eliminar a Sarkozy de la primera vuelta.
Sin embargo, la suerte de Sarkozy puede depender sobre todo del voto popular de extrema derecha que en el 2007 consiguió arrebatarle al Frente Nacional (FN) para dejarle en la mitad de los apoyos (8,6 %) que había obtenido cinco años antes. Esta vez las cosas pueden repetirse pero al revés. Marine Le Pen trata de arrancarle votos a Sarkozy y provocar un terremoto similar al que protagonizó su padre en el 2002 cuando pasó a la segunda vuelta en lugar del candidato socialista Lionel Jospin. Finalmente la movilización general contra el radicalismo del FN dio entonces la presidencia a Jacques Chirac.
Recetas simples
El mandatario francés es consciente también de que las cosas han cambiado y que el FN en el último año ha suavizado sus aristas bajo la nueva líder. Marine Le Pen ha actualizado el vetusto discurso nacionalista con un llamativo barniz antieuropeo y antisistema. Enunciados claros y directos para 'defender' a los franceses de un amplio abanico de males: una Europa a la deriva, los banqueros, los millonarios, los extranjeros, los delincuentes y los partidos tradicionales. Un mensaje explosivo que no solo ha calado entre los obreros (40 %) o en los agricultores (41 %) sino que conecta incluso con planteamientos de los indignados. La crisis amenaza con recrudecerse y el pelotón de desencantados puede contribuir a engrosar su voto. De ahí que la amenaza no solo alcance a la derecha sino también a la izquierda.
El cambio de imagen y tono ha sido también fundamental. Frente al tosco e irritable Jean Marie Le Pen, ahora hay una mujer moderna, madre soltera de tres hijos, estilizada, de melena rubia, especialmente hábil ante los medios y en el uso de la demagogia.
Por si quedara alguna duda del éxito de este lavado de cara del FN, una encuesta de TNS Sofres para France Info, Le Monde y Canal+ reveló que un tercio de los franceses, un 31 %, se declara «de acuerdo» con sus ideas mientras entre los menores de 35 años los apoyos han crecido 17 puntos en un año, del 11 % al 28 %. El partido xenófobo y nacionalista se reconvierte en una formación de derechas patriota y defensora de los valores tradicionales. El maquillaje del monstruo funciona y la repulsión cede: la población que rechaza a Le Pen ha caido diez puntos en este último año, situándose en un 62%.
Nerviosismo en el Elíseo
Bajo la amenaza de la recesión y con el paro en alza, la retirada de la triple A, la máxima nota crediticia, a Francia por la agencia Standard & Poor's ha insuflado viento fresco en las velas de los rivales de Sarkozy, mientras en las filas presidenciales cunde el nerviosismo. La táctica del Elíseo de retrasar lo máximo posible el anuncio de la candidatura y aprovechar el pedestal del jefe de Estado protector comienza a cuestionarse desde dentro del equipo gubernamental.
Con Bayrou arañando votos centristas a Sarkozy, Le Pen tiene vía libre para seguir castigando el flanco derecho con sus proclamas incendiarias.
Como ya sucede en Hungría, los ajustes y la crisis económica abonan el terreno para el populismo y la demagogia de las soluciones milagrosas y rápidas. Resultaría sorprendente que el Frente Nacional se convirtiera en el principal partido de la derecha francesa, pero Marine Le Pen cree que lo tiene al alcance de la mano.