La Voz de Galicia

El comunismo chino despide a Hu Jintao y da la bienvenida a Xi Jinping

Internacional

esperanza calvo pekín / e. La voz
El nuevo jefe del comunismo chino, Xi Jinping, segundo por la izquierda, alza la mano votando lo mismo que el líder saliente, Hu Jintao, primero por la derecha .

Reformistas y liberales se alían para limitar la influencia de los llamados neomaoístas

15 Nov 2012. Actualizado a las 07:00 h.

«Mei you», «Mei you». Es decir «no tenemos». La frase no paraba de escucharse como una letanía en el impresionante anfiteatro del Gran Palacio del Pueblo, que alberga los cónclaves comunistas desde que se inauguró en 1959. «Mei you», repetían los portavoces para dejar claro que ninguna de las delegaciones tenía nada que objetar a las propuestas que cerraban la semana de debates más importantes para el futuro del país, una cita que se repite cada 5 años pero que en esta ocasión coincide, además, con el relevo de poder.

Se marchan Hu Jintao y Wen Jiabao y los que como ellos superen los 70 años; un límite de edad establecido por Deng Xiaoping, el gran reformador, a principios de la década de los 80 para que ningún otro líder se perpetuase en el poder como lo hizo Mao. Toman el relevo Xi Jinping y Li Keqian. Xi ocupará el cargo de secretario general que abandona Hu. El próximo marzo se hará también con la presidencia del Gobierno y Li Keqian, el número dos, será entonces el nuevo primer ministro.

Precisamente ha sido Hu Jintao, secretario general saliente, quien ha querido hacer un guiño a esa renovación generacional en su despedida. «El XVIII Congreso ha elegido un nuevo comité central y ha sustituido a líderes mayores por otros más jóvenes», resumió.

Para la historia queda su granito de arena, al que nadie tampoco se ha atrevido a ponerle ningún «Mei you», ninguna objeción. Se trata de una enmienda a la Constitución del Partido Comunista, aprobada por el congreso, que incluye el concepto de «desarrollo científico» impulsado en su década al frente del partido.

La quinta generación

Se cierra entonces el capítulo de Hu para dar paso al de Xi, el paso de la cuarta a la quinta generación de líderes que se produce cada diez años siguiendo un estricto protocolo. En teoría, el Partido Comunista chino funciona como una pirámide, con una estructura que va de abajo a arriba. Lo que se ha aprobado ayer en Pekín es la lista de 350 nombres que formarán el comité central, la base de la pirámide. De entre todos ellos, solo unos 200 tienen capacidad de voto para escoger a los 25 que forman el Politburó, de donde se selecciona a la cúspide, es decir, el reducidísimo grupo de 7 o 9 miembros (aún no se sabe con claridad) que formarán el comité permanente del Politburó, en la práctica el órgano que lleva las riendas del país.

Todo esto según la teoría oficial, porque en la práctica el sistema funciona al revés. Es la anterior cúpula la que decide quién sube y quién baja peldaños en esta escalera hacia el poder que dirige la vida de 1.300 millones de personas, de la quinta parte de la población mundial. Está claro que son dirigentes como el propio Hu Jintao o el expresidente Jiang Zemin los que mueven los hilos para colocar o defenestrar a sus subordinados y no al revés.

No hay más que ver la caída de Bo Xilai, resultado de una lucha de poder en la que los dos grupos más fuertes (La Liga de los Jóvenes Comunistas de Hu Jintao y los Liberales de Jiang Zemin) han querido desactivar a los neomaoístas de Bo. El antiguo jefe del partido en Chonqing había puesto en marcha campañas propagandísticas y populistas organizando, por ejemplo, festivales de canciones revolucionarias de la época de Mao y fomentando cierta nostalgia de esa época que ya no es bien vista por el Pekín de la apertura económica.


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