La Voz de Galicia

El fin de la maestra que controló al poder en México

Internacional

Leticia Pineda México / AFP

Está detenida por apropiarse de 120 millones del sindicato que presidía

28 Feb 2013. Actualizado a las 07:00 h.

Elba Esther Gordillo, líder del poderoso sindicato mexicano de maestros, ha sido hasta su detención una temida y odiada figura que se encumbró al primer plano de la política y era considerada la mujer más poderosa de México. La Maestra, como todos la conocen, fue arrestada la noche del martes en el aeropuerto de Toluca por el desvío de unos 2.000 millones de pesos (120 millones de euros) de dos cuentas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que ella dirige con mano férrea desde hace 23 años.

Gordillo pasó la noche en la cárcel y ayer un funcionario le comunicó tras una ventanilla con rejas los cargos contra ella: delincuencia organizada y desvío de las cuotas de los socios del SNTE para uso personal mediante un complejo entramado de triangulación financiera, que involucra a sociedades e intermediarios. Habría usado los fondos para inversiones inmobiliarias, depósitos en Suiza y Lichtenstein, pagos a una cadena de tiendas de lujo en EE.UU., cirugías estéticas, galerías de arte y un avión privado, entre otros.

El fiscal general de la República, Jesús Murillo Karam, nombrado por el presidente Enrique Peña Nieto, descartó que la detención tenga motivaciones políticas y dijo que solo se trata de la punta del iceberg porque aún falta mucho por investigar. Pero el arresto tiene un fuerte impacto en la política y se produjo un día después de la promulgación de la reforma educativa de Peña Nieto que pretende devolver al Estado la «rectoría» sobre la educación a la que Gordillo se había opuesto.

La oposición celebró la detención y exigió al Gobierno que aumente sus acciones para perseguir la corrupción. Junto con Gordillo, fueron detenidas otras tres personas que recibieron en sus cuentas cheques del SNTE.

De Chiapas al PRI

Nacida hace 68 años en una aldea de Chiapas y huérfana de padre desde los tres, escaló en el mundo de la educación desde muy abajo. Fue maestra y camarera a la vez, hasta que en los años ochenta pasó a convertirse en compañera y colaboradora del entonces líder del sindicato, Carlos Jonguitud Barrios, contra quien sin embargo conspiró, según sus detractores, hasta defenestrarlo y asumir su cargo.

El SNTE, al igual que otros gremios mexicanos, fue durante muchos años pilar del sistema corporativista que construyó el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que estuvo entre 1929 y 2000 en el poder y al que regresó el pasado diciembre. Al frente del sindicato, considerado el más grande de Latinoamérica -tiene 1,4 millones de miembros-, Elba Esther fue en varias ocasiones senadora y diputada por el PRI, secretaria general del partido (2002-05) y líder del grupo en la Cámara baja, de donde salió enfrentada con sus compañeros, especialmente con Emilio Chuaffet, actual ministro de Educación.

Criticada por su lujoso tren de vida, pero hábil para leer los tiempos de la política, durante años tuvo en sus manos la facultad de inclinar la balanza hacia un partido o un candidato. Se acercó en el 2000 Al expresidente Vicente Fox, creó su propio partido -una de sus dos hijas ocupa un escaño-, y en el 2005 ayudó al triunfo de Felipe Calderón. El 6 de enero, día de su cumpleaños, presintió su final, cuando en su último discurso público pidió que en su epitafio se leyera: «Murió como una guerrera».


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