Un país controlado pero no monolítico
Internacional
16 Jun 2013. Actualizado a las 06:00 h.
Hasán Rohaní es un clérigo moderado de 64 años que habla en inglés con acento escocés (estudió Leyes en Glasgow). Prácticamente nadie contaba con él como ganador de las elecciones iraníes del viernes. Y sin embargo, eso es lo que ha ocurrido. Existe una serie de malentendidos respecto a la política iraní que hace que los medios de comunicación se equivoquen con frecuencia en sus predicciones acerca de este país, en parte el fruto del desconocimiento de la mecánica política iraní y en parte la demonización constante de Irán por razones más geoestratégicas que de su política interna.
Las elecciones en Irán no están realmente amañadas. No lo estuvieron en el 2009 cuando Mahmud Ahmadineyad ganó, ni lo han estado ahora. Lo que no quiere decir en absoluto que sean unas elecciones libres: la manipulación se da en el proceso previo de selección de candidatos y en general en la falta de libertad. Pero eso no quiere decir que no exista la política o la incertidumbre, como prueba en parte la victoria de Hasán Rohaní. Su triunfo, para muchos tan desconcertante, era evidente desde hace varios días en las encuestas que se publican en Irán. El momento clave se produjo hace cinco días, cuando el otro candidato reformista, Mohamed Reza Aref, se retiró de la carrera. A partir de ahí Rohaní se disparó en los sondeos. En todo caso, Said Yalili, el candidato ultraconservador al que la prensa internacional consideraba el favorito solo porque era el más próximo al círculo de poder, nunca llegó al 15 por ciento de intención de voto.
División y hartazgo
¿Qué significaría la elección de Rohaní? Ante todo refleja la división entre los conservadores y hartazgo con el populismo de Ahmadineyad. Sobre todo indica nostalgia por los años de gobierno reformista de Mohamed Jatamí, cuyo negociador nuclear era precisamente Rohaní. Ese programa nuclear seguirá con Rohaní, porque cuenta con el consenso de la calle, pero se espera de él que relaje la tensión con Estados Unidos para lograr un levantamiento parcial de las sanciones, lo que permitiría mejorar a la economía.
Difícil, porque la Administración Obama, muy presionada en este asunto desde fuera, hace tiempo que se decidió por forzar un cambio de régimen en Irán.
Es en la política interior donde sus habilidades de negociador le serán más útiles a Rohaní. Mientras gobernaba Ahmadineyad se le presentaba erróneamente como un dictador todopoderoso. En realidad, el sistema iraní es más parecido al de China, donde el poder no lo ejercen individuos sino organizaciones que compiten entre sí. Rohaní, que tiene buenos contactos en varias terminales del poder, tendrá que mostrar su habilidad forjando alianzas. En la campaña, por ejemplo, se comprometió a liberar a los reformistas en arresto domiciliario desde el 2009. Ese será un buen test, tanto de sus capacidades como de sus intenciones.
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