La policía protege a Alfano en el funeral por las víctimas de Lampedusa
Internacional
La ceremonia acaba siendo un acto de denuncia de la ley migratoria italiana
22 Oct 2013. Actualizado a las 07:00 h.
Dieciocho días después de la tragedia y con la mayor parte de los muertos ya enterrados de forma anónima en diversos cementerios sicilianos, se celebró ayer en Agrigento el funeral por las 366 víctimas del naufragio ante las costas de la isla italiana de Lampedusa. La ceremonia estuvo precedida por una encendida polémica por entender que no hacía justicia a la magnitud de la tragedia, y en su transcurso se sucedieron las protestas y los momentos de tensión.
El Gobierno italiano había prometido un funeral de Estado que al final se quedó en un oficio de rito mixto islamico y cristiano al que acudieron los ministros de Interior Angelino Alfano, el de Defensa Mario Mauro, y la ministra de la Integración Cecile Kyenge. También estaban presentes los embajadores de algunos de los países de los que eran originarias las víctimas, como Eritrea.
Sin embargo, faltaban los inmigrantes que sobrevivieron a la tragedia porque no se les permitió viajar. No estaba la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, que tenía una reunión en Roma con el presidente de la República, Giorgio Napolitano, y tampoco acudió el alcalde de Agrigento, Marco Zambuto, que se negó a asisitir alegando que la ceremonia era «una pasarela de políticos» y una «farsa de Estado».
La ceremonia fue oficiada por el imán Pallavicini, vicepresidente de la comunidad islámica italiana, y concelebrada en los ritos islamico y cristiano. Se leyeron framentos del Evangelio y suras del Corán bajo las notas del Kyrie Eleison y del Ave Maria. Desde toda Italia y de Alemania y otras zonas de Europa habían llegado numerosos eritreos, entre ellos muchas mujeres cubiertas con velos blancos que llevaban velas y flores.
Un grupo desplegó un cartel de protesta por la participación de los representantes del gobierno eritreo: «La presencia del régimen eritreo ofende a los difuntos y pone en peligro a los supervivientes», decía. También hubo protestas contra las autoridades italianas, sobre todo contra el ministro Alfano, al que echaron en cara la ley de inmigración: «la historia siciliana nos ha enseñado que emigra» no es delito», le gritaron. Alfano tuvo que abandonar el lugar protegido por las fuerzas de seguridad. La ministra Kyenge intentó calmar los ánimos exhortando para que la paz y la no violecia «superen cualquier cosa». En otros carteles se podía leer: «Sangre nostrum» y «¿Dónde están los supervivientes?»
Desde Roma Giusi Nicolini criticó que el funeral se hubiera celebrado en Agrigento «porque no tiene nada que ver con la historia de quien ha muerto». Añadió que tanto la gente de Lampedusa como los supervivientes querían asistir a la ceremonia, pero que celebrarla a más de 200 kilómetros de distancia, lejos de donde se produjo la tragedia, se lo impidió. En relación con el plan militar puesto en marcha por el Gobierno, dijo que «a la llamada humanitaria no se puede responder con medios militares. Tras haber sido interceptados por los navíos, ¿cuál es el destino de estas personas?».
Horas antes un grupo de eritreos habían protagonizado una protesta pacífica en Lampedusa al no permitirles viajar a Sicilia para asistir a la ceremonia fúnebre. La policía alegó que deben permanecer en el centro de acogida hasta que se tramite su petición de asilo.