Merkel aprieta a Putin, pero poco

Desconcierto, resignación y prudencia. Angela Merkel, la canciller federal de Alemania y la mujer más poderosa de Europa, nada entre esos tres sentimientos ante la creciente desestabilización de Ucrania, la crisis mas grave entre Occidente y Rusia desde la guerra fría.

Desconcierto ante el hecho de que todos los esfuerzos han sido vanos para frenar la escalada del conflicto, que, al contrario, no hace sino agravarse. Lo acordado en Ginebra es ya papel mojado y la diplomacia de crisis no da frutos. Resignación porque los intentos de Occidente de aplacar las veladas ansias expansionistas de Vladimir Putin han sido inútiles. Y mucha prudencia, algo innato en el temperamento de Merkel, ya que las consecuencias de un agravamiento del conflicto en Ucrania podrían ser fatales para la boyante economía alemana.

Aunque demostraron unidad y su firme voluntad de actuar con más severidad contra Rusia, Merkel y Barack Obama ofrecieron también el viernes claros signos de desconcierto, resignación y prudencia. Fuera de lanzar advertencias no hubo acuerdo sobre medidas concretas y aplazaron el castigo hasta después de las elecciones presidenciales en Ucrania del día 25.

Otros intereses

«Alemania tiene intereses centrales y muy importantes ante Rusia. Son más fuertes y a la larga más importantes que la cuestión de cómo se resolverá la crisis de Ucrania», explica Christian Hacke, profesor emérito en el Instituto de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Bonn. Hacke está seguro de que, entre bastidores, la prioridad de Merkel fue dejar claro que la crisis debe minimizarse al máximo y evitar a toda costa que se agrave aún más.

Pese a todo, es erróneo pensar que Merkel no es partidaria de agravar las sanciones. Pero, para el exembajador Wolfgang Ischinger, «hay que tener en cuenta que cada medida sancionadora de Alemania, tendrá para Rusia un efecto diez veces mayor que cualquier sanción de Estados Unidos».