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Oscar Pistorius, un héroe caído pero no un asesino

Internacional

La Voz | Agencias

El atleta sudafricano, ejemplo a seguir tras los Juegos Olímpicos de Londres, ha sido declarado culpable de homicidio involuntario y ha esquivado la condena perpetua aunque se enfrentara el próximo 13 de octubre a 15 años de prisión

12 Sep 2014. Actualizado a las 20:24 h.

Todo cambió el 14 de febrero del 2013. Oscar Pistorius era uno de esos pocos atletas con un aura mediática que provocaba que casi todo el mundo conociera su nombre y otros tanto su historia. El velocista nació en Sudáfrica hace en 27 años y con solo 11 meses recibió un golpe que cambió su vida ya que fue sometido a una operación para amputarle las piernas por debajo de las rodillas. A pesar de este inconveniente, empezó a practicar atletismo gracias a unas prótesis transtibiales construidas en fibra de carbono, que le valieron a posteriori el alias de «Blade Runner».

Pistorius tardó poco en empezar a batir records, y eso a pesar de que su entrenador en el instituto tardó más de seis meses en enterarse de su discapacidad. Siempre al mismo ritmo que sus compañeros, desde el principio manifestó su deseo de batirse con todos los deportistas y no solo con los paralímpicos. Tras arrasar en las pruebas de 100, 200 y 400 metros lisos para atletas que han sufrido una doble amputación, el velocista le lanzó un guante a la Asociación Internacional de Atletismo para que le dejaran competir no solo en las categorías para discapacitados.

Aunque en un principio se lo negaron al estimar que las laminas de carbono le daban una cierta ventaja en la segunda parte de las carreras, tras apelar al Tribunal de Arbitraje Deportivo logró el permiso, aunque Pistorius no logró la marca mínima para competir en la prueba de 400 metros. Pero no fue el final de su sueño, tras lograr la medalla de plata en el relevo 4x400 metros en el Mundial de Daegu, cuatro años después, en Londres, pudo competir convirtiéndose en el primer atleta paralímpico en estar en una cita olímpica. Con el sueño en el bolsillo, el reconocimiento internacional y tras estar en la semifinal de los 400 y la final de los relevos de 4x400, la revista Time lo colocó entre las cien personalidades más influyentes del planeta, ensalzándolo como «la definición misma de la inspiración mundial» y como héroe nacional. El mundo admiró su proeza y Pistorius se convirtió en la imagen de conocidas marcas como Nike. Sin embargo, siete meses después todo se truncó.

La caída del mito

Su imagen de héroe y ejemplo a seguir se rompió al saltar la noticia de la muerte de su novia Reeva Steenkamp en la madrugada del día de San Valentín del 2013. Las primeras informaciones apuntaban, tal como se confirmó después, de que el velocista disparó cuatro veces contra la puerta del baño, donde la modelo se encontraba en el momento de los hechos. Pistorius ha mantenido desde entonces que confundió a su pareja con un ladrón y que no era su intención matarla. El corredor narró durante su declaración que, después de derribar con un bate de cricket la puerta del baño donde su novia se había encerrado, descubrió su cuerpo ensangrentado: «me arrodillé junto a Reeva, observé si respiraba. La cabeza de Reeva descansaba sobre mi hombro, y sentí la sangre corriendo sobre mí».

Pero los hechos eran los que eran, y la duda razonable. Así, la maquinaria mediática dio un giro drástico haciendo que se cayera de los altares del éxito. Pistorius, que desde un principio se declaró «no culpable», vio como su perfil cambió de la noche a la mañana. Paso de ser el deportista de voluntad infranqueable y ejemplo a seguir, a mostrar su cara menos amable. Los medios recuperaron su infancia y adolescencia traumática, provocada no solo por su incapacidad, sino también por la separación de sus padres y la muerte de su madre con solo 15 años. Y no se quedaron ahí, su lado agresivo y mujeriego así como su pasión por las armas de fuego ocuparon los titulares de los medios de comunicación en Sudáfrica y en medio mundo. La sentencia estaba dictada cuando el juicio aún no había ni empezado.

El atleta prestó declaración el 15 de febrero y negó su implicación en los hechos, mientras que la Fiscalía le declaró culpable del asesinato de su novia. Tras pagar 85.500 euros, logró su libertad bajo fianza solo 10 días después de la muerte de su novia, aunque Pistorius no se ha librado de lupa mediática. Durante estos meses, el corredor ha sido retratado ejercitándose con ropa deportiva y comiendo en un restaurante con sus abogados. Asimismo, la prensa sudafricana ha informado también de unas vacaciones suyas el pasado diciembre en Mozambique, donde habría mantenido un romance con una estudiante sudafricana, y de una trifulca verbal con otro cliente en un bar de moda de Johannesburgo del que fue expulsado «completamente borracho». En cambio, su tío Arnold ha asegurado que su sobrino pasa buena parte del tiempo leyendo la Biblia en la mansión del cabeza de familia en Pretoria.

Pistorius y su juicio mediático

Sin embargo, los «secretos» de Pistorius siguieron saliendo a la luz a más velocidad tras arrancar el juicio que giró alrededor de la duda de si habia sido un error o un asesinato premeditado. En un proceso que estaba previsto que durara tres semanas y que se ha alargado seis meses, el fiscal Gerrie Nel ha tomado el relevo de los medios y se ha encargado de desvelar a cuentagotas una retahíla de incidentes verbales, físicos y con armas de fuego que retrataban al corredor como alguien irascible y violento. Desde el inicio la Fiscalía ha sostenido la hipótesis de que se trató de un «asesinato a sangre fría» al que ha descrito como un egoísta que humillaba a su novia. Según su versión, antes de que el doble amputado de piernas disparase a las tres de la madrugada hubo una fuerte discusión entre el sudafricano y su novia, que intentó comunicarse con él a través de la puerta del baño.

Desde su defensa, siempre se ha asegurado que la discapacidad de Pistorius creó en su cliente un marcado temor a ser atacado, algo acrecentado por los altos índices de delincuencia que hay en Sudáfrica. Asimismo, su abogado Barry Roux ha usado la baza de un «trastorno de ansiedad», aunque un examen psiquiátrico determinó que el deportista no tenía problemas mentales cuando mató a Reeva Steenkamp. Desde el minuto uno, se ha presentado durante el proceso como un hombre emotivo atormentado por el sentimiento de culpa. Una y otra vez derramó lágrimas en la sala donde se celebraron las vistas en Pretoria y vomitó en varias ocasiones, acciones que le valieron acusaciones de haber recibido clases de actuación.

Pero tras seis meses de proceso, la jueza Thokozile Masipa ha descartado finalmente que el deportista disparara «por accidente» como él mismo aseguraba, sino que lo hizo de forma consciente y voluntaria, aunque sin intención de matar. Así, ha determinado que no fue premeditado por lo que Pistorius esquiva la cadena perpetua. No obstante, la magistrada lo ha sentenciado por homicidio involuntario, y a espera de conocer el veredicto -el próximo 13 de octubre-, se prevé una pena de cárcel inferior a 15 años.


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