La Voz de Galicia

Birmania desoye a la ONU y expulsa a los 200 apátridas rescatados

Internacional

Hla Hla Htay Rangún / AFP
Inmigrantes rohingyas, ayer en Maungdaw.

Malasia, Indonesia y Tailandia sí han hecho caso a la presión internacional y han acogido ya a más de 3.500 migrantes, aunque insisten en que la medida es temporal

24 May 2015. Actualizado a las 08:39 h.

Birmania expulsará a Bangladés a los 208 inmigrantes rescatados esta semana cuando navegaban hacinados en un barco de madera. «Les damos asistencia humanitaria. Después de eso, los reenviaremos a su país», declaró Zaw Htay, portavoz de la presidencia birmana. Los rohingyas, una comunidad de 1,3 millones de personas, son apátridas y carecen de derechos. Birmania los considera inmigrantes ilegales bangladesíes, incluso los que llevan varias generaciones instalados en el país, y la marginación ha ido en aumento tras el auge del nacionalismo budista antimusulmán, un fenómeno que afecta a toda la región y está detrás de esta huida masiva por mar.

Según la ONU, miles de personas se encuentran bloqueadas en el golfo de Bengala en vísperas del comienzo de la temporada de monzones. Desde Hanói, el secretario general, Ban Ki-moon, hizo un llamamiento para detener la crisis -«cuando la gente está a la deriva en el mar, la prioridad es ir a buscarlos, rescatarlos y proporcionarles ayuda humanitaria», afirmó- y atacar «las raíces» del éxodo de los rohingyas que huyen de la miseria. Birmania, sin embargo, no da señales de querer reconocer o mejorar las condiciones de esta minoría religiosa para poner fin a su éxodo, un tema casi tabú en el país. Incluso la opositora Aung San Suu Kyi no se ha expresado sobre esa cuestión desde el inicio de la crisis migratoria.

La presión internacional, no obstante, propició que algunos países flexibilizaran su política en la última semana y dejaran de rechazar barcos. Malasia, Indonesia y Tailandia han acogido a más de 3.500 migrantes, aunque, al igual que Birmania, insisten en que la medida es temporal, a la espera de trasladarlos a un tercer país.


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