La Voz de Galicia

El Eurogrupo confía en un acuerdo con Grecia antes de que acabe la semana

Internacional

cristina porteiro bruselas / corresponsal

El BCE mantiene la respiración asistida a los bancos griegos para evitar que colapsen

23 Jun 2015. Actualizado a las 15:44 h.

El día decisivo para Grecia pasó y, con él, el ansiado acuerdo con sus socios del euro para lograr desbloquear los 7.200 millones de euros pendientes del rescate heleno.

Los ministros de Finanzas de la eurozona fueron los primeros en llegar a Bruselas. Lo hicieron con pocas esperanzas puestas en la negociación con los emisarios griegos a tenor de los encuentros fracasados de los últimos cinco meses y de la actitud esquiva del primer ministro heleno, Alexis Tsipras, quien buscó hasta el último minuto una solución política con sus pares del Consejo para evitar los peajes técnicos del Eurogrupo y la troika. «Estamos igual que el pasado jueves», anticipaba el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, al aterrizar en la capital belga.

El nuevo y último paquete de reformas griego llegó a los cuarteles de la Comisión Europea a destiempo y por tandas. «Las propuestas de Grecia han llegado muy tarde. No hemos tenido tiempo para estudiarlas a fondo», se quejó el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, tras la reunión con sus socios. A pesar de la tardanza, la letra de la nueva hoja de ruta de Atenas empieza a sonar bien: «Son las primeras propuestas griegas realistas en semanas», aseguró el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. «Es un paso positivo. Esperamos alcanzar un acuerdo a finales de semana», anunció Dijsselbloem. También el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, manifestó su deseo de cerrar el pacto en la cumbre de líderes que se celebrará de nuevo en Bruselas este jueves y viernes.

Las buenas palabras con la boca pequeña no le sirvieron de mucho a Tsipras, que acudió a Bruselas con la esperanza de solucionar la crisis tomando un atajo político. Sus socios le cerraron las puertas. La canciller alemana, Angela Merkel, advertía a su llegada al Consejo que en la reunión solo debatirían y analizarían el actual estado de las negociaciones, pero en ningún caso tomarían «una decisión» sobre cuestiones técnicas.

El presidente francés, François Hollande, se mostró mucho más indulgente y reconoció que, aunque la reunión de alto nivel no alumbraría ningún acuerdo, sí podría «abrir camino a una solución». Para Tsipras ese camino debe conducir a un alivio de la deuda. Atenas ha cedido en las últimas horas a las exigencias de la troika y está incluso dispuesta a traspasar algunas líneas rojas del programa de Syriza, con prejubilaciones, recortes de las pensiones y subida del IVA a algunos productos y servicios a cambio de un compromiso político que le garantice la reestructuración de lo que debe.

En medio del pulso político entre Grecia, las instituciones y sus socios, Tusk advirtió del enorme riesgo que está corriendo la zona euro: «Quiero poner fin a este juego político. Lo más importante es que los líderes tomen responsabilidad total para evitar el peor escenario, un Greccident (sic) caótico». El futuro de Grecia en la eurozona pende de un hilo. La situación es tan grave que el Eurogrupo habla entre bastidores de la posibilidad de imponer control de capitales. Ahora mismo solo el BCE se interpone entre Atenas y ese escenario.

El organismo comandado por Mario Draghi acordó ayer aumentar la liquidez a los bancos helenos y volverá a hacerlo hoy, según fuentes del BCE, antes de la apertura de los mercados para dar más tiempo al acuerdo y evitar el colapso financiero, el temido corralito.

Irritación contra Atenas

La presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaité, se mostró como uno de los líderes europeos más críticos con el Gobierno griego al asegurar que pretende seguir la fiesta y que otros paguen las facturas. «Decir que debemos olvidar la deuda no es una solución. Hay acuerdos que deben respetarse», señaló por su parte el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel, que ha resaltado que tiene una «responsabilidad» hacia sus contribuyentes. El primer ministro belga, Charles Michel, admitió que en las últimas semanas hubo «mucha irritación» contra Atenas por sus tácticas negociadoras y pidió a Atenas que «asuma sus responsabilidades». España y Portugal decidieron hacer frente común en la cumbre.

El mercado barrunta el pacto

A solo ocho días del fin de la prórroga del segundo rescate heleno, los líderes de la zona euro se juntaron ayer en Bruselas para darle otra vuelta a la crisis griega, buscar un acuerdo y evitar males mayores: toda una debacle en Grecia y un señor embrollo en el club de la moneda única.

Pero, horas antes de que los políticos iniciaran esa crucial reunión, los mercados ya habían hecho sus apuestas, y llegado a la conclusión de que la vieja Europa alcanzará in extremis -con un pie fuera ya del precipicio, para no variar- un acuerdo. A lomos de esa esperanza, las bolsas subieron con fuerza y las primas de riesgo, sobre todo las de la periferia -las más expuestas a las turbulencias que a buen seguro desataría una Grecia fuera del euro-, se desinflaron.

Sin ir más lejos, en España, el Ibex 35 rubricó su mejor día en más de dos años. Al cierre, había logrado echarse al bolsillo un avance del 3,87 % -el más abultado desde septiembre del 2012- y colocarse otra vez por encima de los 11.000 puntos. A 11.368,2 acabó la jornada.

Similares fueron las subidas que cosecharon el resto de las grandes plazas europeas: París y Fráncfort se adelantaron un 3,81 % cada una; y Milán, un 3,47 %. Más moderada, como era de esperar, resultó el alza que consiguió Londres: del 2,42 %.

Atenas, desbocada

Pero, donde de verdad se desbordó la alegría fue en el parqué de Atenas, que recuperó un 9 % de una tacada, poniendo así tierra de por medio respecto a los mínimos de los últimos tres años que marcó la semana pasada. Y eso, con las cotizaciones de su -habitualmente vapuleado- sector bancario, subiendo esta vez como la espuma. De hecho, la mayoría de las entidades helenas firmaron alzas de más del 20 %. Mientras, en el mercado de deuda las aguas volvían a bajar mansas tras la tensión de la última semana, en la que los inversores llegaron a temer que todo saltara por los aires. Con los ánimos más calmos, la rentabilidad del bono griego a diez años bajó 1,37 puntos porcentuales, hasta el 11,22 %, con la prima de riesgo helena en 1.033 puntos, 151 puntos más baja que el viernes.

En el caso de España, el rendimiento de los títulos a una década pasó del 2,28 al 2,11 %, lo que deja la brecha que los separa de sus homólogos alemanes en 122 puntos, 30 menos que en la sesión precedente.

Esto no se ha acabado

En cualquier caso, advertían ayer los analistas, esto no se ha acabado. Para puntualizar a renglón seguido que, aun con acuerdo, en Grecia queda todavía mucha tela que cortar. El pacto puede que ponga fin a cinco meses de inestabilidad y trifulca, que arrancaron con la victoria de Syriza en las elecciones griegas del pasado 25 de enero. Pero la situación de Grecia está muy lejos de solucionarse. Solo una cifra: la deuda del país equivale al 180 % de su PIB, casi 40 puntos más que cuando llegó la troika en el 2010. Tarde o temprano habrá que reestructurarla.


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