La Voz de Galicia

Grecia elige hoy entre echar a Tsipras y enfrentarse a un divorcio con la UE

Internacional

El resultado será difícil de gestionar porque, gane quien gane, perderá la mitad del país

05 Jul 2015. Actualizado a las 09:42 h.

Toda Europa espera en vilo la decisión que tomarán hoy los griegos en el referendo convocado por su Gobierno hace solo nueve días y del que, pase lo que pase, no podrá salir un resultado bueno para nadie porque, si gana el sí, el Ejecutivo de Syriza no podrá resistir vivo mucho tiempo y, si se impone el no, la Unión Europea interpretará que los helenos quieren marcharse.

La jornada de reflexión empezó con una frase de Yanis Varufakis que estremeció a casi todo el continente y que le hace muy difícil formar parte de cualquier negociación futura: «Lo que hacen con Grecia tiene un nombre: terrorismo». El ministro de Finanzas hizo honor a su trayectoria de creador de grandes titulares y tachó a Alemania de perseguir desde hace tiempo la salida de Grecia del euro. «Ya en 2012, el señor Schauble dio a entender claramente que preferiría un Grexit», señaló.

Supuestamente, la jornada de reflexión es un día en el que los líderes guardan silencio para que la gente medite su voto sin interferencias, pero la UE no lo tuvo en cuenta y sus dirigentes prosiguieron su campaña a favor del sí. Especialmente activo se mostró el presidente del Parlamento europeo, el alemán Martin Schulz, que se ha revelado como un halcón contra el Gobierno griego. En su opinión, el primer ministro Alexis Tsipras ha conducido al país a un callejón sin salida del que la gente no tiene la culpa. La situación, prometió, empeorará más si el pueblo vota no.

Schultz no fue el único de su familia ideológica en mojarse ya que el presidente del Partido Socialista Europeo, Sergei Stanishev, pidió a los griegos que «no den la espalda a Europa» en el momento de votar. El mismo argumento que empleó el expresidente del BCE, Jean Claude Trichet, quien retornó de su retiro para afirmar que, si la consulta se salda con un no, supondría la «catástrofe inmediata» para Grecia.

Según informa Colpisa, el juego de nervios sobre el futuro del país, con los bancos cerrados durante toda esta semana, siguió ayer. El Financial Times aseguró que algunos bancos griegos tienen ya un plan de emergencia, en caso de que gane el no y se acabe la liquidez, para confiscar el 30% del dinero de aquellas cuentas corrientes con importes superiores a los 8.000 euros. Es una medida similar a la que se aplicó en la crisis de Chipre, donde el umbral se situó en los 100.000 euros y sirvió para recapitalizar algunas entidades. El Gobierno lo desmintió, calificando la información de «calumnia», lo secundó la presidenta de la asociación de bancos griegos, Luka Katseli, y la Autoridad Bancaria Europea advirtió de que se trataría de una práctica contraria a las leyes de la UE. Pero el rumor corrió como un reguero por Atenas.

En cuanto al momento que más expectación despierta, resultado del referendo aparte, la reapertura de los bancos, Katseli avanzó que hay una «alta probabilidad» de que lo hagan el martes o, como máximo, el miércoles. Todo dependerá de la decisión del BCE, que a la luz del resultado de la consulta debe optar por reanudar o no el canal de financiación de emergencia. La banca griega, con solo mil millones, no aguantará más allá del lunes.

Los sondeos, que daban a comienzos de la semana una ventaja considerable al no, han dejado ver un aumento del sí como consecuencia del corralito hasta el punto de que el viernes le daban una ligera ventaja. Gane el que gane, el resultado será inmanejable ya que la mitad del país habrá perdido.

Una convocatoria muy criticada

La votación de hoy es la cuarta desde que se produjo el primer rescate en 2010. El referendo es, sin embargo, el primero en el país desde que en 1974 los griegos decidieron por el 69 % de los votos abolir definitivamente la monarquía. La trascendencia del resultado no será menor y por eso ha recibido tantas críticas la rapidez con que se montó, como si fuese únicamente un arma improvisada para negociar con la troika. Otras críticas son que preguntará por algo que ha dejado de existir, que la pregunta es ininteligible o que la primera opción que se le ofrece al elector es el no. También ha sido censurado su coste, que asciende a veinte millones. La celeridad con que se convocó hace más difícil que voten el medio millón largo de griegos que están fuera del país.


Comentar