Prisas y parches europeos a una catástrofe anunciada

El incesante flujo de refugiados en Europa no debería coger sorprendidos a ninguno de los líderes europeos. En los últimos cuatro años, los conflictos violentos en países como Siria y Afganistán arreciaron, empujando a millones de personas al exilio. La comunidad internacional les dio la espalda. Europa también lo hizo hasta que la crisis llamó a sus puertas. Tardó demasiado en reaccionar. El colpaso de los Balcanes es la consecuencia de una política errática y egoísta.

¿Por qué está colapsada la ruta de los Balcanes?

Por el fracaso de la diplomacia a la hora de solucionar los conflictos en origen, en primer lugar. En segundo término por la ausencia de una estrategia conjunta con Ankara. Al menos 479.047 refugiados llegaron a Grecia este año procedentes de Turquía. Otro factor es la ausencia de una política común de asilo y de gestión de fronteras. Cada país adoptó las medidas que más le convenían, aunque eso significase desviar los flujos de personas hacia países vecinos con escasa capacidad de acogida. Otros socios decidieron ignorar los acuerdos que obligan al país de llegada a registrar y tramitar las solicitudes de asilo. El punto de inflexión fue el cierre de las fronteras húngaras, por donde circulaba el 71% del total de migrantes. El levantamiento de las vallas con Serbia y Croacia desencadenó el cierre de puertas entre países de la región y desvió el flujo en los Balcanes  hacia Eslovenia, provocando tapones en varios pasos fronterizos, a pesar de que en lo que va de año, al menos 700.000 desplazados llegaron por esta vía a Alemania.

¿Cómo retomarán el control?

Europa quiere reducir la presión interna de forma urgente a través del blindaje y control de las fronteras y la devolución rápida de los migrantes sin derecho al asilo. Una vez descongestionada la región, los líderes pretenden avanzar en el proceso de reubicación de asilados que soliciten protección en Grecia e Italia..

¿Puede empeorar la crisis humanitaria?

Sí. La respuesta europea sigue siendo extremadamente lenta comparada con la gravedad de la situación. Se dijo que con la llegada del otoño, el flujo de migrantes se reduciría por las malas condiciones climatológicas, pero hasta el momento no ha sido así. El invierno está a las puertas y todavía no se sabe qué va a pasar con los miles de refugiados atrapados en los Balcanes. ¿Volverán a Grecia para ser identificados? ¿Tiene capacidad Atenas para gestionar en sus «hotspot» el ingente flujo interno y externo de refugiados? ¿Pueden obligar a los migrantes a permanecer en esos centros para evitar que transiten por la Unión?