La Voz de Galicia

La ultraderecha alemana se marca un autogol

Internacional

Arremetió contra el jugador internacional Jerome Boateng, del que dijo que los alemanes no lo querrían como vecino. Y se llevó un varapalo

30 May 2016. Actualizado a las 07:18 h.

La derecha radical alemana se marcó hoy un autogol, al pretender que Jèrôme Boateng, pieza clave del poderoso Bayern Múnich y de la selección campeona del mundo, sería un vecino indeseado para un ciudadano 100 % germano debido a su origen ghanés.

«A la gente le parece un buen jugador. Pero no quisieran a un Boateng como vecino», afirmó Alexander Gauland, vicepresidente de Alternativa para Alemania (AfD), según Frankfurter Allgemeine Zeitung, referente de la prensa seria y conservadora del país.

La alusión remite al origen del jugador e incide en la tradición ultra de cuestionar a los internacionales de origen extranjero.

Boateng nació en Berlín, de madre alemana y padre ghanés, y es uno de los jugadores más valorados del país, a lo que une su reputación de ciudadano comprometido con proyectos de ayuda a la infancia y a la lucha contra la leucemia.

Al pronunciamiento de Gauland siguieron reacciones encendidas desde el Gobierno y las filas de la canciller Angela Merkel, así como de la Federación Alemana de Fútbol (DFB).

«Sin nivel e inaceptable», sentenció desde su cuenta en Twitter el ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas, para añadir que con tales pronunciamientos AfD se está «desenmascarando».

«Mejor Boateng que Gauland como vecino», apuntó la vicepresidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU) Julia Klöckner, a la que se ha visto como sucesora de Merkel al frente del partido.

Es «sencillamente de mal gusto», apuntó el presidente de la DFB, Reinhard Grindel, quien destacó que Boateng, además de un insustituible jugador, es un modelo para los jóvenes.

El manager de la selección, Oliver Bierhoff, recordó que esos pronunciamientos no son nuevos, en alusión a los acosos sufridos en el pasado por jugadores de origen polaco -como Lukas Podolski y Miroslav Klose-, turcos -Mesut Özil- o tunecino -Sami Khedira-, independiente de si nacieron ya en el país.

Las palabras de Gauland siguen al revuelo desatado por una campaña del movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) atacando la inclusión de jugadores de origen extranjero en la promoción para la Eurocopa de unas chocolatinas con los rostros de los internacionales cuando eran niños.

Pegida catalogó de «chiste», desde una cuenta en Facebook, que en los envoltorios de los chocolates Kinder, en esa promoción apareciesen las caras de los centrocampistas Ilkay Gündogan y Boateng, de padre turco y ghanés, respectivamente.

El comentario de Pegida desató todo tipo de memes, así como condenas del ámbito político y futbolístico, así como del fabricante de las chocolatinas, la marca italiana Ferrero.

Pegida surgió hace un año y medio, al convocar marchas semanales de signo islamófobo en Dresde (este del país), que tras adquirir dimensiones multitudinarias pasaron a una fase agónica, con picos de revitalización en medio de la llegada de refugiados a Alemania.

AfD mantiene vínculos claros con ese movimiento, pese a que desde la cúpula se ha tratado de guardar las distancias, cuestión que sus líderes más radicales ignoran.

Esta formación radical quedó a las puertas de acceder al Bundestag (Parlamento) en las elecciones de 2013, pero los sondeos la perfilan como tercera fuerza, con perspectivas de obtener un 15 % en 2017, apuntalada en el voto de protesta contra los refugiados.

Su ala más radical ha pasado de la islamofobia a arremeter contra las iglesias cristianas que, en su opinión, hacen negocio con la llegada de refugiados, en alusión a los 1,1 millones de peticionarios de asilo que recibió Alemania en 2015.

En medio de la tempestad desatada ahora por la inmersión en lo futbolístico, la propia presidenta de AfD, Frauke Petry, pidió de inmediato disculpas a Boateng.

Casi en paralelo se difundió otra declaración de Gauland, en que afirma no haber pretendido insultar al jugador, sino «describir» los sentimientos de «ciertos ciudadanos», lo que según él ocurrió en una conversación informal con ese medio. 


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