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Internacional
Justicia rechaza defender al FBI y desmentir al presidente, como reclamaba su director
07 Mar 2017. Actualizado a las 10:38 h.
El Departamento de Justicia no saldrá a desmentir al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El magnate acusó a la Administración Obama de espiarle en sus oficinas y pinchar los teléfonos de su equipo durante la campaña electoral sin más pruebas que su propia voz. «Nunca había visto a Obama tan cabreado. Quiere que se investigue todo, que se llegue hasta el final», informó el expresidente a través de un portavoz. «Es simplemente una falsedad», explicó.
Pero la voluntad de Obama está lejos de hacerse realidad. El todavía director del FBI, James Comey, pidió el sábado al Departamento de Justicia un comunicado público que negase las palabras de Trump. «La gravedad de las acusaciones del presidente exige un desmentido que señale que son incorrectas», recogía The New York Times.
¿En qué se basa Trump?
Aparentemente, en nada. La hora de su tuit acusador contra Obama, las 6.35 horas, disparó toda clase de comentarios, pero no hay pruebas. Fuentes del equipo presidencial llevan desde el sábado intentando apagar el fuego avivado por el presidente, muy molesto por las informaciones que vinculan a su equipo con Moscú. Los más leales a Trump insisten en apuntar a Obama con el argumento de que la NSA pinchó miles de conversaciones de ciudadanos estadounidenses, como denunció Edward Snowden con sus filtraciones de correos. «Y pudo haber hecho lo mismo con nosotros», insisten. La teoría conspirativa, según The New York Times, arranca de un programa de radio en una emisora conservadora, donde el presentador, Mark Levin, acusaba a Obama de utilizar «instrumentos del poder» contra el republicano. Breitbart, el diario digital de Bannon, abrazó la idea 24 horas más tarde, el viernes, y el sábado, a primera hora, fue el propio Trump el que le dio veracidad.
¿Qué papel juega Comey?
Comey se siente señalado. Si las escuchas a Trump se hubieran producido, el FBI hubiera sido el encargado de ejecutarlas. «Esa orden no la puede dar el presidente. Tiene que contar con una orden judicial», explican desde la agencia. Comey tuvo un papel decisivo en la campaña electoral al anunciar a pocos días de la votación presidencial la apertura de una investigación contra Hillary Clinton por el uso de un correo privado, algo que los demócratas consideran decisivo para justificar la derrota de su candidata.
Los ultras, contra Priebus
El último desliz de Trump ha servido para abrir el juego de tronos en la Casa Blanca. Los dos bandos que se disputan el cariño del magnate, los ultras, alineados con Steve Bannon, y la casta republicana, liderada por el jefe de Gabinete, Reince Priebus, e históricos como Paul Ryan y Mitch McConnell, no ocultan sus diferencias apenas seis semanas después del traspaso de poderes. «Cuchilladas contra Priebus», titulaba Politico para explicar los mensajes de apoyo de Bannon o Jared Kushner a Priebus. «Nadie está pensando en su relevo», insisten. Claro que sus colaboradores discrepan: «Es pura incompetencia, falta gestión y liderazgo porque hay mucha gente hablando en nombre del presidente y eso genera confusión. Trump ya se está dando cuenta de ello». Priebus no viajó a Florida con el presidente este fin de semana. Los tambores de relevo repican con fuerza.
Silicon Valley da la espalda al republicano por sus restricciones a los inmigrantes
En medio de la polémica por la vinculación de parte de su equipo más próximo con Rusia, Trump tiró de una carta habitual en su repertorio para congraciarse con el sector más ultra de la sociedad estadounidense: el veto a los inmigrantes ilegales. Más de un mes ha tardado la Administración republicana en sacar adelante la segunda versión de la orden ejecutiva paralizada por un juez de Seattle.
El nuevo documento suaviza las instrucciones del primero. La nueva orden ejecutiva, que se aplicará a partir del 16 de marzo, establece la suspensión temporal de entrada al país durante 90 días a los ciudadanos de seis países de mayoría musulmana -Sudán, Siria, Irán, Libia, Somalia y Yemen- que estén fuera de Estados Unidos y no tengan un visado en vigor.
Los ciudadanos de Irak, que estaban incluidos en la primera orden ejecutiva que firmó Donald Trump en enero, no se verán afectados por el nuevo veto migratorio, debido a las mejoras realizadas por este país a la hora de investigar los antecedentes de sus ciudadanos. Tampoco se verán afectados por la nueva orden ejecutiva aquellos ciudadanos de estos seis países que tengan un visado en vigor, sean residentes permanentes (que tengan la famosa green card), ni los diplomáticos.
Las restricciones afectan también al grupo de trabajadores especializados, unos 60.000, que cada año veían agilizados los trámites para conseguir su permiso de trabajo. Ese grupo de personas era reclamado por las principales empresas del país con el argumento de su talento y la ausencia de perfiles similares en Estados Unidos. Médicos, investigadores, informáticos y otros especialistas cualificados de países emergentes veían simplificados todos los trámites mediante el pago de una tasa de 1.200 dólares. El procedimiento exprés tampoco aparece en el documento suscrito ayer por el presidente.
Fuera del consejo asesor
Las grandes multinacionales de Silicon Valley eran los principales destinos de los más cualificados y sus propietarios tampoco pasaban por ser demasiado afines a las políticas proteccionistas de Donald Trump.
A pesar de las reticencias mutuas, el magnate -impulsado por su hija Ivanka y su yerno, Jared Kushner- mantuvo con los dueños de las empresas tecnológicas una de sus primeras reuniones tras la victoria electoral y les arrancó su compromiso de formar parte de un consejo asesor de grandes empresarios.
Ayer, aunque no de forma oficial, los propietarios de todas esas compañías comunicaron por diversos cauces a la Casa Blanca su intención de no volver a participar en ese consejo. Solo se desmarcó Elon Musk, de Tesla.
La oposición, indignada
El nuevo veto migratorio es, según la oposición y organizaciones pro inmigrantes, el mismo que el anterior pero con otro envoltorio. «El reempaquetado de la administración Trump no ha hecho nada para cambiar los objetivos inmorales, inconstitucionales y peligrosos de su veto a los musulmanes y los refugiados», dijo Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes.
«No dejen que un segundo intento arruine su primera impresión. Este veto musulmán es tan peligroso y antiestadounidense como el primero», escribió en Twitter el hispano Tom Pérez, recién elegido presidente del Comité Nacional Demócrata.