El G20, en vilo por el mal humor de Trump
Internacional
Expectación mundial por la reunión sobre la guerra comercial que mantendrá con Xi Jinping
01 Dec 2018. Actualizado a las 05:00 h.
Con decisiones imprevistas, demoras y gestos de fastidio, Donald Trump tuvo ayer en jaque al anfitrión de la cumbre del G 20, el argentino Mauricio Macri. Las expresiones del presidente de EE.UU. y sus idas y vueltas respecto de las reuniones bilaterales con sus pares de Rusia y China están acaparando la atención de la gran cita que debe culminar hoy con un documento difícil de consensuar por la intransigencia del estadounidense. Antes de llegar, Trump resolvió que no se reuniría con Vladimir Putin como estaba previsto debido al ataque ruso a barcos ucranianos. El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, lamentó la decisión. Pero más tarde dio a conocer la posibilidad de un encuentro «breve e improvisado», algo que desmintió la Casa Blanca.
Con su colega chino, Xi Jinping, está prevista una cena esta noche aunque Trump mismo declaró antes de llegar a Buenos Aires que ese encuentro podría no tener lugar. «Hay posibilidades de que se logre el acuerdo», adelantó el asesor de la Casa Blanca, Larry Kudlow, sobre un cara a cara entre Trump y Xi que podría contribuir a aliviar las tensiones de la guerra comercial entre ambas potencias. Trump debía reunirse con Macri ayer a primera hora. Pero el estadounidense se demoró media hora, ocupado en responder a la tormenta mediática provocada por la confesión de su antiguo abogado, Michael Cohen, de que mintió en su declaración ante el Congreso sobre la supuesta injerencia de Moscú en su campaña del 2016. Trump llegó finalmente pero, en la rueda de prensa con Macri, se molestó por la traducción. Mientras el presidente argentino le daba un saludo de bienvenida en español, Trump tenía en la mano un dispositivo para la traducción simultánea. Pero lo que escuchaba no lo convenció y lo dejó caer al suelo. «Te entendí mejor en tu idioma que a este aparato», dijo a su anfitrión.
Los dos mandatarios tuvieron luego una bilateral que también derivó en polémica. La portavoz de Trump, Sarah Huckabee Sanders, comunicó que los dos líderes reiteraron su compromiso de enfrentar desafíos regionales «como el de Venezuela y la actividad económica depredadora china». El canciller argentino, Jorge Faurie, debió poner paños fríos. «No creo que haya habido una referencia en esos términos», dijo, aunque luego aclaró que «el adjetivo corre por su cuenta».
Mientras tanto, Trump estaba reunido con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de México, Enrique Peña Nieto, para firmar el nuevo acuerdo de libre comercio entre los tres países que reemplazará al Nafta. Trump, artífice del nuevo texto, dijo que el pacto «cambia para siempre el panorama del comercio». Si bien Canadá y México no lograron que EE.UU. se comprometa a reducir los aranceles al acero y el aluminio, Trump le dijo a Trudeau que lograron hacerse «grandes amigos» y felicitó a Peña Nieto por terminar su mandato con este «hito». El mexicano entrega hoy el mando a su sucesor, Andrés Manuel López Obrador.
Trump se ausentó de la reunión a puerta cerrada de los presidentes sin asesores. Acudió a la tradicional foto de familia, aunque allí dejó plantado al presidente argentino en el escenario. «Donald, Donald», lo llamó Macri, pero su colega siguió caminando. Los organizadores tuvieron un susto en el momento de la apertura de la cumbre, cuando se produjo un seísmo a 32 kilómetros de la ciudad que se sintió en Buenos Aires. Fue un inusual temblor de magnitud 3,8 que se produjo al sur de la capital.
Putin, el más efusivo
En la cita participa el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman. Había curiosidad por el recibimiento que encontraría entre los líderes reunidos en Buenos Aires, donde la Justicia argentina decide si abre una investigación contra él por crímenes de guerra en Yemen, torturas a disidentes y el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
El primer ministro de India, Narendra Modi, se reunió con un príncipe que estuvo prácticamente recluido en su embajada hasta el inicio del encuentro. También el presidente francés, Emmanuel Macron, mantuvo un diálogo con él sobre el crimen de Khashoggi. Pero el récord de saludo efusivo y entusiasta al saudí se lo llevó Vladimir Putin, que chocó palmas con él antes de sentarse a la mesa del G20. En cambio, Donald Trump solo tuvo un breve saludo con su gran aliado árabe.
Un fallo técnico obliga a Merkel a viajar al G20 en un vuelo regular de Iberia
Patricia baelo
El mal estado de los aviones alemanes vuelve a quedar en evidencia. Más allá de una flota de combate obsoleta, que impide a la primera potencia europea contribuir más a las misiones internacionales, los problemas llegan al Airbus oficial de la Luftwaffe. Sobre todo después del fallo técnico que provocó que Angela Merkel llegará con retraso a la cumbre del G20 y se perdiera la foto de familia. La radio no funcionó y los pilotos perdieron el contacto con tierra cuando se encontraban sobre el mar del Norte.
El jefe de la unidad de la fuerza aérea alemana lo definió como una «clásica avería de componente». Guido Henrich explicó que el fallo de un pequeño distribuidor electrónico cortó las comunicaciones, pero también otras funciones vitales. Como librarse del queroseno que llevaba para un viaje de 15 horas, un peligroso lastre para tomar tierra.
«No tenemos ni la más mínima sospecha de que haya habido sabotaje ni contexto criminal», afirmó la portavoz adjunta del Gobierno, Martina Fietz. Tanto ella como Henrich confirmaron que «en ningún momento corrió peligro la vida de los ocupantes del avión», que lleva el nombre del primer canciller de la RFA, Konrad Adenauer. Pero la avería sí obligó al aparato a dar la vuelta dos horas después de haber despegado de Belín, y a realizar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Colonia-Bonn, gracias a un teléfono satelital con el contactaron con la torre de control. La canciller tuvo que pasar la noche en esa ciudad y salir de madrugada hacia Madrid. Desde la capital española continuó ayer su viaje a Buenos Aires con más de doce horas de retraso, en un vuelo regular de la compañía Iberia.
Larga lista de percances
El episodio se suma a una larga lista de percances que han sufrido este tipo de aviones oficiales. En octubre unos roedores royeron algunos cables del Konrad Adenauer, dejando en tierra al ministro de Finanzas, Olaf Scholz cuando regresaba de Bali tras participar en la cumbre del FMI.
El A340 fue atacado por roedores que mordisquearon varios cableso, y el ministro tuvo que volver a casa en línea regular. El mismo aparato tuvo un problema de arranque del motor en noviembre y otro hidráulico en junio, afectando en ambos casos al presidente, Frank-Walter Steinmeier.