La Voz de Galicia

Las dudas atenazan a Theresa May

Internacional

ÍÑIGO GURRUCHAGA LONDRES / COLPISA

Sin apoyos, decidirá hoy si pospone la crucial votación de mañana sobre el «brexit»

10 Dec 2018. Actualizado a las 09:32 h.

El Gobierno británico decidirá hoy si cancela el voto previsto para mañana sobre el acuerdo de salida de la UE, con signos contradictorios sobre sus intenciones. Theresa May llamó ayer al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y también a Donald Trump, lo que sugiere un anuncio importante, pero su ministro para el brexit, Steve Barclay, insiste en que habrá votación.

The Sunday Times presentaba como exclusiva la información de que May anunciará un intento de negociar en Bruselas reformas del acuerdo que lo hagan más aceptable para su grupo parlamentario y la cancelación de la votación. Se sugiere que el Consejo Europeo del jueves podría emitir un mensaje que apacigüe el rechazo británico al acuerdo pactado en noviembre.

El mecanismo irlandés diseñado para evitar una frontera en la isla vecina es el aspecto que más irrita del acuerdo, aunque no es el único. En los últimos días se ha publicado que May podría lograr que el Consejo emita una declaración conjunta expresando que no desea implementar el mecanismo -que es una salvaguarda si se retrasa la negociación sobre el futuro comercial- y tampoco perpetuarlo.

May ha insistido en los últimos días en que habrá votación y no ha ofrecido ninguna alternativa en caso de que el acuerdo sea rechazado. Pero miembros del Gobierno han hablado este fin de semana de la posibilidad de un segundo referendo y ministros del Gabinete habrían intentado persuadir a May de que posponga el voto e incluso le habrían advertido de su disposición a dimitir.

Segunda consulta

La posibilidad de una segunda consulta ha aumentado notablemente como consecuencia de la división del Parlamento y de la inexistencia de un plan que parezca tener mayoría. Una relación con la UE como la de Noruega o Canadá es aireada, pero no resuelve el problema irlandés o infringe otros principios.

Solo los afines a May en el partido tory están dispuestos a refrendarlo. La situación ha llevado al ala dura del partido y otros diputados conservadores a pedir a la premier que vuelva a Bruselas a renegociar. Y May aprovechó una entrevista en la prensa para lanzar un rotundo aviso a los que aún dudan de que el acuerdo pactado es el único posible. «Votar en contra comportará una gran incertidumbre para el país, con un riesgo muy real de que no se produzca el brexit o de abandonar la Unión Europea sin acuerdo», aseguró antes de plantear les planteó el riesgo de que haya elecciones anticipadas y de una victoria eventual de Jeremy Corbyn, líder de los laboristas.

Normalidad en las dos marchas multitudinarias a favor y en contra del «brexit»

La buena noticia en el Reino Unido es que, a diferencia de lo que está ocurriendo en Francia, las instituciones y especialmente el Parlamento son protagonistas. El gran choque de manifestaciones previsto para ayer y temido por la convocatoria de una marcha del Partido por la Independencia de Reino Unido (UKIP) y grupos fascistas y de otra contramarcha de organizaciones de izquierda, incluyendo laboristas, quedó en nada.

Scotland Yard ordenó dos itinerarios que confluían cerca del Parlamento. En la manifestación del UKIP había dos grupos. Los miembros tradicionales del partido de Nigel Farage, que anunció esta semana que lo había abandonado, como otros prominentes exmiembros, coreaban «Reino Unido, fuera, ahora», paseaban una soga para colgar a la traidora May o repartían folletos. El más estridente, en papel caro y a todo color, proclamaba que el brexit es solo el comienzo, porque «debemos derrumbar todo el proyecto UE». Junto a ellos, los fascistas que combinan racismo y gamberrismo de fútbol. Avanzaron por algunas de las calles más ricas de Londres coreando «Tommy, Tommy, Tommy», el nombre de su líder, de apellido Robinson, como si fuese un héroe.

En la marcha de izquierdas, un pequeño grupo de anarquistas jóvenes, vestidos de negro integral, con una bandera que evocaba signos nazis, embozados para ocultar su rostro, era tolerado por los organizadores.


Comentar