Luces y sombras en los nueve meses de López Obrador
Internacional
Sus promesas electorales no se han traducido en hechos, no ha descendido la violencia, ha impuesto ajustes y se ha centrado en frenar la inmigración ante la presión Trump
04 Sep 2019. Actualizado a las 05:00 h.
Andrés Manuel López Obrador ofreció el domingo su primer informe de gobierno. No lleva un año al frente de las instituciones mexicanas, pero las expectativas eran inmensas. Se trata del primer mandatario que se declara abiertamente de izquierdas y que prometió dar un vuelco al país, hasta el punto de calificar su sexenio como cuarta transformación, equiparándola a otros procesos históricos como la independencia o la revolución. La esperanza queda, hasta el momento, entre luces y sombras.
Luces porque López Obrador mantiene un elevadísimo nivel de aceptación entre la población: un 74 % votarían para que el presidente siga en el cargo, según una encuesta de El Universal. Sombras porque, al menos hasta el momento, las promesas electorales no se han traducido en hechos.
Poner fin a la violencia o, al menos, reducirla era uno de los grandes objetivos del sexenio. Desde el inicio de la «guerra contra el terrorismo» desatada por Felipe Calderón en el 2006 al menos 200.000 personas han muerto y más de 50.000 están desaparecidas. En lo que llevamos de año, más de 25.000 mexicanos han sido asesinados en el sexenio más sangriento desde que se tienen cifras. López Obrador se escuda en que se trata de la «herencia recibida» de los Gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de Acción Nacional (PAN).
Su proyecto estrella, la creación de la Guardia Nacional, está más centrado en el control migratorio que en el combate a la delincuencia. Y eso que su objetivo era, en teoría, sacar a los militares de las calles y sustituir a la Policía Federal, que muchas veces fue señalada por estar infiltrada por el narcotráfico.
«Austeridad republicana»
Por el momento la oposición a López Obrador está capitalizada por un sector muy ideologizado pero no mayoritario. Este grupo, en el que sobresalen los chalecos verdes, inspirados en el movimiento francés, lleva seis manifestaciones desde que el mandatario llegó al poder.
Su portavoz, Alejandra Morán, denuncia ataques a la institucionalidad y un deterioro en la calidad de los servicios de salud y de educación. Lo cierto es que López Obrador ha puesto en marcha una dura estrategia de ajuste. La llama austeridad republicana y la justifica para poner fin a lo que, en su opinión, eran contratos marcados por la corrupción. Sin embargo, los recortes no han venido acompañados por planes alternativos.
La semana pasada, una niña de siete años llamada Mariana murió a causa del cáncer que padecía. Su madre denunció que el fallecimiento fue provocado por la falta de medicamentos. La Secretaría de Salud negó que el desabastecimiento esté detrás del deceso, pero la niña Mariana se ha convertido en símbolo para los opositores.
La inmigración es, posiblemente, el punto de la agenda que López Obrador jamás quiso llevar como prioridad pero que fue forzado a ello. El mandatario llegó al Gobierno en diciembre, cuando una caravana de centroamericanos alcanzaba Tijuana y tocaba la frontera con Estados Unidos. En enero, una nueva marcha alcanzó el sur de México. El mandatario dijo que su política sería diferente y dio visados a los centroamericanos. La oferta no duró mucho. Las presiones de Donald Trump provocaron que México endureciese su política antiinmigración. Tras el acuerdo firmado en junio, hoy se arrestan y se deportan migrantes en cifras que no se habían visto desde el 2006.