Irán, Venezuela y el cambio climático marcan la Asamblea General de la ONU
Internacional
Bolsonaro, que abrirá la cumbre con su discurso, analizará el caso de la Amazonia
23 Sep 2019. Actualizado a las 08:38 h.
Cada vez que llueve en Nueva York, los funcionarios de las Naciones Unidas retiran las banderas de los países miembros que ondean en la entrada de la sede. Cuando el tiempo amaina, las 193 insignias vuelven a sus astas. El efecto se asemeja a un truco de magia. El buen tiempo recibirá este martes a los cerca de 140 líderes mundiales que asistirán a los debates de la 74.ª Asamblea General. Dentro del edificio diseñado por Oscar Niemeyer y Le Corbusier, la lucha contra el cambio climático, la tensión con Irán y la crisis en Venezuela marcarán las inclemencias de una cita donde todas las miradas están puestas de nuevo sobre Donald Trump.
Si en los dos últimos años dejó claro que la soberanía de EE.UU. está por encima del gobierno global que representa la ONU, en esta ocasión, no se espera que cambie de opinión y enarbole la bandera azul con el mapamundi para hacer frente a los desafíos mundiales. La doctrina del patriotismo por encima de la cooperación internacional.
Así comienza esta cita que arranca este martes con la Cumbre del Clima, marcada por el aumento de la presión social demostrada el pasado viernes durante la masiva huelga global de estudiantes. «Traigan planes, no discursos», ha advertido a los líderes mundiales António Guterres, secretario general de la ONU, que puso esta lucha entre sus prioridades cuando asumió el cargo en enero del 2017. Las metas de la organización pasan por la reducción del 45 % de las emisiones de dióxido de carbono en el 2030 y la neutralización del carbono -que la cantidad de emisiones no supere las que el planeta pueda absorber- para el 2050. Se espera la participación de entre 60 y 70 líderes, entre los que se encuentra el presidente en funciones del Gobierno español, que estará en Nueva York el mismo día en que se disuelven las Cortes. Pedro Sánchez se verá con los presidentes de Colombia, Egipto e Irán.
A pesar de la urgencia que presenta la crisis climática, las perspectivas de la cumbre no son muy halagüeñas dado el abandono de EE.UU. del Acuerdo de París firmado en el 2015 por 200 países. Un lugar al que no tiene previsto volver por su guerra comercial con China, país que sí ratificó el acuerdo.
Su presidente, Xi Jinping, protagoniza la lista de ausencias de la cita junto a Nicolás Maduro (Venezuela), Miguel Díaz-Canel (Cuba) y Vladimir Putin (Rusia).
La fallida reunión
Este martes comenzará el juego diplomático al más alto nivel con la primera sesión de la Asamblea General marcada por el incremento de las tensiones entre EE.UU. e Irán. Los ataques contra dos refinerías saudíes estarán sobre la mesa. «Este es el momento de calmar tensiones», ha dicho Guterres, quien ha calificado los ataques de «escalada dramática» sin opinar sobre su autoría, pero recordando que los rebeldes hutíes de Yemen reivindicaron su autoría y que expertos de la ONU investigan lo ocurrido.
Después de días de especulaciones sobre un posible encuentro entre Trump y el presidente de Irán, Hasán Rohaní, a quien Washington y Riad acusan de estar detrás de la acción bélica, ambas partes han rechazado esa posibilidad. La Casa Blanca acaba de anunciar nuevas sanciones contra el banco central de Irán y el envío de tropas y misiles a Arabia Saudí con fines defensivos. Mientras, Irán avisa de que responderán con todos los medios en caso de ataque.
El presidente de EE.UU. aprovechará también para aumentar la presión sobre Maduro con una reunión el miércoles con varios líderes latinoamericanos. La cita tendrá lugar dos días después de otra entre una veintena de países firmantes del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), una especie de OTAN americana, que podría abrir la puerta a una intervención militar en Venezuela.
Estreno de Bolsonaro
Como es tradición para los que se estrenan, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, será el primero en intervenir en la asamblea con un discurso nacionalista contrario a los principios de la organización. Se espera que aborde la situación de la Amazonia, tras el aluvión de críticas por su desprotección del pulmón del planeta. Esto le ha llevado a un duro choque con su homólogo francés, Emmanuel Macron, que buscará concretar su iniciativa para proteger la Amazonia, lanzada en la cumbre del G7 de Biarritz.
También se esperan chispas entre el presidente francés y el primer ministro británico, Boris Johnson, por el brexit, cuyo plazo finaliza el próximo 31 de octubre. Por confirmar, está la presencia de la canciller alemana, Angela Merkel.
Teherán quiere a Estados Unidos fuera del Golfo
Mikel Ayestaran
Irán se prepara para convertirse en uno de los grandes protagonistas de la Asamblea General de la ONU, en un momento marcado por el aumento de tensión en el Golfo. «Vamos a Nueva York con el eslogan de ‘Una coalición por la esperanza’ y la ‘Iniciativa de paz de Ormuz’. Vamos a proponer un plan en las Naciones Unidas que se basa en el hecho de que Irán, con la ayuda de los países de la región, puede garantizar la seguridad en el golfo Pérsico y en el estrecho de Ormuz», anunció Hasán Rohaní. Una respuesta directa al anuncio de Estados Unidos de enviar refuerzos militares a la zona para apoyar a Arabia Saudí tras el reciente ataque sufrido en dos plantas petrolíferas del norte del país, una acción que ha tenido un efecto global por el incremento del precio del petróleo.
Donald Trump pretende crear una nueva fuerza internacional para proteger la navegación en el Golfo, una estrategia que, según Rohaní, «puede causar problemas. Si realmente quieren seguridad en nuestra región, tienen que irse de ella».
Este plan de paz iraní, del que no se hicieron públicos detalles, se conocerá en el mismo escenario en el que los saudíes intentarán mostrar al mundo pruebas concluyentes sobre el papel jugado por Irán en los ataques contra sus plantas petroleras. «Responsabilizamos a Irán porque estos misiles y drones que fueron lanzados a Arabia Saudí fueron fabricados y entregados por Irán», declaró el ministro de Exteriores del reino, Adel al-Jubeir, a la CNN. Advirtió además de que «lanzar un ataque desde su propio territorio, si ese fuera el caso, nos pondría en una categoría diferente. Sería considerado un acto de guerra».
Despliegue «disuasorio»
La navegación en el Golfo es clave para la economía mundial porque por él sale cada día más del 30 % de la producción mundial de crudo. Antes de los bombardeos de las instalaciones saudíes, seis superpetroleros fueron atacados durante el verano y hasta ahora no se ha podido aclarar la autoría de unas acciones de las que iraníes y saudíes se acusan mutuamente. Otro buque, el británico Stena Impero, permanece retenido por las autoridades de la república islámica desde el 19 de julio bajo la acusación de «no respeto» del código marítimo internacional. Los medios locales especulan con su inminente liberación.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, calificó la decisión de enviar refuerzos como un paso más en «nuestra misión de evitar la guerra», por lo que la medida tendría un objetivo «disuasorio». En Teherán la lectura fue bien diferente y el jefe de la Armada, EL almirante Hosein Janzadi, adelantó que «en el caso de que haya cualquier error de cálculo o agresión por parte del enemigo, la Armada, junto a las demás Fuerzas Armadas del país, tendrá la reacción más destructiva en el menor tiempo posible». Los iraníes ya derribaron en junio un dron MQ-4C Triton de EE. UU. al que acusaron de haber violado su espacio aéreo en una acción «ilegal y provocadora», según el comunicado del Ministerio de Exteriores.