Putin le da un jaque a Europa
Internacional
13 Nov 2021. Actualizado a las 09:32 h.
Partamos de que quien está detrás del conflicto en la frontera bielorruso-polaca no es la propia Bielorrusia sino Rusia, porque esa es la hipótesis más probable. Si es así, Putin ha ejecutado una jugada magistral que le favorece en todas sus ramificaciones posibles: hace muy difícil que la UE pueda mantener sus sanciones contra su aliado el dictador bielorruso Lukashenko, menos aún incrementarlas; y contra la propia Rusia, por extensión. De paso, desestabiliza a la Unión, enfrentando más aun a una Bruselas y una Varsovia enzarzadas ya en un grave conflicto jurídico. Para no romperse, Europa tendrá, o que ceder ante Rusia —levantando las sanciones a Lukashenko— o ante Polonia, aceptando su derecho a mantener la frontera sellada. Si Bielorrusia, tal y como ha amenazado, cierra el gasoducto que pasa por su territorio para abastecer a Polonia y Alemania, Moscú no tendrá problema: podrá vender ese gas a mayores en un mercado asiático más hambriento de hidrocarburos que nunca. Incluso si Bielorrusia no lleva a cabo esta amenaza, que por ahora parece excesiva, la actual crisis ya ha hecho más probable la aprobación definitiva por parte de Alemania del nuevo gasoducto Nord Stream 2, que va directamente a ese país desde Rusia sin pasar por Bielorrusia o Polonia. Esta aprobación estaba en el aire por la casi segura entrada de los Verdes en el Gobierno alemán que se formará pronto.
Pero aún hay más. Desde hace días en la comunidad de inteligencia se habla de que Rusia está concentrando tropas en su frontera con Ucrania. Varios incidentes que han pasado relativamente desapercibidos, como la interceptación de un avión espía británico cerca de Crimea, están relacionados con la alarma que esto ha despertado en la OTAN. Es el contexto perfecto para Rusia, si quiere anexionarse de manera definitiva las provincias rebeldes de Ucrania. Puede que se trate tan solo de un intento de Moscú de añadir presión, pero la situación puede descontrolarse sola, una vez que se empiezan a mover tropas en varias fronteras sensibles. Lo veremos en los próximos días o semanas. Una pista: si Bielorrusia empieza a mandar también emigrantes a Ucrania además de a Polonia, será muy mala señal.
Ante esta situación, el margen de maniobra de la UE es escaso. El lobby humanitario la presiona a ella, y no a Bielorrusia, para que acoja a todos los inmigrantes, como hizo en el 2015. Pero incluso si Alemania quisiese hacerse cargo de todos ellos, Polonia tendría que abrir sus fronteras y exigiría una compensación por ello justo en un momento en que Bruselas quiere apretarle las tuercas. Por otra parte, si Bruselas es coherente con su línea inicial de que esto no es una crisis humanitaria sino una «guerra híbrida» orquestada, está obligada a ponerse del lado de Varsovia y ayudarle a defenderse de esta agresión. Ante estas malas opciones, lo más probable es que Bruselas abandone definitivamente su pulso con el dictador Lukashenko; un pulso que, al fin y al cabo, quien pilotaba era la propia Polonia. Putin, pues, tiene todas las de ganar. Y luego, claro está, existe el peligro de un desliz, un simple despiste, un incidente imprevisto que lleve esta crisis a otro nivel todavía más peligroso.